• Sergio Mastretta
  • 07 Febrero 2013

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A la petunia también la descubrieron los norteños del mundo en los años veinte del siglo XIX. Fueron los franceses y en Brasil, en 1923, y petunias las nombraron por su parecido la planta del tabaco en territorio guaraní.  Las blancas son las más comunes, pero las hay rosa mexicano, rosa pastel, moradas, lilas, rojas bordeadas en blanco, rosa mexicano bordeadas en rosa claro. Y todas con mil ramificaciones atrapadas en el centro. Leo en una liga de botánica que el género Petunia comprende dieciocho especies en Sudamérica, y que pertenecen a la familia de las Solanáceas. En los territorios tropicales su momento de floración dura todo el año, y no tienen espinas, y como me lo prueba la fragancia de una petunia morada, pueden envolverte con su aroma.

Y puedes llevarte una maceta por 7.50 pesitos en cualquiera de los viveros de Cabrera.

 

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El ingeniero Manuel Santiago llegó a Atlixco en 1994, recién egresado de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro, allá en Coahuila. Nació en Cardel, en la costa veracruzana, pero se fue a estudiar a esa antigua escuela cardenista en La Laguna. Trabajó un tiempo en el INEGI, pero no le gustaron los modos de los burócratas en Monterrey, y por un amigo, vino a dar a Puebla. Justo al valle de Atlixco, cuando no se hablaba de invernaderos pero sí del auge de las flores de corte para la exportación, con las flores estatis y latifolia, muy socorridas en Estados Unidos. Casi todas se producían en Rancho San Agustín y en La Joya, y  uno de ellos llegó como encargado.

“Ni dos mil nochebuenas se producían entonces --cuenta--. No había más de tres productores, y en Los Cabrera la mayor parte de la flor que se vendía era de reventa, la traían de Morelos, de Guerrero, de Veracruz y de la Sierra Norte, mucho malvón, belén, cuarterón, bugambilia, cedros limón, cipreses y rosal en bolsa.”

En 1997, después de algunos años de “observador”, como él dice, arrancó con su propio espacio de trabajo, “Vivero Multiflor”, y hasta la fecha. Aquí y allá, siempre en la zona de Los Cabrera, ha rentado tierra para la producción de su propia planta. Y vio cómo poco a poco empezó a cambiar la historia de la floricultura atlixquense.

“Aquí no se producía rosal --dice--, y fueron los productores de San Martín los que la trajeron, porque por allá les hiela mucho. Con ellos inició el viverismo en Atlixco. Eso sería hace unos cuarenta años, cuando lo que por aquí se sembraba era lo tradicional, la flor de corte, el cempaxúchitl, el trigo, la alfalfa, la fresa, los frutales como el aguacate. No pasaban de cuatro o cinco mil metros el plástico en Atlixco. Quince años después, somos 54 productores nada más de nochebuena, ya ocupamos el quinto lugar nacional.”

Manuel Santiago tiene claro que la unión es la única salida para los productores de flores. Fue de los fundadores de Megaviveros hace siete años, y en febrero del 2012 inició el segundo grupo, la comercializadora Vivero Cabrera La Unión.

“Fuimos a Holanda a conocer cómo trabajan por allá, pues muchísima de la flor que producimos de allá viene, como las dalias, los tulipanes, los alcatraces de color. Allí nos dimos cuenta que lo más importante está en la comercialización. De qué te sirve producir si no tienes una buena salida de venta.”

 


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