La vida rueda a golpe de pandereta


La vida rueda, y también la fortuna. Lo pienso mientras veo a un pelotón de veinte chamacas de la secundaria del CENHCH desfilar y bailar al son de un tamborete. Justo vienen sobre uno de tantos pasillos del Centro, bordeado por una hilera de ficus densos que han visto pasar a innumerables generaciones de panderetas. Un profesor gimnasta de la sección 51 del SNTE golpea con enjundia y marca el ritmo, y convengo que es el representante de la burocracia magisterial que gobierna y controla este territorio educativo de ocho mil estudiantes sobre los que se viene el nuevo capricho del gobernador Moreno Valle, montado ahora en una rueda de ochenta metros de altura desde la que será posible observar los recovecos de la catedral y la vida juvenil de los patios escolares del principal recinto de la educación pública en el estado de Puebla: el Centro Escolar Niños Héroes de Chapultepec.

Y que ellas son la prueba misma del tiempo detenido, que la vida del CENHCH se regirá siempre a golpe de pandereta.

La historia y la fortuna de Puebla en las manos de una pandereta.



¿Por qué esta ciudad no ha tenido recientemente --por lo menos los últimos cien años-- la fortuna de contar con gobernantes que, a la hora de imaginar un proyecto de gobierno y una obra para la ciudad --el que sea, la que discurran--, partan de un hecho simple: los ciudadanos, los afectados, los grupos organizados, los beneficiarios, todos, tienen una opinión, esperan que su punto de vista sea valorado, sueñan con que las decisiones que afectan al conjunto sean tomadas con inteligencia y de manera democrática?

Esa es nuestra mala fortuna. Y llega en helicóptero, pues en eso viajan los virreyes, y desde ahí miran el paisaje nutrido de vasallos. Y desde ahí calculan el costo beneficio de su locura, y el metro cuadrado de sus vanidades, y el amplio porvenir de ciudad bajo su mando. Porque lo veo sobrevolar el centro histórico, dar la vuelta por el Paseo Bravo, renegar un rato de sus objetores bajo el zumbido de la turbina, y decir a ver síguele, no pases de los 80 metros, carajo, que padres se ven las cúpulas, y el trazo, y mi nombre que quedará marcado en cada giro de veinte minutos que dure la vuelta de la rueda y… ahí justo, cómo no se nos ocurrió, si está regalado, el cenhch, es nuestro, el cenhch, sus maestros, sus patios, su estadio, sus carros alegóricos, sus sudaderas, sus panderetas…

Y los ejemplos históricos abundan: el río San Francisco taponado en 1965. La instalación industrial alrededor de Volkswagen sin el menor sentido de desarrollo ambiental, social, urbano, entre 1985 y 2000. El proyecto Angelópolis y el Paseo del Río San Francisco y la brutal especulación inmobiliaria entre 1989 y el 2010. Y más específicos: el despojo alrededor de Angelópolis y los territorios actuales de BUAP, Tec de Monterrey y el criminal Valle Fantástico. El mamotreto de Marín en los Fuertes.

Este sexenio también trae sus propios desvaríos. En Loreto y Guadalupe impuso su voluntad. Pero en el teleférico se topó con la sociedad civil organizada y las autoridades del INAH.

Hoy la vida rueda en el viejo Centro Escolar Niños Héroes de Chapultepec. 

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A media mañana del miércoles recorremos los pasillos jardinados en el CENHCH. Descubro una maravilla: en uno de ellos, junto al cartel de “respete el medio ambiente”, otro cartel del mismo tamaño y color, que anuncia altivo la “Calzada Melquiades Morales”. El otro descubrimiento: el abandono de los jardines por parte de la administración de la escuela: basura, sobre todo en las colindancias con la 11 Oriente y el boulevard 5 de Mayo; mobiliario arrumbado, igual utilería para los carros alegóricos utilizados en el desfile del 5 de Mayo, que canastas de básquet y herrería abandonada; montoneras de escombro, montoneras de yerba; herrería torcida; y árboles bajo riesgo por todo tipo de intrusión, clavos, alcayatas para convertirlos en postes de carga de todo tipo de alambrería.

Y un descubrimiento más, aportado por un padre de familia al que encuentro afuera, en el estacionamiento del boulevard: hace más de 18 meses que esta gloriosa escuela no tiene director, y que así están otros seis centros escolares en el estado.



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Así, y desde hace más de sesenta años, sobreviven los árboles del CENHCH. Y descubro ahí los sicomoros, los ahuehuetes y los fresnos. Enormes, diría imbatibles, sombras para apaciguar espíritus efímeros. Sobrevivientes, igual a los profesores de la pandereta que a las generaciones de escolares a los que no han dejado de brindar su vida grata y apacible. No puedo imaginar mejor pinta que la que puede encontrarse en estos rincones bajo la fronda del CENHCH.

De toda esta foresta en esta esquina norte del CENHCH llaman la atención dos enormes árboles: un fresno y un sicomoro mexicano, llamado arce en algunos lados. Están en los extremos del terreno que el proyectista de la rueda tiene contemplado para instalar el aparato. Ambos sobrepasan, a ojo de buen cubero, los treinta metros de altura. Y delimitan con todo aplomo el tamaño de la bronca que se les viene a los impulsores de la obra.

“No --dice el funcionario gubernamental que nos acompaña en el recorrido--, por supuesto que esos no se van a tumbar, ya los proyectistas modificaron el proyecto.”

No pierdo mucho el tiempo con su dicho. Observo con detenimiento el fresno, y sé que difícilmente se encontrará otro de ese tamaño en la ciudad de Puebla. Luego miro al sicomoro, con su tronco largo, con su fronda alta, con sus hojas grandes, como de cuento, como de dibujo con el que los niños cumplen su tarea escolar y figuran otro mundo posible.



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Y aquí, una vez más, el gobernante en turno decide poner a prueba a la sociedad civil organizada, y descarga desde su olimpo colgado de las aspas la idea de lo que debe ser la fortuna de una ciudad.



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Ruido, desinformación, vanidades y vestiduras desgarradas. Es la cuenta final que se puede hacer cuando todavía no empieza nada. Los fuertes, el teleférico, la rueda de la fortuna. Y no ha ocurrido lo mismo con AUDI porque ese actor trasnacional se maneja con otros ritmos y usos. Y además, San José Chiapa nos queda lejos, allá los campesinos que se defiendan si esa avalancha industrial que barrerá sus maizales y veredas les transforma sus vidas hasta el fin de los tiempos.

Pero si la vida rueda en la esquina del barrio del Artista o a la vuelta del pupitre de la secundaria del centro escolar, la propuesta sí levanta el polvo.

Pienso en ello frente al sicomoro que se eleva más allá de los treinta metros, muy cerca del boulevard 5 de Mayo. Ahí hago un resumen de lo que quiere el gobierno de Moreno Valle:

Sobre una extensión de hectárea y media, en la zona norte del CENHCH, en la esquina del boulevard y la 11 Oriente, justo en el área de talleres del Centro, que cuenta con dos edificios en L, uno de los cuales está totalmente abandonado por presentar fallas estructurales serias, se encuentra un área arbolada importante: son decenas de fresnos, cedros, jacarandas, ahuehuetes, palmas, ficus, y otras especies. Ahí, en una explanada que bordean dos edificios de un piso, y por entero sobre lo que hoy es la estructura fracturada, se propone instalar una “rueda de observación” que rebasará el dosel y se elevará hasta los ochenta metros. A la rueda la acompañarán unas instalaciones para estacionamiento y habilitación operativa.

El proyecto, por lo dicho por algunos funcionarios a la prensa, es impulsado como obra pública, y por su carácter técnico, será itinerante; estará un año en las instalaciones del CENHCH y dejará para el Centro Escolar un monto económico de 40 millones de pesos, que se destinará para el mantenimiento y desarrollo de la propia institución.

Este proyecto, del que no se ha detallado nada en relación a su costo, su mecanismo de financiamiento y operación, ha levantado la protesta de un numeroso grupo de padres de familia que lo rechaza. Ese grupo paró las acciones de obra que iniciaron la semana pasada, y se ha propuesto impedir definitivamente la instalación de la rueda.

Al día de hoy, miércoles 17 de abril, los ciudadanos no sabemos nada respecto de cuestionamientos elementales: cuánto cuesta, qué mecanismo de financiamiento utilizará el gobierno, qué y de quién será la empresa contratista que desarrollará la obra. Ayer, una vez más, padres de familia descontentos rechazaron la obra. La de una rueda de la fortuna que nadie ha visto.

Es una rueda al ritmo de la pandereta, gira y gira, y no sabemos nada.