".$creditoFoto."
Por: Sergio Mastretta

Pero la enseñanza más importante es que cambiar el mundo es un asunto mucho más complicado que interpretarlo. Esto no significa que debamos abandonar nuestras esperanzas por un mundo mejor. Eric Hobsbawm

 

Estamos en guerra en México. Por lo menos en la tierra caliente de Michoacán y Guerrero.

La frase que lo ilustra es del médico cirujano José Manuel Mireles Valverde, de Tepalcatepec, Michoacán: “Todo detonó cuando el narco abusó de nuestras esposas e hijas”. Antes lo habían soportado: los secuestros, las extorsiones, los asesinatos. Tuvieron que llegar las violaciones a una docena de estudiantes de la secundaria en la localidad para que se decidieran.

Entonces se lavantaron en armas. Y narraron en un video lo que los llevó a tomar la decisión de enfrentar a los matones de los Caballeros Templarios. Y cómo siguieron los pasos de los pueblos de la meseta purépecha. “Por un Tepalcatepec Libre” escribieron en mantas y camisetas; “Autodefensa ciudadana” rotularon en sus camionetas. Y volvieron a recordar lo que todo mundo sabe hace mucho: que las policías municipales y estatales son parte del crimen organizado.

Y recuperaron sus pueblos.

 

+++++

 

La tierra caliente mexicana identifica esa inmensa cañada de la Cuenca del Balsas,  abierta en el surponiente por los ríos Atoyac en Puebla y el Mixteco en Oaxaca que desembocan en el Mezcala-Balsas en Guerrero, y el río Tepalcatepec en el occidente, desde la frontera de Jalisca y Colima con Michoacán. Más de 75 mil kilómetros cuadrados de un territorio por el que han pasado todas nuestras guerras fundadoras. Morelos, Juárez y Zapata.

No sé si esta será una de ellas. No sé si llamarla guerra civil. Pero sé que más nos vale comprenderla. Empecemos por apreciar la variedad de acontecimientos. Van algunos.



Vivienda abandonada en San Luis de la Loma, Tecpan de Galena, Gro (Foto tomada de Proceso)

 

Leo la noticia de hoy miércoles 31 de julio:

“Un grupo armado irrumpió en dos poblados del municipio de San Miguel Totolapan, atacó a los habitantes y quemó sus viviendas, indican reportes oficiales. El hecho se registró este domingo en las localidades de San Rafael y Las Escuitas, no obstante, hasta hoy trascendió esta acción criminal que exhibe la falta de autoridad en la región de Tierra Caliente y la brutal disputa entre grupos criminales por el control de la zona. Los poblados atacados se encuentran enclavados en la Sierra Madre del Sur, a tres horas de distancia de la cabecera municipal, sobre un sinuoso camino de difícil acceso que dificulta la comunicación, indican los informes.” (Proceso 1917)

Foto tomada del blog La Colmena

 

Y lo que narra para el blog La Colmena (http://tinyurl.com/kld3jdf) un hombre que encabeza la movilización campesina contra los Caballeros Templarios en Aguililla, Michoacán:

“Primero, me gustaría decir que está es una de las zonas pioneras en Michoacán en el cultivo y tráfico de drogas desde medio siglo atrás. Aquí surge el cártel del Milenio, uno de los más poderosos económicamente en el mundo. Así que siempre vivimos entre grupos de narcotraficantes y hasta hace poco se veía como algo normal, en aquel tiempo era un orgullo ser compadre de uno de ellos.

“Al inicio todo parecía estar bien porque llegaron con la bandera de acabar con los robos y los delitos del fuero común. Pero más tarde, ante un vació de poder se convirtieron en nuestro gobierno y desde ese entonces el gobierno del estado no tiene el poder en Aguililla. El pueblo estaba aparentemente tranquilo, pero un día empezaron a cobrar cuotas y ahí inició el descontento popular. Después comenzaron a darse violaciones de niñas y jóvenes, pero no se sabía nada porque las familias eran obligadas a guardar silencio o se les expulsaba de la comunidad.

“Eso empezó a complicar más las cosas y cuando nos dimos cuenta de eso y de que se cobraban cuotas por las cosechas y se controlaban las actividades productivas, para nosotros fue hora de hacer este movimiento, de liberarnos de ese yugo. Había la anuencia de las autoridades, lo sabemos, en aquellos tiempos recibían un soborno. Pero cuando los cárteles se hacen más peligrosos es a partir de que Los Caballeros Templarios ganan la plaza de Aguililla a sangre y fuego

“Cobraban 50 centavos por caja de limón cortada a los productores, y ahí, cuando comenzaron a cobrar por actividades productivas y cuando comenzaron a molestar económicamente a la gente más pobre en la región, iniciaron las protestas, siempre calladas, en las esquinas.

“Así, fue degradándose igual que en el resto del país, se convirtieron en grupos armados que comenzaron a controlar territorios, que en un principio sólo se supeditaba al tráfico de drogas, luego pasaron a controlar los cultivos, los precios y el mercado.

“Y eso derivó en un cártel que no sólo controlaba el trasiego, cultivo y venta de enervantes  sino que se dedicaron al cobro de cuotas. Aquí en Agililla comenzaron con los aserraderos como a los dueños de los montes, luego controlaron el precio del ganado, al productor y a los carniceros. También comenzaron a cobrar cuotas con los mineros.

“A los dueños de aserraderos les cobraban 100 pesos por metro cubico de madera, a los productores de ganado 3.50 pesos por kilo, cuota que también incluía a los carniceros. A los ganaderos les fijaron un precio por debajo de lo que se manejaba en otros estados y de ése nadie podía pagar más porque sólo se les podía vender a ellos, igual que el maíz.”





Si no bastan las noticias diarias, hay una, la de ayer por el INEGI, y que documenta la prensa, resume nuestra tragedia:

 “La guerra contra el crimen organizado durante el sexenio de Felipe Calderón dejó un saldo de 121 mil 683 muertes violentas, según datos dados a conocer hoy por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Estas cifras se desprenden de los registros administrativos generados por cada entidad federativa, básicamente de defunciones accidentales y violentas. Los reportes contienen registros de 4 mil 700 oficialías del Registro Civil y mil 107 agencias del Ministerio Público que mensualmente proporcionan información al INEGI.”

2006: 10,452 muertes.

2007:   8,167 muertes.

2008: 14,006 muertes.

2009: 19,803 muertes.

2010: 25,757 muertes.

2011: 27,213 muertes.

2012: 27,037 muertes.

Se dice rápido: en siete años 132,135 asesinatos.



Ilustración tomada de la revista Nexos.

Marcado para morir:

La revista nexos ha documentado la realidad de estas muertes: se muere joven en México.

"Una marca, no encontramos mejor analogía. Detrás de la tasa de homicidios nacional en México, 25 homicidios por cada 100 mil habitantes en 2011, hay una varianza brutal. Brutal por las diferencias, pero sobre todo por sus implicaciones: hay zonas del país en las que ser hombre, joven y con poca escolaridad es eso, una marca, un augurio de las peores cosas. El extremo de todas: morir asesinado".

Es cierto que en cualquier país del mundo los hombres y entre ellos, los jóvenes, están sobrerrepresentados en las estadísticas de homicidios.1 Así ha sido siempre en México también, pero desde 2007 el crecimiento de la violencia que tiene como objetivo a este grupo poblacional ha sido dramático. Entre 2007 y 2011 murieron en México 80 mil personas víctimas de homicidios. De éstas, 71 mil 875 eran hombres, y de éstos, 51 mil 566 tenían menos de 40 años. Visto de otro modo, en ese mismo periodo los homicidios totales en México crecieron en 161%; pero en hombres menores a 40 años sucedió en 194%. Según datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), entre 2008 y 2010 en promedio, 76% de los homicidios reportados por países corresponden a hombres. En México esta cifra crece a 90%.

Aquí nos limitaremos a cuantificar lo que ya sabíamos luego de seis años (que sumarán siete) de miles de notas y relatos que tuvieron sistemáticamente como protagonistas los cuerpos inertes de hombres jóvenes. Creemos que cuantificar esos cuerpos cumple una función elemental e indispensable: ponderar nuestra pérdida.

http://www.nexos.com.mx/?P=leerarticulo&Article=2204216



Estamos en guerra en México. ¿En qué momento hablamos de guerra civil? ¿Ayuda en algo hacerlo? ¿O basta con que digamos que lo que se vive es una guerra contra los civiles?

¿Por cuánto tiempo más identificaremos los asesinatos que se suceden a todo lo largo del territorio nacional como meros crímenes cometidos por delincuentes a los que se les ha dado un rango superior al englobarlos en la categoría de “crimen organizado”? ¿Por cuánto tiempo más a los voceros oficiales se les ocurrirá identificar a los muertos desconocidos como “presuntamente ligados al crimen organizado”, y a los identificados civiles como “víctimas colaterales”?

¿Vive México una guerra civil?

El buscador de Google ayuda un poco cuando introduces las palabras guerra civil, pues inmediatamente asocia española y El Salvador. Aparece también asociada la palabra secesión que introduce a la guerra civil en Estados Unidos, y más reciente, Siria, a la que miden en su brutalidad ya ni siquiera en muertos sino en dólares (80 mil millones en dos años). Muy rápido, el buscador ofrece el término  Jedi, y el conflicto entonces ya es galáctico y cinematográfico. Y ya sumergidos en la ficción, por ahí encuentro un videojuego llamado  guerra civil en México, y no la pone muy lejos, apenas en 1914, en la esquina.

A México no lo cuela el buscador, y hay que ayudarle con la frase guerra civil en México, que nos lleva a los libros de primaria y a nuestras calles: independencia, reforma, revolución.

Pero a nuestras guerras no les llamamos fácilmente guerra civil. Nuestras más terribles matanzas siempre han ido acompañadas después por la historia oficial que las ha teñido de épica dentro de la corriente de formación del estado nacional. Como si nunca se hubieran matado los mexicanos entre sí.

Tampoco ahora es una guerra civil. Eso lo firman atentamente y tomados de la mano los políticos que se pelean y entretienen “en la lucha democrática por el poder”.

Muy lejos de ellos, en las notas de los diarios y noticieros, la matanza discurre sin freno.

New Yorker, en julio del 2012, publicó un reportaje de William Finnegan sobre la guerra de baja intensidad en Guadalajara:

La revista afirma que México vive una “guerra civil de baja intensidad”

http://www.newyorker.com/reporting/2012/07/02/120702fa_fact_finnegan

 “La parte más débil de la estrategia del ‘kingping’ es la fragmentación de los narcotraficantes en grupos más pequeños ultraviolentos y en guerra. Esta versión de policías y ladrones de la guerra contra las drogas, no puede, en ningún sentido,tomarse a la ligera. La idea de un estado unificado que frenéticamente persigue a los chicos malos es pura ‘pantalla’”

“(…)Dos días antes de que abriera la feria (Internacional del Libro en Guadalajara) 26 cuerpos fueron tirados bajo los Arcos del Milenio, un monumento ubicado en el centro de la ciudad.  Cerca de los cuerpos, que mostraban marcas de tortura, había un mensaje –conocido como ‘narcomanta’— firmado por Los Zetas, el grupo del crimen organizado más temido en México. El mensaje se burlaba del Cártel de Sinaloa. (…)’Estamos en Jalisco y no nos vamos a ir’, anunciaron los Zetas: ‘Esto es la prueba de que estamos metidos hasta la cocina.’”



“¿Guerra civil? ¿Guerra contra los civiles? ¿Guerra incivil? No se trata de una discusión semántica… ¿Guerra civil?,  ¿guerra contra los civiles?, ¿violencia generalizada?” Todo esto se pregunta el académico colombiano  Eduardo Posada Carbó en el texto Sobre la naturaleza del conflicto interno en Colombia, de mayo del 2001. (http://www.ideaspaz.org/portal/images/guerra_civil_2.pdf). Interrogantes que bien haríamos en México en comenzar a responderlos. El académico hace un largo balance de la discusión histórica sobre el concepto de guerra civil. Aquí algunas de ellas:

- Guerra civil es la denominación usada para cualquier enfrentamiento bélico donde los participantes están generalmente formados por dos ejes políticos contrarios. Su característica más común es que el conflicto armado se desarrolla en un mismo país, enfrentándose entre sí personas de un mismo lugar (ciudad, pueblo o comunidad) defendiendo, usualmente, dos ideologías o intereses distintos. En algunos casos, el objetivo es la secesión de una parte del territorio, aunque entonces no siempre se consideran «guerras civiles»

- Guerra civil: la que se da entre bandos contrarios en un mismo país.

- Juan Espinosa, en su Diccionario para el pueblo, publicado en 1855, enumera algunas de las características asociadas con tales conflictos en la América Latina: "en las guerras civiles, políticas o religiosas, se enardecen más que en las de nación a nación las pasiones iracundas del hombre". En tales conflictos "el hermano combate contra el hermano y el hijo contra el padre". Existe en ellos "el empeño de someter indefinidamente a los otros, con la irritación de no poder conseguirlo plenamente, pues que las fuerzas se contrabalancean, los enemigos no se separan, son habitantes de un mismo territorio y se transmiten unos a otros sus no satisfechos odios y venganzas. Son hijos de una misma madre y se desgarran delante de ella, sin respeto alguno". Juan Espinosa, Diccionario para el pueblo: republicano democrático, moral, político y filosófico (Lima, 1855), pp. 545 y ss.

- la doctrina distinguía tres etapas hacia la calificación de una "guerra civil": rebelión, insurgencia y beligerancia.

- Alude, según Castren, a la existencia de "un conflicto armado entre dos órganos opuestos del Estado o de grupos de población dentro de un Estado"

- "conflicto armado de carácter no internacional"

- Según Ramírez Tobón, "la guerra es 'civil' no porque la gran mayoría de la población se alindere según identificaciones con los antagonistas, sino porque los ciudadanos son insumos forzosos para la sostenibilidad de la lucha en aspectos cada vez más amplios de lo económico, lo social y lo político". En suma, la guerra es "civil porque termina por comprometer la materialidad misma de la nación: geografía, individuos, bienes tangibles e intangibles…". Ramírez Tobón, "Violencia, guerra civil, contrato social", pp. 46-54.

- El terrorismo propiciado por los carteles de la droga en la década de 1980 (en Colombia) no tenía precedentes en la historia del país: "for the first time an armed group undertook violence that was deliberately intended to destabilize the state itself". El narcotráfico "significó una transformación salvaje de la sociedad". Y la narcoeconomía ha sido el factor que posiblemente ha influido más en la transformación del conflicto armado. Este no se puede desvincular "de los inmensos recursos financieros que manejan los sectores ilegales, y de la combinación de cooperación y de enfrentamiento entre estos actores ilegales". Por éstas y otras razones, Daniel Pécaut concluye que "nada entonces más lejano de este enfrentamiento armado, que de la anterior violencia". Daniel Pécaut, "Hilos de la madeja", Lecturas Dominicales. El Tiempo, julio 2 del 2000.

- "Más que una guerra civil generalizada", ha observado Eduardo Pizarro Leongómez, "lo que existe es una completa y desgarradora geografía de la violencia."

- El premio Nobel Gabriel García Márquez, al proponerle al entonces candidato Andrés Pastrana una "educación para la paz", se refirió a "los escombros de un país enardecido donde nos levantamos para seguir matándonos los unos a los otros".68 (El subrayado es mío). Este lenguaje, que criminaliza en últimas a la nación, es compartido por altos representantes del Estado y dirigentes políticos de todos los colores políticos. El Espectador,  19 de mayo de 1998.

El documento de Eduardo Posada Carbó fue preparado especialmente para la Fundación de Ideas para la Paz, y se publicó en el año 2001. Siguen sin ponerse de acuerdo los colombianos sobre si viven o no una guerra civil. Y como nosotros, se siguen matando.




Ahí están los dos videos, perlas de un enorme masa de narraciones que puedes encontrar en youtube. La Tuta y el médico cirujano. Uno es el líder visible de los Caballeros Templarios, que prácticamente le pide a Peña Nieto que desarme a las policías comunitarias que representan ciudadanos como la de Tepalcatepec, so pena de que los cárteles de los Zetas y Nuevo Generación se hagan del territorio. El otro, desconocido hasta la publicación de este video, no tiene reparo en decir que fue hasta que los Templarios empezaron a meterse con las esposas y las hijas cuando decidieron levantarse en armas.

 

La tuta

 

http://www.youtube.com/watch?v=hsJv43j7o-U

La Tuta envía mensaje a Peña Nieto

Este video ha tenido 654,260 reproduccciones.

Servando Gómez Martínez, La Tuta o El Profe (Arteaga, Michoacán, 6 de febrero de 1966) es el actual lider del grupo delictivo conocido como Caballeros Templarios, y ex lider de La Familia Michoacana, por debajo de Nazario Moreno González, El Chayo, y de José de Jesús Méndez Vargas, El Chango Méndez. Graduado de la Escuela Normal de Arteaga donde se obtiene su plaza como maestro en 1985.



Médico José Manuel Mireles Valverde, líder del Consejo Ciudadano de Autodefensa de Tepalcatepec, Michoacán. Acusó abiertamente al gobernador interino de tener nexos directos con los Caballeros Templarios. “No somos militares, no somos guerrilleros, yo soy médico cirujano, hay otros compañeros ingenieros, otros agrónomos, otros son empresarios. Simplemente observamos lo que hicieron los purépechas y lo hicimos.”

http://www.youtube.com/watch?v=JR6zUlX7QYU#at=37

Video con 508,122 reproducciones.

 

+++++

“Michoacán sin salida” escribe esta semana en la revista Nexos el académico Falko Ernst, investigador predoctoral y profesor auxiliar en el Centro de Criminología de la Universidad de Essex, Inglaterra (http://redaccion.nexos.com.mx/?p=5387#sthash.Drz27M1v.dpuf), luego de una visita por la tierra caliente michoacana.

 

“Ante un escenario como éste no queda más que preguntarse por qué entonces, a pesar de todo, se dan estos niveles de violencia y desorden. La respuesta es tan directa como compleja: A pesar de la aparente convergencia de intereses entre ambos lados, una acomodo mutuo y continuo depende de la inercia y del silencio de los que soportan los verdaderos costos de un arreglo tal: las poblaciones y la sociedad civiles. La reciente y rápida difusión de modelos comunitarios de resistencia actúa, en este contexto, como un cambio de juego, ya que confronta al gobierno con un dilema que se le presenta como un callejón sin salida. Si sigue un curso orientado al eventual arreglo con los poderes fácticos y de acción (tácita) en contra de los grupos de autodefensa, verá cómo se encuentran prácticamente desvanecidos o su tan ansiada imagen progresista se quiebra irreparablemente frente a la cascada de atención mediática negativa a nivel nacional e internacional. Por el contrario, si sus acciones se encaminan a generar un vacío de poder y quebrantar el débil orden existente, se arriesga a permitir el surgimiento de un escenario cuya virulencia hará que los episodios violentos de hoy parezcan un juego de niños. Ya que, para Los Caballeros Templarios, lo que está en juego no es su participación en mercados ilícitos sino su supervivencia y la de sus líderes. Debería tomarse en serio, entonces, la advertencia de uno de ellos quién en algún momento declaró en entrevista que “antes de que me encierren y nunca vuelva a ver la luz del día nunca más, prefiero morir luchando”