• Sergio Mastretta
  • 30 Mayo 2013
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Por: Sergio Mastretta

 

En el otoño de 1990, Sergio Mastretta realizó para la revista Nexos una investigación en la tierra caliente mexicana contendida en la cuenca del río Balsas, desde su extremo oriental en los ríos Atoyac y Mixteco, en las estribaciones de los estados de Puebla, Oaxaca y guerrero,  hasta el extremo occidental en el río Tepalcatepec, en la frontera de Jalisco y Michoacán.

Así presentó entonces nexos el reportaje que arrojó esa experiencia periodística:

“El reportaje que publicamos aquí se ocupa de una de las zonas más vivas e inquietantes de México, con una increíble densidad histórica y una incomparable homogeneidad social y cultural. Hoy, una zona cruzada por la violencia política y policiaca, el rezago agrario, el narcotráfico. La zona en que conviven las camionetas Cheyenne y la tienda de raya, la nota roja y los corridos y las leyendas, las "pangas miserables" por el Balsas y los ‘puentes formidables en autopistas’. La Tierra Caliente es hoy lo mismo un nudo nacional que, más que una continua expectación, un nuevo comienzo de esperanza, una apuesta de que ahí acabarán dirimiéndose, para bien, varios de los asuntos más urgentes de la agenda del país. Por eso nexos le encargó a Sergio Mastretta que con amplitud y profundidad nos diera el pulso de este México intenso. Este es el resultado. Invitamos al lector a entrar en él.”

Veintitrés años después, esa región histórica profunda de México arroja acontecimientos difíciles de comprender a vuelo de pájaro: la insurrección magisterial en Oaxaca y Guerrero, que ha puesto en jaque la reforma educativa impulsada desde el gobierno federa,l o la violencia sin freno que recorre todos los pueblos y que se expresa de manera terrible en la guerra civil entre las llamadas “guardias comunitarias” y los “Caballeros Templarios” en la región de Tepalcatepec, en Michoacán. Es una realidad que demanda para su comprensión conocimientos históricos y narraciones en detalle. No es fácil entender la violencia que marca esta trágica etapa de la historia nacional. La mirada de largo plazo puede ayudar.

Todas las cifras en dinero se refieren a los llamados ‘viejos pesos’, por lo que para acercarnos a las medidas actuales es necesario quitar los tres últimos ceros.

Mundo Nuestro reproduce con ese propósito este extenso reportaje  dividido en cuatro partes. Aquí la segunda.

(Foto de portada: Teloloapan.com)

El rezago campesino

Para documentar el rezago del sur campesino, hay que dar un vistazo a Guerrero y Michoacán. En el primer estado, con 75 municipios, para 1987 el 65 por ciento de ellos tenía menos de 30 mil habitantes, mientras Acapulco sostenía una tasa de crecimiento del 14.09 por ciento entre 1980 y 1987. Y cuando el puerto se llevaba el 42.1 de los ingresos corrientes estatales, y junto con Zihuatanejo, Chilpancingo e Iguala acaparaba el 64.5, otros 55 municipios no pasaban de cien millones de pesos al año para cada uno. Todos ellos son fundamentalmente rurales. En ese mismo 1987, 46 municipios tenían un déficit mayor del 50 por ciento en agua y 63 sufrían una carencia superior al 90 por ciento en drenaje. Algo mejor le iba en energía eléctrica, pues sólo 19 municipios tenían un déficit mayor al 50 por ciento. Dieciocho de esos municipios mayormente marginados ven correr sus aguas de temporal hacia el Balsas. El llamado Sistema Nacional de Planeación, imaginado en los ochentas, le daba a Guerrero un número de 12 municipios prioritarios para el desarrollo: ninguno de la Montaña, ni de las orillas del Mezcala; dos de la Tierra Caliente, pero tomados en cuenta tan sólo como centros de acopio.

En una situación un poco mejor, Michoacán tiene sin embargo sus municipios más rezagados al este de su parte de Tierra Caliente, en el límite con Guerrero. Mientras en ocho municipios se concentra el 33 por ciento de la población del estado, 88 municipios de los 113 tienen una población menor al 1 por ciento del total. De los 19 municipios que se ubican en la región calentana sólo Apatzingán tiene un porcentaje superior al 2 por ciento, y entre todos no superan el 17.3 por ciento de los michoacanos. Tampoco les va muy bien en cuestión de ingresos municipales: mientras Morelia, Uruapan, Zamora y Lázaro Cárdenas se llevan el 45 por ciento, los 99 más pobres no alcanzan ni el 1 por ciento cada uno. En nivel de vida, los índices de marginación para los años ochenta fueron mayores en municipios calentanos como Tiquicheo, Tuzantla, Carácuaro y Nocupétaro, con grados de analfabetismo superiores al 45 por ciento y viviendas sin agua en índices superiores al 87 por ciento. Once de los municipios de la región están considerados con un nivel de vida bajo.



Tlalixtlaquilla, Gro. Foto de www.verfotosde.org

 

A las once de la noche salen tres o cuatro despistados del Cinema Elba en Tlapa, Guerrero. De reojo comparan el King Kong II en el cartel a la entrada con el que alucinaron en la película. Refresca la noche: a lo largo del portal duermen los mercaderes nahuatls, mixtecos y tlapanecos. En la plaza hay ronquidos estrepitosos, dientes como erizos marfilados, lacias nucas apoyadas en los costales de la merca. Alguna mujer, varios niños, uno que otro viejo, tejen la palma con la irreverencia de los sonámbulos. Un muchacho me ofrece un sombrero para niño en 500 pesos. Y espanta su sueño: "Soy de pacá de Tlalixtlaquilla, dos sombreros me hago de ái pal pueblo. Tá triste, tres mil pesos pagan al pión el jornal. Mejor el Morelos, el corte de ejotes siñor, pai agarramos cuando no cai agua. Un hombre sano corta 120, 150 kilos diarios. Pagan el tarea, si yo trabajo más es bien para mí, y si no, pus me corto yo solo. Aquí sólo tlacolole, tumbar el monte y quemarlo. Por eso uno se va como el agua, al Morelos, al Tijuana, al norte, todo bien enlujado ahí. Pero siempre se acuerda uno de las piedras y los árboles del pueblo".


Tlapa está en el extremo sudoriental de la cuenca, muy lejos de la producción agrícola capitalista. Es el municipio más desarrollado de la Montaña de Guerrero, con 421 hectáreas de riego. Según los estudios que un día hizo Coplamar, ocho de sus municipios tienen nivel de marginación muy alta. Por eso no se miran muchos hombres en las secas. Con excepción de Tlapa, todos los municipios son expulsores de población hacia el norte florido del dólar. Hay tres pueblos mestizos: Tlapa, Huamuxtitlán y Olinalá; el resto, indígenas. De las 901 mil hectáreas en la región, 571 mil son comunales, 203 mil ejidales y el resto propiedad privada. En general, fuera de los planos que han formado los ríos, la mayoría de los cultivos se realizan en agotadas pendientes de entre 10 y 45 grados. Aunque el rendimiento por hectárea no es bajo, la producción de subsistencia nunca alcanza para más de seis meses, cuando viene bien. Además de la migración temporal y definitiva, las opciones están en el trabajo de la palma, el tejido de sombreros, cintas, petates, bolsas, asientos. Aquí las distancias se miden por el tiempo en que caminando se manufactura un sombrero.

Prevalece la porfiriana costumbre de la tienda de raya. Celso Villavicencio, a quien el rumor popular vincula con el narcotráfico, controla el comercio de la cerveza y la pepsicola. Todo lo que se consume entra por sus trailers y se cobra en su calculadora. Priísta distinguido, no se lleva muy bien con Jorge García León, otro comerciante del tricolor, con quien se pelea y negocia los así llamados puestos de representación popular. García León tiene la concesión de la Purina, los zapatos Canadá y el abasto de azúcar. En su tienda él mismo apunta en una libretita lo que los indios se llevan. "Debes tanto", dice, y anota una rayita más en la medida en que los campesinos indígenas le deben la vida.

Con excepción de unos cuantos municipios, la región poblana de la cuenca se parece mucho a lo que ocurre en la Montaña. Y si estos municipios son extremosos en su marginación, no están lejos los vecinos que tienen por linea de enlace el cañón caluroso del Mezcala, habitados por los campesinos temporaleros sobrevivientes.


Foto: la Tecampana, en Tololoapan, Gro 


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