• Sergio Mastretta
  • 24 Enero 2013
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Por: Sergio Mastretta

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La carretera trepa desde los mil metros en el valle hasta los antiguos territorios de refugio de los pueblos originarios, mil 500 metros más arriba. Y en ella aparecen las imágenes. Porque a la vuelta de la carretera están los vestigios de la presa El Purrón, con su montonera de 400 metros de largo y treinta de altura, toda ella de adobe cargada con mecapal en la espalda por miles de trabajadores, una cortina estricta todavía a la vista aunque se haga pasar como una loma más de las que rompen la caída de la sierra, con derramadero y canal de encauce de las aguas de riego, de más de 2,800 años de antigüedad. Un dique construido por los popolocas para abastecer los cultivos de maíz, frijol, chiles y calabazas de aquellas primeras aldeas agrícolas, un embalse de agua que en buena medida explica domesticaciones de plantas todavía más antiguas como las calabazas tamalayotas, aguacates, chupandilla y amaranto, hace por lo menos siete mil años. La base nutricional de las civilizaciones mesoamericanas.

Y en un retorno de la vista hacia el valle la cuadrícula de los cañaverales, prototipo de la economía campesina vinculada a la agroindustria capitalista, ahora mismo en temporada de corte para el ingenio de Calipan, paralizada esta semana por el descontento cañero por el bajo precio de la tonelada de azúcar, sometido el mercado por la importación indiscriminada de fructuosa.

Y en ese mismo plano el valle entero, ya contemplado desde los mil metros que hemos trepado por la carretera, los pueblos de Coxcatlán, Zinacatepec, San José MIahuatlán, Altepexi, San Gabriel Chilac, con sus caseríos bajos, sus techos planos, grises, todavía aquí y allá perseguidos por las empalizadas de carrizos, entreverados por las acequias y las antiguas disputas por el agua de las norias y las galerías filtrantes que los campesinos han escarbado desde hace más de trescientos años, y por todas partes perseguidos por los galerones de techo laminado de los emporios hueveros en Tehuacán, en un juego de espejos contra el sol cansino de enero.

Atrás queda, entonces, el valle de Tehuacán, a mil metros sobre el nivel del mar. Al final del curverío, las lomas altas de la Sierra Negra con lo que queda de sus bosques de pino y encino, con sus pueblos y aldeas localizados en las casillas con las que los funcionarios federales  establecen los rangos de nutrición y desnutrición en México, en toda esa suma de variables socioeconómicas con las que se da cuenta si un pueblo cae o no en el pozo de la pobreza extrema.

Porque en México todavía mueren por hambre 23 personas al día. Y la perspectiva más dramática: tres de cada cuatro personas que así mueren son adultos de más de 65 años.

 

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4 de octubre del 2011. En el auditorio municipal de Coyomeapan, trepado en el único terraplén disponible en esta cañada profunda, el grupo Alternativas firmó un convenio con el ayuntamiento y la SEDESOL federal para la realización de un programa de nutrición a la población infantil menor de cinco años con desnutrición y las madres embarazadas, junto con la producción de estudios de campo para desarrollar propuestas de mejora en el tema de agua y saneamiento de las localidades a través del estudio de las cuencas de los arroyos y ríos existentes en el territorio.

Para el programa de Nutrición Alternativas realizó un diagnóstico preciso: Coyomeapan tiene tres localidades con menos de cien habitantes (147); treinta y dos entre 101 y 500 (9,149); dos entre 501 y 1,000 (1,228); y tres entre 1,001 y 1,400 (3,681). En total, 14,205 personas, de las cuales 2,285 no tienen más de cinco años.

Y programó sus actividades de octubre a febrero: mapeo y ubicación de localidades y rutas; diseño del programa de capacitación para integrantes de brigadas; elaboración de materiales didácticos; selección, contratación y capacitación de técnicos y profesionistas que integrarán las brigadas; presentación inicial del proyecto en cada una de las localidades y con la presencia de sus autoridades; y evaluación del estado nutricional de los niños menores de cinco años. La capacitación tiene en el taller “Siembra y consumo de amaranto orgánico” uno de los elementos fundamentales para la vinculación de las familias campesinas al programa. Y para las madres de familia el taller “Educación en nutrición con el plato del buen comer”.

Y con cada uno de los niños realizaron las siguientes actividades: elaboración de historial clínico y frecuencia de consumo de alimentos, con entrevistas a cada madre de familia; toma de peso y talla y valoración de signos clínicos; valoración de estado nutricional y detección de casos de desnutrición; entrega de paquetes de amaranto Quali a cada uno de los niños y niñas de todas las localidades, con la capacitación a las madres de familia en su modo de preparación y consumo.

A partir del diagnóstico de cada niño, el equipo de Alternativas realizó un seguimiento mensual de su estado nutricional, con informes directos a las madres de familia. En febrero del 2012, Alternativas presentó los avances del programa de Nutrición en su fase de diagnóstico y arranque:

Total de niños comprometidos para atender:            2,000

Total de niños con evaluación nutricional:                  1,626

Total de niños con desnutrición                                        723

Porcentaje de niños que presentaron desnutrición:   44 %

También en octubre del 2011 Alternativas inició el programa Agua para Siempre en Coyomeapan. Elaboraron el mapa de las cinco cuencas tributarias existentes en el municipio, con digitalización e incorporación al sistema de información geográfica, con la organización de los datos reportados por INEGI: identificaron que de las 3,104 viviendas el 51 por ciento de las viviendas no contaban con saneamiento y el 45 por ciento no tenían agua.

De ese día de octubre traigo las fotos de las madres y los niños de Coyomeapan.

 


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