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Este dicho campesino se aplica bien a situaciones, planes, relaciones, personas o proyectos que ya no fructificarán. Un capulín helado es un buen ejemplo de trayectorias de vida o hechos consumados para mal y sin remedio. Marcelo Ebrard es ahora un ejemplo de eso, pero ni él ni sus allegados lo han querido aceptar, entre otras cosas, porque ha sido protegido y porque  ha sorteado sus errores con una habilidad inusitada y una inmerecida buena suerte.


            La escena más violenta que he visto en mi vida, y creo que será el caso de muchos mexicanos que vieron lo mismo, sucedió  el 24 de noviembre de 2004 en la delegación Tlahuac, en San Juan Ixtayopan. Fue transmitido en vivo, a todo color y en tiempo real por Televisa con cobertura nacional. Esto sucedió cuando tres miembros de la policía federal preventiva investigaban  un caso de narco menudeo en escuelas de la zona, y fueron avistados por  monitores de los grupos delincuenciales, que detectan y dan aviso a sus jefes de cualquier movimiento sospechoso o amenazante para sus intereses. Los tres investigadores fueron atrapados en esa trágica  tarde, que se volvió noche, por un grupo que a media calle empezó a golpearlos, azuzados por personas que los señalaban como secuestradores de niñas. Los policías fueron debidamente identificados por la turba, puesto que llevaban sus credenciales y uno de ellos, el único sobreviviente, Edgar Moreno Velasco, separado de los otros dos, logró hacer tres llamadas a sus superiores para avisar lo que estaba pasando y probar a sus agresores que eran policías. Una patrulla de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal, a cargo entonces de Marcelo Ebrard, llegó a la zona cuando recién iniciaron los hechos que durarían cuatro horas. Al ver la pelotera, la patrulla con dos elementos optó por retirarse  y no regresarían con refuerzos sino hasta cuatro horas después. Los tres policías fueron llevados a la escuela Popol-Vuh para interrogarlos y luego, sacados se nuevo a la calle, donde fueron atacados por la violenta turba en angustiantes minutos que se volvieron horas; los golpearon hasta medio matarlos, para luego rociar con gasolina a dos de ellos, y prenderlos con  un cerillo aún estando vivos. Los reporteros de Televisa llegaron al lugar de los hechos por tierra y  aire, y empezaron a transmitir en vivo lo que estaba sucediendo. Durante estas cuatro largas horas, tanto Ebrard como Figueroa Cuevas fueron incapaces de tomar la decisión de hacer  llegar elementos salvadores a la zona, argumentando en entrevistas, que usted puede checar en internet, que " no era posible llegar".  Lo visto no es juzgado. No pudieron llegar pronto, mientras sí llegaron  los reporteros, que impotentes, se limitaron a documentar los hechos y a esperar, inútilmente,  que alguna autoridad llegara a rescatar a las víctimas. Supuestamente estaban averiguando si eran o no policías. Si no lo eran, no intervendrían para no quedar como rescatadores de delincuentes. Primero sus carreras políticas y después el deber. Fallaron el comisionado de la Policía Federal Preventiva, José Luis Figueroa, y el Secretario de Seguridad Pública, Marcelo Ebrard, responsable del cuerpo de granaderos y policías que podrían haber salvado la vida de los agentes. Cerca de las diez de la noche, las temerosas autoridades por fin actuaron, enviando a  un puñado de elementos que rescataron de manera relativamente fácil al tercer hombre, poco antes de que también lo quemaran vivo. El entonces presidente Fox, de acuerdo a las facultades otorgadas a los presidentes de la república con respecto al nombramiento o destitución de los Secretarios de Seguridad Pública del D.F., pidió a López Obrador la renuncia de Marcelo, y destituyó  a Figueroa. A cambio, Marcelo fue  integrado al gabinete y nombrado Secretario de la SEDESOL del D.F., plataforma desde la cual  se proyectó para llegar a ser Jefe de Gobierno del DF.   Figueroa Cuevas siguió ocupando cargos de mediano rango en la PGR. En México la memoria no es lo nuestro.

Cuando veo los malabarismos, brincos y machincuepas que ahora está  haciendo Ebrard  para salirse con la suya de ser diputado por la vía plurinominal, trato de imaginar lo que pensarán los hijos, hermanos, esposas, padres, compañeros o amigos de los dos hombres linchados ese día, Víctor Mireles y Cristóbal Bonilla, que perdieron la vida por negligencia de las autoridades. ¿Qué pensará el sobreviviente, Edgar Moreno Velasco, que estuvo al borde de la muerte y tuvo que vivir oculto siete años para evitar represalias? Ellos no pudieron ir a quejarse a París ni a ninguna comisión de derechos humanos internacional para pedir un castigo drástico para las cobardes autoridades que los abandonaron a su suerte. Ningún funcionario recibió una sanción de inhabilitación por  negligencia, ni siquiera una multa.

 

Ahora Ebrard lucha como gato panza arriba por obtener una candidatura a diputado por la vía plurinominal y lleva anunciándose varios días en tiempo aire del último partido al que se ha acogido,  Movimiento Ciudadano , asegurando que si le dieran la oportunidad de aparecer en la boleta, la gente votaría por él, cuando ni siquiera busca una diputación a la que pueda llegar por la vía de la competencia abierta, porque como candidato plurinominal  suplente, su nombre no aparecería en la boleta. Los plurinominales son cuotas obsoletas, injustificadas y abusivas de los partidos, no aparecen en las boletas ni necesitan hacer campaña. Ebrard busca una cómoda e inmerecida plurinominal por MC, partido en el que no ha militado ni dos meses. Después del tiradero de la línea 12 del metro, de la cual no se responsabiliza en absoluto, y de los hechos de Tláhuac, que al parecer ya olvidó y de los que no pidió disculpas claras y puntuales, aun cree merecer una plurinominal. Se presenta ante el país como un perseguido político y no como un hombre que ha cometido errores garrafales. Todos podemos equivocarnos, pero los errores se pagan.  Si las travesuras cuestan ¿Cuánto no deberían costar los errores y cobardías que arrebataron de manera tan cruel la vida de dos hombres a los que Ebrard estaba obligado a rescatar? Él y Figueroa los dejaron morir solos. Están ahí los testimonios grabados por los camarógrafos que se la rifaron filmando los hechos sin ninguna protección.

¿Por qué ahora llora Ebrard? ¿Por qué se siente perseguido injustamente?  Él mismo debería retirarse. Ya tuvo su oportunidad y muchos cargos: como prisita trabajó con  Manuel Camacho cuando fue Jefe de Gobierno. Luego emigró y fue diputado por el Partido Verde, si, por el verde.  Ya fue Secretario de Seguridad Pública, de Sedesol y Jefe de Gobierno del DF,  todo bajo las siglas del PRD, al que renunció cuando no le dieron lo que quería,  para irse al MC,  aunque antes intentó irse a MORENA. ¿No es hora de que acepte que su vida política no merece otra oportunidad? Que se dé de santos de poder retirarse a su casa sin haber sufrido las merecidas  consecuencias. No es víctima de nadie, solo de sus propios errores y su adicción al poder.

 

¿Imagina usted al Capitán del Titanic escapando en una de las pocas lanchas disponibles antes del naufragio, para regresar frescamente  a solicitar  empleo en el Queen Mary? Así está Ebrard, buscando su diputación e invocando sus derechos, fresco y recién desempacado de París.