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El libro de la historiadora poblana Rosalva Loreto La ciudad como paisaje, editado por la Botello Educación y Cultura. Asesoría y Promoción, S. C. y la BUAP está ya en librerías. Con autorización del editor, ofrecemos aquí  el texto del Doctor Francisco Vélez Pliego con el que el libro se presenta.

 

A través de una ardua reconstrucción historiográfica Rosalva Loreto López nos presenta una novedosa propuesta de lectura de la historia urbana y del patrimonio edificado de Puebla. Imágenes y descripciones de recorridos nos introducen en un debate amplio y complejo sobre los procesos sociales, culturales  y políticos que forman parte de la historia material de la ciudad, pero también que subyacen a la formación de las instituciones y normas avocadas a su preservación y a la constitución de una conciencia social sobre la importancia de la misma.



El libro La ciudad como paisaje, de Rosalva Loreto López

 

Metodológica y técnicamente en este libro se han recorrido diversas facetas de la historia urbana; formal, estética, arquitectónica, demográfica, social y ambiental en la búsqueda por comprender el sentido y dimensiones de la ciudad de Puebla entre 1950 y 1980. Esta periodización queda superada  dada la formación académica de la autora pues procediendo de la historia, ésta  efectúa una integración de procesos de larga duración que sirven para explicar el funcionamiento del actual centro histórico conformado a lo largo de cuatro siglos. Para el lector las imágenes y descripciones de la ciudad y la arquitectura específica de un monumento en un momento determinado de su devenir histórico, se le presentan de manera sucinta, inmediata, comparada, contrastada, se generan una serie de actitudes emocionales asociadas con el presente mismo de cada casa, calle o zona de la ciudad.

 
Patio poblano. Aguafuerte. Ramón Pablo Loreto.

Otro mérito del volumen que ahora nos ocupa tiene que ver con las fuentes documentales que le sirven de sustento, la más importante y a través de la cual se estructuran los dos volúmenes que configuraran la obra completa, fue el fondo documental conformado por el archivo de Ramón Pablo Loreto, padre de la autora. Este acervo fue integrado a lo largo de cincuenta años de lucha social encaminada a la defensa del patrimonio edificado de la ciudad. Se trata en primer término de la paciente labor emprendida por este personaje en la que buscó documentar la riqueza cultural  de la ciudad, lo cual le llevó a hacer acopio y realizar numerosos fotografías, grabados, pinturas y descripciones de fincas, ambientes urbanos e intervenciones efectuadas a lo largo de medio siglo. Este acervo hubiese podido correr la suerte de innumerables archivos privados poblanos si no se hubiesen conjuntado una serie de circunstancias afortunadas: la voluntad de la familia de don Ramón Pablo Loreto, la sensibilidad del entonces director del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad  Autónoma de Puebla, Agustín Grajales Porras y la labor de la Asociación Civil “Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México” (adabi) que permitió apoyar el traslado, clasificación y el resguardo adecuado y permanente de esta serie documental en las instalaciones del propio Instituto.

A toda esta información gráfica se le añadió la documental procedente de archivos históricos; del General de Indias, se trabajaron los padrones de población de la época colonial y se complementó la información demográfica con los procedentes del Archivo Histórico Municipal para el siglo xix. La siguiente centuria se cubrió con información del Archivo General de la Nación. Todo esto con el objetivo de sustentar la capacidad de ocupación de una ciudad colonial a lo largo de los siglos. Este ejercicio será de utilidad para la consideración de las políticas de re poblamiento del suelo del actual centro histórico.

Toda la información se vertió en planos que individualmente mostraban la  localización actual de cada inmueble asociado a referentes inmobiliarios como iglesias o plazas, esto con el fin de dimensionar el lugar del sitio descrito en la manzana que lo contiene asociando su ubicación con inmuebles históricos que aún se conservan y los “espacios del vacío” dejados por la destrucción de otros también históricos.     

El volumen que ahora nos ocupa se organiza a partir de presentar  una semblanza del personaje, y de cuatro capítulos con tres anexos. El primero apartado corresponde a “Una gráfica historia” y nos remite al estudio de la participación de los artistas de la plástica nacional y local en un movimiento cultural más general que contribuye a perfilar la constitución de una identidad nacional. Esta  va a influir decisivamente en la configuración de una conciencia social a favor de la preservación de los monumentos históricos de la ciudad. En efecto si como señala Giménez (2003), uno de los sentidos básico de la noción de cultura se refiere al proceso social de puesta en valor de un conjunto de obras, la labor última de Ramón Loreto y sus colegas del Primer Núcleo de Grabadores Poblanos tuvo este propósito.

Claustro de la Concepción, 1950.


La Concepción, año 2000.

 

El segundo capítulo “La ciudad y sus imágenes: La fotografía documental, una metodología de rescate patrimonial”, hace referencia a la inclusión de Loreto como fotógrafo de la arquitectura y la transición de esta metodología a la del registro documental. En este apartado se vislumbra la sensibilidad  del artista plástico, del grabador, de sus conocimientos teóricos sobre la imagen y la perspectiva, de sus atributos estéticos y sus aportes culturales aplicados a la tecnología de la fotografía. A través de las series se deja ver la primigenia sistematización de observar y recorrer cada calle de la Puebla de la década de los cincuentas y la focalización de también iniciales problemáticas de destrucción. Esta temática abre el tercer capítulo intitulado “Irrupciones, discontinuidades y adaptaciones. Las primeras aproximaciones a la problemática patrimonial”. Esta se refiere a la destrucción-renovación de los espacios urbanos e inmuebles que experimentaron alteraciones asociadas con la modernización de la vida urbana, en este capítulo la autora se centra en presentar el impacto visual y funcional de la erección de  estacionamientos, terminales camioneras, cines y comercios localizados en una treinta de calles de la actual zona monumental.

Portal de Peregrinos, 1984

 

En el último capítulo Rosalva Loreto se centra en definir “La casa como monumento” haciendo énfasis en su comprensión más como una categoría aglutinante que como un adjetivo de valoración en sí mismo. Esta propuesta parte de comprender que cada inmueble  articula relaciones sociales y materiales que a su vez son incluidas en procesos de mayores dimensiones. Se dedica este apartado a dieciocho casos en los que Ramón Loreto y sus colegas, artistas plásticos y libre pensadores intervinieron para el salvamento de inmuebles. Las descripciones nos permiten acercarnos a las diversas obras que conforman el legado arquitectónico de este grupo ya conformado en el Comité Defensor del Patrimonio Cultural Poblano. Todos estos casos tienen como telón de fondo la exposición de una multiplicidad de aprovechamientos o usos del suelo: edificaciones educativas, de salud, espacios industriales, espacios públicos, inmuebles gubernamentales, viviendas residenciales y populares. La autora recorre edificaciones que poseen diversas tipologías arquitectónicas gestadas y transformadas a lo largo de la segunda mitad del siglo xix, y nos recuerdan la destrucción del barroco, del clasicismo, la introducción del neoclásico y del romanticismo para  desembocar en la denominada comúnmente arquitectura porfiriana que resulta de una mezcla de elementos con influencias de estilos neo góticos, provenzal, romántico y bizantino hasta desembocar en el eclecticismo. Mezcla que no obstante su heterogeneidad logró integrarse en el paisaje de la ciudad renacentista. Agrupadas estas descripciones muestran algunas de las transformaciones en detalle de los inmuebles y espacios públicos relacionados con las intervenciones urbanas ocurridas entre 1950 y 1980, irrupciones en la funcionalidad urbana catalogadas de modernidad.

 

Trabajo de reconstrucción.

 

 

 

La modernización de la vida urbana dio origen desde las primeras décadas del siglo xx a la emergencia del movimiento conservacionista. Inicialmente este movimiento fue animado por la difusión de la Carta de Atenas para la Restauración de Monumentos Históricos en 1931, la posterior aparición de la Carta Internacional sobre la Conservación y al Restauración de los Monumentos y Sitios surgida del II Congreso Internacional de Arquitectos y Técnicos de Monumentos Históricos, en Venecia en 1964, así como la Carta  Internacional para la Salvaguarda de Ciudades Históricas acordada por el icomos, organismo consultivo internacional de la unesco en 1987, entre otros documentos, estos ejemplos ilustran la evolución de la valoración tanto de inmuebles como de elementos urbanos, individual o conjuntamente considerados como parte del universo de expresiones materiales que deben ser conservados. En este contexto  intelectuales, académicos y artistas de talla internacional como de Manuel Toussaint, Francisco de la Maza, Diego Rivera, Frida Kahlo, Edmundo O´Gorman, Erasto Cortes y muchos más conjuntaron sus esfuerzos para apoyar los movimientos de rescate y conservación patrimonial en las principales ciudades de coloniales de México. A nivel local la sensibilidad histórica de Hugo Leicht y Enrique A. Cervantes  permitieron y permiten valorar el capital cultural de la segunda ciudad más importante del virreinato de la Nueva España. 

En continuidad con estas tendencias “conservacionistas”, mención aparte merece el anexo del “Catalogo de Monumentos Arquitectónicos, Artísticos e Históricos” elaborado por Ramón Pablo Loreto en 1964 y que se inserta en la problemática de destrucción-renovación de bienes culturales, entre ellos los espacios urbanos e inmuebles históricos localizados en el centro de la ciudad. El mencionado “Catálogo” cobra importancia en la década de los sesentas, en el seno del entonces Instituto Poblano de Antropología e Historia.[1] Por los antecedentes que hoy conocemos del trabajo de su autor, y del inventario desarrollado bajo la denominación de “Catálogo” y cuyo índice fue publicado en 1985,[2] sería posible aventurar la hipótesis de que el trabajo inicial del maestro Loreto influyera en la formulación de este último. Este segundo documento, como señala el profesor  Pedro Ángel Palou, entonces Secretario de Cultura del Gobierno del Estado, incluía el índice del fichero de Monumentos elaborado bajo la coordinación del doctor Efraín Castro Morales. De acuerdo con la descripción proporcionada en esa introducción, hecha por el propio Secretario de Cultura de aquella época, el fichero contenía: un inventario fotográfico, levantamientos arquitectónicos, plantas, fachadas y cortes de los inmuebles; una ficha técnica del estado de las construcciones identificando épocas, agregados y mutilaciones y una cédula de datos históricos. Al igual que el “Catalogo” de 1964 que nunca se editó, el de 1985  tampoco ha sido difundido. 

En la actualidad básicamente se continúa consultando el decreto oficial de la Zona de Monumentos Históricos de la ciudad de Puebla de Zaragoza de 1977. Esta se encuentra integrada por 391 manzanas que comprenden 2619 edificios de valor histórico construidos entre los siglos xvi y xx, de los cuales 61 fueron destinados al culto religioso, 71 a fines educativos y servicios asistenciales así como 27 plazas y jardines, restando 2487 edificios civiles. Todos estos elementos comprendidos en una superficie considerada es de 6.9 km2 de los cuales 5.9 km2 corresponden a la zona de monumentos y 1.0 km2 a las zonas de protección b1, b2, b3 y b4. Este documento ha servido de base para el ejercicio de las atribuciones que la ley otorga a las entidades de orden federal, estatal y municipal, en materia de usos del suelo, permisos de construcción, dictámenes técnicos en materia de intervención de inmuebles, y todos aquellos aspectos relacionados con el patrimonio edificado.

Las acciones y estudios de proyección territorial desde 1976 se han enfrentado a la necesidad de identificar plenamente los inmuebles sujetos a protección específica, para lo cual cada ejercicio de planeación sobre la ciudad histórica incluye con menor o mayor acierto trabajos de campo y gabinete para precisar inventarios de este patrimonio. Es en este sentido que el presente estudio  contribuye a colmar una laguna de información en el largo proceso de identificación de los principales inmuebles con valor en la zona de monumentos de la ciudad de Puebla. Este texto junto con los trabajos desarrollados por diversos investigadores y especialistas nos puede dar un panorama de la enorme riqueza que tuvo la ciudad histórica y algunas de sus pérdidas más significativas.

Las imágenes, documentos y comentarios realizados en su momento por Ramón Pablo Loreto contenidos en su acervo documental junto con el esfuerzo de organización e interpretación realizados por Rosalva Loreto en este volumen, sin lugar a dudas contribuirán a esclarecer una parte de la historia del patrimonio edificado con valor histórico o artístico de la zona de Monumentos, de las transformaciones ocurridas en la ciudad y de las pérdidas irreparables que se han acumulado, el texto que aquí presentamos se suma a este esfuerzo por documentar el largo proceso de destrucción-renovación de la ciudad aportando elementos para su comprensión actual y futura.

 

 

1  Este comprendió un catálogo de 1318 inmuebles de los siglos XVI al XIX. Identificados entre 1952 y 1964.

2  Catálogo de monumentos arquitectónicos, artísticos e históricos de la ciudad de Puebla. Gobierno del Estado de Puebla, Secretaria de Gobernación, Registro Público de la Propiedad, Edición de 1985.