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Mundo Nuestro. Dos fotógrafas mexicanas –Gabriela Torres Ruiz y Nin Solís-- encuentran en Berlín su decisión absoluta por la fotografía. Cada una entonces crea sus atmósferas. Gabriela Torres Ruiz en el silencio de los espacios vacíos, en la imaginación de los seres que algún día los habitaron y les dieron vida. Nin Solís en la intimidad perseguida de los seres que en la violencia de la migración no dejan de construir sus raíces.

Extrañamiento es el nombre que se le ha dado a la exposición que el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP presenta en una casona restaurada por la Universidad como sede de la Casa de las Culturas Contemporáneas. Con la curaduría de Marcelo  , este texto escrito por Carlos Jesús González para el folleto de presentación de esta propuesta fotográfica, encuentra en el extrañamiento el punto de unión de dos miradas tan disímbolas.

(La foto de portadilla es de Nin Solís, y forma parte de la exposición Extrañamiento.)

 

AUDIO: Extrañamiento, conversación de Sergio Mastretta con Nin Solís

 

Berlín es uno de los lugares que, por su particular historia, por su clima, por

su distribución urbanística plena de zonas intersticiales y, sobre todo, por sus

códigos sociales, más se presta para descubrir fisuras que provocan que el

extrañamiento sea casi una condición natural. No me parece fortuito entonces

que haya sido precisamente en esta ciudad donde ambas fotógrafas tomaran la

cámara como la herramienta definitiva.

 

El título de esta exposición me parece más que acertado, aun cuando los

objetos capturados por ambas artistas en principio parezcan tan disímiles. En

cuanto a las imágenes de Gabriela Torres, lo sometido al extrañamiento es el

objeto más inherente a la propia condición humana: la casa, el hogar. Ya se trate

de aquellas construcciones que tras cumplir su función fueron condenadas al

olvido, ya de aquellas otras que, al no haber pasado más allá de los cimientos,

se revelan como promesas incumplidas: apartadas y, por tanto, extrañadas

del mundo, estas edificaciones han sido ocupadas por la naturaleza, una

naturaleza que, salvaje y desordenada, al tiempo acabará por desaparecerlas,

por extrañarlas también.

 

En el caso de “los otros Dreamers” de Nin Solís es posible percibir un

fenómeno de extrañamiento por partida doble. Jóvenes en su mayoría, personas

extrañadas de un país –voluntaria o involuntariamente– para luego llegar a otro

en el que tampoco logran liberarse de un sentimiento de extrañamiento. La

lente de Solís, sin embargo, parece romper con esta encrucijada al exhibir junto

a sus retratados aquello que viaja siempre con el errante, con el que deambula:

el espacio, los objetos más cercanos, la intimidad.

 

Presentadas hoy dentro de un mismo espacio, las fotografías de ambas

artistas establecen un diálogo que no pasará inadvertido, mucho menos para

aquellos que alguna vez se han sentido ajenos, extrañados ante aquello que hay

y acontece fuera –y también, en ocasiones, dentro– de uno. Incluso si nunca se

ha vivido en una ciudad como Berlín.