• Sergio Mastretta
  • 14 Septiembre 2012
Por: Sergio Mastretta

2 de Julio en la madrugada

Una vez más escribo al final de la jornada electoral: López Obrador es el último en salir en la tele y lo hace con el grito de no estás solo, no está solo de sus seguidores: “No está dicha la última palabra, la información que tenemos indica otra cosa… Ya ustedes conocen que no hubo la equidad que establece la Constitución, es de dominio público el uso de dinero a raudales y la falta de equidad en los medios de comunicación… Actuaremos de manera responsable". Antes ha salido Peña Nieto ya con la bandera a la espalda y con los gritos de presidente, presidente de sus porristas: “Somos una nueva generación. No hay regreso al pasado”. Ahora se repite la historia del año 2000, pero es un presidente panista el que lo felicita: Felipe Calderón habla en cadena nacional apenas el IFE da a conocer los conteos rápidos que dejan las cosas 38.1 contra 31, y se le ve contento, como si esperara que mañana mismo le pone la banda al priista: “Hoy el pueblo de México ha tomado una decisión en las urnas que todos debemos respetar”. Y filosofa, y casi se ríe cuando lo dice: “No hay victorias permanentes, y no hay derrotas para siempre”. Y por si las dudas, encausa la impugnación electoral: “En caso de que existan inconformidades, es fundamental que estas se encaucen por la vía institucional y que se agoten todos los procedimientos contemplados por la ley, y si de ello resulta que hay algo que cambiar en nuestro marco normativo, que se haga también por los medios institucionales.

 

Peña Nieto ya está montado en la victoria: “Es una segunda oportunidad para el PRI… Ejerceré una presidencia democrática, moderna, abierta a la crítica y dispuesta a escuchar”.

Apenas el 24 de mayo del 2011 lo he visto en la televisión renegar en fila de Salinas, Elba Esther, Montiel, Moreira, Yarrinton. “El partido marca evidentemente un deslinde, no está para defender a nadie, cada quien es responsable de sus actos”.

Marcó su raya. Y a otra cosa el candidato. Todavía no se le venía encima el movimiento 132. Ahora nuevamente hemos despertado, y ahí está, oculto en el copete y la carita, el viejo régimen todavía está aquí para marcar los linderos: deslinde, demarcación, frontera; alcances, límites. Aquí empiezo yo, y no acabo nunca. Allá, donde empiezas tú, no iré jamás. El nuevo PRI en la más fiel de sus andanzas: la máscara de la desmemoria. Y si no, pregúntale a las casillas.

Y para rematar, lo que se nos viene, que ya se nos vino encima desde el 2007, cuando el ejército salió a la calle a combatir al narco: “La lucha contra el crimen va a seguir, con una nueva estrategia, para reducir la violencia y proteger, ante todo, la vida de los mexicanos”.

No estaba muerto, dice el dicho, y no andaba de parranda.


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