• Sergio Mastretta
  • 13 Abril 2015
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 Una gasolinera en una esquina como las hay miles en México. Es la esquina de la 11 Sur y el Circuito, en la ciudad de Puebla. No hay un Oxxo de por medio; no se ven negocios adjuntos. Simplemente las bombas o dispensarios, como las llaman los técnicos de Pemex.

Jueves 9 de abril, 8.05 de la mañana.

--¿Quién chingaos se creen para bajar el precio?

Es el despachador José de Jesús Castelán quien escucha el grito. Los dos hombres han bajado de un Honda azul, placas TZJ 5419, le han pedido que llene dos garrafones de plástico con cien pesos de Magna cada uno, pues quieren corroborar que la estación de servicio les cobra el litro a 13.50 pesos y no a los 13.57 que marca el precio máximo establecido por el gobierno.

Efectivamente, la gasolinera ha bajado el precio.

--¿Se sienten muy chingones?

La voz es ahora más fuerte, y ya los dos hombres acosan al despachador. El que maneja el Honda pasa de 50 años, moreno, pasado de peso, pelo entrecano, más alto que el otro, un joven de 30, de pelo chino negro; los dos de mezclilla, los dos de playera.

--¿Por qué hicieron esas pinches mamadas de bajar de precio las gasolinas? --grita el mayor, para establecer que él manda su pequeño comando--. No tienen madre, son unos pendejos y por eso se los va a cargar la chingada.

José de Jesús Castelán tiene la sangre fría:

--Es una promoción de los patrones…

El puñetazo va a la quijada. El despachador está alerta y logra esquivarlo.

--Oigan, qué les pasa a ustedes --dice Jessica Maribel López Díaz, la oficinista de la gasolinera que se ha acercado a la bomba al escuchar los gritos.

--¿Tú eres la encargada? --le dice el que maneja el Honda.

--Así es, ¿cuál es su queja?

--Bueno, pues dejen de estar haciendo esta pendejada de bajar el precio o a ti, a tu jefe y a todos sus pendejos despachadores se los va a llevar la chingada.

Su compañero toma del anaquel que oferta aceites y aditivos la calculadora que Castelán utiliza para multiplicar litros por pesos y centavos y la azota contra el suelo.

--Ya oyeron --dice--, se dejan de mamadas o se atienen a las consecuencias.

El otro saca de la cajuela del Honda un tubo y se lo entrega al chaparro al grito de “rómpeles su madre para que vean que no estamos jugando”. Castelán ve nuevamente venir el golpe y logra esquivar el madrazo, pero no los puñetazos que el  hombre mayor aprovecha para asestarle. El barullo ha atraído a los despachadores Abrahám Castellán Sepúlveda y Carlos Luna Parada, quienes auxilian a su compañero. Los dos agresores suben al auto, arrancan, intentan atropellar a José de Jesús Castelán.  Escapan.

A las 9 de la mañana, los dos sujetos regresan, esta vez en un Audi gris, pero no llegan hasta el área de bombas. Se bajan en la lateral de la 11. El mayor  saca una pistola escuadra negra. Y una vez más, grita:

--¿Ya le avisaste a tu patrón de que tiene que dejarse de pendejadas y vender la gasolina igual que todos? Dile que le doy unas horas para que se deje de sus pendejadas porque voy a regresar más tarde a buscarlo, y si es necesario voy a desmadrar este pinche negocio y a utilizar esto en ese pendejo…

 No es una gasolinera en el noreste del país; no estamos en Reynosa o San Fernando. Aquí, nos dicen, la plaza no está tomada por el crimen organizado. Pero la escena puede formar parte de una película de gánsters dedicados a apalear ciudadanos que no cumplen con sus obligaciones en la industria del derecho de piso. Te sales del carril, y aparecen los sicarios.


 

Escucho el relato que me hacen los señores Alejandro y Edgar Schiavon, poblanos y vecinos míos de toda la vida en el barrio de Santiago en esta ciudad de puebla. A ellos no les queda más que creer que por la reforma energética se romperán los esquemas de sometimiento que mantienen atados a los pequeños propietarios de gasolineras en México.

Si es que logran sobrevivir como gasolineros.

Y pienso en el desastre que hemos construido los mexicanos alrededor de esa palabra que identifica lo mejor y lo peor del Estado mexicano: PEMEX. Y asumo que no puedo comprender todo este complejo proceso sin valorar lo ocurrido en la industria petrolera en los últimos veinte años. El Cártel Negro, le llama la periodista Ana Lilia Pérez en el libro publicado en el 2014 con ese nombre (Grijalvo, 2012): “En los últimos tres sexenios se ha desarrollado un “cartel negro”, un conglomerado de funcionarios, trabajadores, empresarios, contratistas, inspectores, contralores, agentes aduanales, dirigentes y miembros del sindicato petrolero, políticos, ordeñadores, tapineros, huachicoleros, extorsionadores, defraudadores, contrabandistas, y lavadores de dinero que, alineados a los traficantes de drogas se consolidan como una organización empresarial paralela a Pemex, al grado de competirle en el marcado nacional e internacional de combustibles.”

“Aquí sí damos los litros completos”, se afirma en pancartas en distintas gasolineras de Puebla. Profeco estima que por lo menos un 5 por ciento el sobreprecio que pagamos los mexicanos por los litros más surtidos en las gasolineras del país. Las cifras nunca son claras, pero algo llega a saberse, como se pudo ver en la discusión del pleno del Senado de la República en marzo pasado, cuando se votaron las sanciones que se aplicarán a los criminales vinculados con el robo de combustible:

“Además del robo vía tomas clandestinas, se informa en la exposición de motivos del saqueo que también ocurre en actividades relacionadas con la extracción y distribución en campos petroleros, en terminales de almacenamiento y de reparto, en  terminales marítimas, en refinerías y en la carga a buques de gran calado; en estos lugares se alteran los sistemas de medición, las facturas, los sellos y las bandas organizadas que obtienen enormes ganancias. Para 2011, por ejemplo, se estima que el mercado ilícito de combustible dio ganancias por 23 mil 900 millones de pesos. Para el año siguiente, creció a 33 mil 200 millones de pesos” (http://sipse.com/mexico/ley-sanciones-robo-hidrocarburos-gasolineras-141815.html).

  

Alguien roba el combustible. Alguien lo vende en el mercado negro.

 

Y puedo resumir la gravedad de este conflicto que se nos viene encima en lo dicho por la organización de gasolineros AMEGAS en carta del 20 de febrero 2014  dirigida por su presidente Pablo González Córdova al senador David Penchyna Grub --el principal operador por el PRI en el Congreso para imponer la reforma energética:

Son 10,715 gasolineras las que forman la red de Distribución y Comercialización de Gasolinas y Diesel. Habla de 400,000 entre oficiales gasolineros, despachadores, oficinistas y mecánicos, una gran red de comercialización de combustibles que alcanza una Inversión por más de 30 mil millones de dólares. Las ventas a diciembre de 2013 según números de PEMEX son: 190 millones de litros de gasolina y diésel; 109 millones de Magna (58%); 21 millones de Premium (12%); 60 millones de Diesel (30%).

Y este es el diagnóstico que hacen: ni siquiera están seguros de que Pemex les venda los litros que dice que llegan a sus tanques en los camiones cisterna:

“Pemex suministra combustibles sin certeza volumétrica, pues no hay normas oficiales que regulen sus instrumentos de medición de flujo. Ninguno de los combustibles suministrados por Pemex cumplen con la normatividad relativa a los niveles máximos de azufre.

Y dice del libre mercado en México:

“No hubo competencia, porque sólo se vendieron marcas de gasolina y diésel marca Pemex, y el precio es el mismo en todo el territorio nacional (…)  No hubo libre concurrencia, y sí libertinaje, anarquía y corrupción en Ayuntamientos: cobros por más de un millón de pesos por dictamen favorable de uso de suelo y por un millón en Licencia de Construcción (…)  Existe corrupción en el otorgamiento de Constancias de Trámite en Pemex (…) Más de dos mil municipios no tienen reglamentos para instalación de gasolineras.

Y apunta al problema de fondo que ha provocado la rebelión de los gasolineros Schiavon:

“No se deben otorgar permisos para construir y operar una nueva estación cuando la propuesta se encuentre a una distancia menor a 2,000 metros de una estación ya establecida en áreas urbanas y de 20 mil metros en áreas rurales y carreteras.”

Alejandro Schiavon, concesionario de la estación de servicio número 5233, decidió creer en una de las consecuencias visibles de la reforma energética en México: la competencia entre permisionarios gasolineros establecida por Pemex como nueva regla del juego a partir del pasado 1 de enero.

“Bajamos los precios por cuenta propia --dice el empresario que desde 1998 opera esta franquicia--, aunque ello signifique reducir el margen de utilidad, pero es la única manera tenemos de recuperar clientela. Es una decisión riesgosa, pero es consecuencia de un hecho real, en los últimos dos años han abierto cuatro gasolineras alrededor de la nuestra a menos de 500 metros de distancia. Nuestras ventas se han reducido en dos terceras partes en ese lapso.

  

El enredo de gasolineras en Prados Agua Azul.

 

El problema es complejo, y da una idea de los esquemas que la privatización de la industria petrolera arrojará para el país. A fines de 1998 Pemex tenía registradas 4,173 gasolineras; quince años después contabilizaba 10,715.

Con la reforma energética se viene encima la apertura del sector de venta distribución de gasolina sin reglas claras que identifiquen y enfrenten los problemas. A partir de 2017, habrá gasolineras con marcas distintas a Pemex. A partir del 2018, se podrá comercializar gasolina importada por nuevos distribuidores que competirán con Pemex.

Y los nombres de esos competidores tienen marca Shell, Chevron, Exxon, etc. Y otros que no provienen de la industria petrolera: consorcios comerciales trasnacionales, como FEMSA-OXXO y o muy competitivos en México, como Chedraui, hoy ya prósperos operadores gasolineros.

Nunca ha habido competencia por precios de gasolina en México. Nunca ha habido competencia por calidad de gasolinas. Nunca ha habido competencia por calidad en los servicios. No sólo no hay reglas sino que no hay un conocimiento de fondo de lo que ocurre en este mercado. No se conocen cifras, difícilmente hay análisis sobre el comportamiento del consumo. Las ventas promedio por Estación de Servicio debe ser uno de los indicadores de mayor relevancia para la evaluación de los estudios de mercado y de viabilidad técnica y económica que permita analizar la conveniencia en la instalación de nuevos puntos de venta de combustibles. ¿Los tiene Pemex? ¿Los tienen los organismos patronales de los gasolineros? Por supuesto que no los tienen los funcionarios de los ayuntamientos que en el país autorizan el cambio de uso de suelo y otorgan las licencias de construcción.

Según Jorge Luis Pedraza Navarrete , de la Asociación de Distribuidores de Gasolina y Lubricantes (Adigal), la inversión por gasolinera alcanza más de 2.5 millones de dólares, que se recupera sólo en más de 7 años. Y da una idea de lo que se les viene encima, pues identifica una baja real en el consumo de combustibles: en el 2006, promedio era de 19 litros por carga, y en el 2015 el promedio bajó a 12 litros.

Según José Ángel García Elizondo, presidente de la Organización Nacional de Expendedores de Petróleo (Onexpo), en un reportaje publicado en Forbes, en México hay 10,800 gasolineras, un negocio que genera ganancias por cerca de 730,000 millones de pesos anuales, con inversiones en modernización de instalaciones y construcción de nuevas estaciones en la red por más de 200,000 millones de pesos para la construcción de nuevas estaciones.

Pero no todos los gasolineros son iguales: hay 5,200 empresarios con una sola gasolinera, y 2,500 que sólo tienen dos. Pero el margen de ganancia que obtienen los empresarios por la venta de combustibles alcanza tan sólo 6% del volumen comercializado, por lo que la presión sobre ellos es muy fuerte. Para el dirigente gremial lo que les queda es la reconversión de las gasolineras en estaciones de servicio: restaurantes, celulares, autolavados, etc.

“El mercado se va a consolidar y los grupos que tienen posibilidad de hacer inversiones en la infraestructura que hace falta tendrán la posibilidad de adquirir gasolineras de algunos empresarios que sostienen estos negocios de forma marginal” dice un socio director de la firma Marcos y Asociados en el mismo reportaje de Forbes.

Oxxos y Chedrauis, entonces, como relata Edgar Schiavon, apoderado de la empresa Servicar en la 11 Sur y el Circuito: “Se sabe Entre los gasolineros que OXXO ya ha comprado al menos 300 gasolineras en todo el país, y que va por más. Y en Veracruz Chedraui ya tiene 50 y quieren comprar muchas más.”

No es difícil prever lo que ocurrirá, si se atiende a la información que la propia empresa regiomontana FEMSA, propietaria de las más de 12,800 tiendas OXXO y que desde 1995 opera 227 franquicias de gasolinera propiedad de concesionarios, en el país ofrece al público:

“Al 31 de diciembre del año pasado --dijo a El Economista el director corporativo de Finanzas de FEMSA, Javier Astaburuaga--, había 227 estaciones Oxxo Gas, la mayoría ubicadas junto a una tienda Oxxo, y generaron 16,178 millones de pesos en ingresos por la venta de gasolina y productos relacionados durante el 2014, que corresponden al 15 por ciento de los ingresos de OXXO.”

(http://eleconomista.com.mx/industrias/2015/02/27/reforma-abre-puerta-gasolineras-femsa)

Y explica: FEMSA comprará las 227 gasolineras y abrirá 50 más por año en los próximos cinco; planea, además, abrir al menos dos tiendas OXXO todos los días hasta el año 2002, es decir, 5840 establecimientos más.

  

Coca Cola + Oxxo + gasolineras = privatización energética… (Imagen tomada de http://www.pixvector.com.mx/project/1)

 

No necesito ser experto para saber lo que se viene para las gasolineras propiedad de pequeños empresarios como los Schiavon. Serán comprados y/o desplazados por estos gigantes comerciales que encuentran en las reformas una puerta más para su expansión en México a costa del pequeño comercio.

OXXO Gas es el primer resultado concreto de la desnacionalización de la industria petrolera.

“La competencia es un hecho ineludible que no lo provocamos nosotros --dice Alejandro Schiavon--, tarde o temprano iba a comenzar porque es un mandato derivado de la Reforma Energética, si las agrupaciones no lo quieren ver así,  pues simplemente están cegándose ante la realidad. Desde luego que la estrategia gubernamental de promover la competencia a partir de un precio máximo a la baja, incumple con dos conceptos básicos de la libre competencia: ‘múltiples abastecedores y total libertad en los precios a ofrecer’, pero por algo tenían que empezar y así lo hicieron a partir del 1 de enero del presente año en que establecieron un precio tope.”

Así que en franca rebelión contra las directivas de su gremio, los hermanos Schiavon bajaron sus precios.

A media mañana del jueves 9 de abril, funcionarios de PEMEX se comunicaron con los empresarios de Servicar para ordenarles que quitaran sus mantas. “En eso tienen razón, la norma prohíbe poner mantas dentro del área de la gasolinera.” Las quitaron.

Ese mismo día, dirigentes de las asociaciones de gasolineros cuestionaron la decisión de Alejandro Schiavon:

“Dijeron --cuenta Alejandro-- que bajar los precios es una estrategia que genera suspicacias entre los consumidores en el sentido de que los gasolineros no despachamos correctamente y que refuerza la idea colectiva de operaciones irregulares. Pero yo digo que la desconfianza de los consumidores se sustenta en hechos reales y no en figuraciones, por lo que cada gasolinera ha sido y es responsable de la opinión que los tienen los consumidores sobre la cantidad y calidad de los productos y servicios que ofrece.”

Y les dice a sus colegas gasolineros: “Las agrupaciones, en vez de continuar con sus críticas y negando algo que repito es inevitable porque ya está dentro del marco de la Ley, deben preocuparse por informar, explicar y orientar a sus agremiados sobre la manera en que pueden enfrentar la competencia que ya comenzó y que a medida que pase el tiempo será mayormente feroz.”

  

La rebelión de Servicar…

 

El domingo 12 de abril acudo a la gasolinera de Servicar. Los dispensarios marcan el precio de la Magna en 13.50. Han vuelto a plantar las mantas que anuncian la baja de precio, pero lo han hecho montadas en los bordes externos de la gasolinera. Eso no puede impedírselos Pemex.

Los señores Schiavon ya presentaron querella ante el Ministerio Público.

No han vuelto los golpeadores a cumplir sus amenazas. 

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