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Publicada en el número 98 de la revista Elementos No. 98, esta crónica de viaje a uno de los sitios más importantes para la historia natural del mundo logra con la fotografía y la narración la aproximación ideal para el lector. Enrique Soto, fisiólogo, fotógrafo y escritor, dirige la revista Elementos editada por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, sin duda, una de la más importantes publicaciones para la divulgación de la ciencia en México.

 

Ir a las Galápagos era un sueño desde la preparatoria, que surgió cuando leí sobre la vida de Darwin y la teoría de la evolución. Cuando te gusta la biología y tienes amor por los animales y la naturaleza, las Galápagos se vuelven un lugar sumamente atractivo para cualquiera, hagas o no fotografía, era un viejo sueño de ir a un lugar mítico y de un cierto exotismo. Entonces, en 2013 tomamos la decisión de hacer el viaje, pensando además en las posibilidades para realizar un ensayo fotográfico.

Tomamos un vuelo México-Quito, de ahí a Guayaquil y de Guayaquil un tercer avión hasta las islas Galápagos. Hay dos aeropuertos; uno, entiendo, quedó de la Segunda Guerra Mundial, esto es muy interesante, porque los norteamericanos pensaron que si había una invasión de Japón iba a ser por el sur y que las islas Galápagos eran una entrada ideal para ellos, entonces pusieron una base militar muy grande en la isla Baltra y el aeropuerto sigue utilizándose, aún hay restos de algunos búnkers y en su estancia ahí los marines diezmaron la población de animales, en esa isla –Baltra– no dejaron una sola iguana viva. Las están reinsertando, pero cincuenta años después.

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