• Sergio Mastretta
  • 21 Marzo 2013
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Sergio Mastretta


El sueño de los pobres

Pero Sebastián Guzmán no murió en el paredón de la plaza, gracias a Enrique Brol, el más fuerte de los ricos de Nebaj. Y ahí comenzó su nueva carrera "Más antes yo muy pobre -decía años después-. Por mi gente probé el cárcel, más que yo soy cófrade no me libré del castigo. Gracias a don Enrique Brol que ayudó conmigo empecé el contratación y ahorita tengo algo de piso. Don Quijote (Enrique Brol) prestó conmigo 10 000 quetzales, a Dios gracias me fue bien el negocio. A los tres meses de contratar ya regresé su pisto con él; al cuarto pagué su interés; al sexto saqué de la agencia dos camión de fiado; al año ya tenía cancelado (pagado) el dos camión. Con la ganancia del camión puse la tienda; con la tienda el motor de nixtamal y con el motor pagué pleito con el licenciado Moscoso para ganar el tierra de mi finca contra la aldea de Xoloché. No en balde Don Quijote me ayudó: yo con mi gente lo logré poner alcalde."

De su gente obtuvo tierras, ganado, casas, votos; todo mediante préstamos impagables. Con las riquezas consolidó dominio sobre la iglesia. En enero de 1970 volvió a ser el primer cófrade de la Cofradía de Santa María, la más importante de Nebaj. Dieciséis días de marimba, aguardiente, cohetes, candelas flores, dos vacas, más de 30 quintales de maíz y numerosos rituales de costumbre y de iglesia lo reafirmaron como Principal. A partir de entonces, todos los cargos públicos indígenas no pudieron obtenerse sin su aprobación.

Un reguero de sirvientes trajinaba en los patios de su casa de dos cuadras. En una esquina la tienda, en otra el molino de nixtamal; un gran portón dejaba ver los camiones y los patios con los montones de maíz y frijol. En el centro de la casa, el despacho, con dos ventanas hacia la calle, escondido siempre por oscuras cortinas. Tres divanes de viejo terciopelo, dos máquinas de escribir y un secretario silencioso. "No me hables en la calle -decía a quien se le arrimaba con algún negocio-. Pasa por mi despacho, a las seis te espero."

Un día se le oyó decir en la plaza: "Gracias a las fincas y a los contratistas, el pueblo se está haciendo grande. Ya es hora que tenga un alcalde indígena. Yo ya trabajé mucho, ya soy hombre grande. Es tiempo de otra persona." Llegado el momento su hijo quedó como alcalde. "Ganó el Sebastián, ganó el Sebastián" se anunció por los caseríos. Y pasearon a Sebastián en hombros por la plaza, estaba en la cúspide de su carrera.

Al parejo de su padrinazgo, corrieron los enfrentamientos por el descontento indígena. "Los xoloché y los tzalbal -comentó enojado el Principal de quienes le disputaban unas tierras- mucho me están jodiendo, ya no respetan la costumbre, ya no respetan el Principal. Son puro pagano. Mejor los metí en su tiempo en la cárcel de Santa Cruz para que ya no sigan molestando conmigo." Conforme crecía el aprecio de los poderosos por él, caía su autoridad entre los ixiles. Los indígenas tomaron el sendero de la resistencia, se opusieron a los contratistas y a través de las comunidades cristianas de base desarrollaron programas educativos y de producción agrícola cooperativa.

Dijeron los ixiles: "En tiempos del Ubico, ya no aguantamos el abuso, pero no estamos unidos, no hay armas, no hay fuerza. Por más de 400 años probamos caminos de vida para nuestro pueblo, comisiones con presidentes, denuncias con abogados, probamos partidos políticos, religión, levantamientos. Camino que abrimos, el rico y el Gobierno lo atajan, siempre es igual. Sólo queda una puerta, el camino de la guerra, más que no nos guste."

Tampoco le gustó a Sebastián y a los contratistas. En 1973, los principales cercanos a Sebastián escribieron al presidente Carlos Arana Osorio: "Ya entró entre nosotros un mal semilla. Son los comunistas; están peleando contra nosotros con cooperativas y esas babosadas." Pero el miedo llegó a los ladinos cuando el Tigre del Ixcán, Luis Arenas, fue ejecutado por el Ejército Guerrillero en los Pobres, poco antes de que Sebastián viera huir a Armando Palacios con sus 30 000 quetzales aquel mes de noviembre de 1975.

En febrero de 1976, Sebastián y los demás contratistas se reunieron en Santa Cruz con el G-2 (servicio de inteligencia del ejército guatemalteco) y le entregaron listas con nombres y datos de la municipalidad. En marzo entró el ejército a Nebaj. El día 10, Jacinto Brito Bernal, José Ceto, Felipe Bernal y varios más integrantes de las comunidades cristianas de base fueron secuestrados y asesinados. Juana Bernal fue secuestrada y violada por la tropa, "por ser madre de guerrilleros". Una granada de fragmentación mató a los tres hermanos de Felipe Bernal. A Rafael Chel lo castraron, luego lo cegaron, lo quemaron vivo y lo degollaron. Fue el inicio de la represión masiva contra los ixiles: en la aldea de Tzalbal fueron masacrados 10 indígenas y en Palop 20; Río Azul y Cocop, con más de 200 habitantes, fueron totalmente arrasadas. En 1980 doce mujeres fueron asesinadas en la plaza de Nebaj.

El Ejército Guerrillero de los Pobres respondió: Elías Ramírez, jefe de la G-2, fue ejecutado en 1976; Luis Canella, capitalista financiador de la represión, ejecutado en 1978; Santiago Villatoro, contratista y comisionado militar, ejecutado en 1979; el general Cancinos, jefe del estado mayor del ejército guatemalteco, ejecutado en 1979; Ruíz Furlán, oficial del ejército asesino de ixiles, ajusticiado en 1980. Durante el verano de 1981, Sebastián Guzmán, encerrado en su despacho, escuchó la balacera entre el Ejército Guerrillero de los Pobres que asaltaba Nebaj y más de 1 000 kaibiles que defendían la plaza.

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El 13 de diciembre, un día frío como todos los días del año en Nebaj, Sebastián Guzmán apareció muerto en la plaza. Su cadáver tenía un recado: "En la guerra no hay pleito chiquito, todo el pleito es grande. El guerra es como un fuego, va a enseñar quién es hermano del pobre y quién es coyote del pueblo. El guerra va a mostrar quién tiene un corazón y quién camina con dos corazones."

(Relato elaborado por Sergio Mastretta con base en el testimonio de Jacinto Galileo, antropólogo guatemalteco, y en el parte de guerra del Ejército Guerrillero de los Pobres. "Ajusticiamos a Sebastián Guzmán en el centro de Nebaj", 13 de diciembre de 1981.Publicado en la revista Nexos en febrero de 1984)


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