• El Faro.net
  • 05 Septiembre 2013
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Tomado de El Faro.net

 

El gobierno de El Salvador propuso una tregua a las bandas criminales, pero lo hizo a espaldas de los ciudadanos de esa nación. Ahora sufren las consecuencias. Pero sea lo que sea, lo discuten en público. Medios como El Faro.net confrontan al gobierno y le confirman que cualquier salida pasa por la participación abierta de la sociedad democrática.

Van mucho más a fondo que en México.

La República de El Salvador sufre desde hace varios años la violencia de las bandas criminales conocidas como Maras. Ese pequeño país centroamericano vivió en las décadas de los setenta y ochenta una de las guerras civiles más descarnadas en la historia de América Latina, con una consecuencia profunda y brutal: el éxodo a los Estados Unidos. La migración como salida desesperada a la catástrofe económica y social. La migración como sobrevivencia última, de manera muy similar a lo ocurrido en México en sus distintas regiones expulsoras de trabajadores a lo largo de décadas enteras. La migración que acaba construyendo realidades extremas en la propia tierra que por millones han abandonado sus ciudadanos.

Como la realidad extrema de la llamada Mara Salvatrucha.

Con el paso de los años, El Salvador ha reconstruido los términos de convivencia democrática como otras tantas naciones que han dejado atrás los tiempos brutales de la dictadura y la revolución social. Pero enfrenta un reto que no se hubiera imaginado apenas hace unos años: el de la violencia pandilleril transformada en organizaciones criminales que han desbordado a las instituciones de un débil aparato de Estado.

Vamos de la mano mexicanos y salvadoreños con los mismos interrogantes: ¿cómo explicar la violencia brutal de Maras y Zetas? ¿Cómo entender la incapacidad total de las instituciones del Estado para contenerla? ¿Qué salidas hay que no sean las que nos arrojan simplemente a las soluciones que por sí mismas aparecerán con el tiempo, dentro de una o dos generaciones?

Michoacán vive una guerra civil, y no se ve otra salida que la de la violencia entre las partes.

Miremos por la experiencia que exponen los periodistas de El Faro.net. Mucho les aprenderemos los mexicanos.

http://www.especiales.elfaro.net

Tal como El Faro hubiera querido preguntar al presidente Funes con motivo de su cuarto aniversario de gobierno: si este periódico no hubiera revelado los arreglos con las pandillas, ¿a qué habría atribuido usted la drástica reducción en los asesinatos? O, más ampliamente: ¿Qué sabrían los salvadoreños sobre la tregua si no fuera por los periodistas?

 

El propósito del periodismo es revelarle a la gente información importante, y en El Salvador, en los últimos 15 años -desde la reforma penal-, posiblemente no ocurrió nada más importante en materia de seguridad pública que la tregua entre pandillas propiciada por la administración.

 

Sorprendentemente, el gobierno optó desde el inicio no solo por ocultar la verdad, sino que en varias ocasiones mintió, dio al público una versión distinta a la de la realidad sobre el traslado de líderes pandilleros, sobre el motivo del traslado, sobre la razón del desplome de la incidencia de homicidios, sobre las reuniones con jefes pandilleros en el Ministerio de Seguridad y sobre la entrega de fondos públicos focalizada en pandilleros.

 

Estamos seguros de que solo por las publicaciones periodísticas el gobierno se sintió obligado a presentar a los mediadores de la tregua, incluido el obispo Colindres, quienes también fueron parte de la conspiración oficial para primero ocultar y luego, descubiertos, engañar a la gente sobre lo que estaba sucediendo.

 

Desde cuando El Faro reveló el 14 de marzo de 2012 que el gobierno había negociado con las pandillas la reducción de homicidios a cambio de beneficios penitenciarios, hasta este lunes 26 de agosto, este medio ha publicado 75 piezas periodísticas en cuatro géneros distintos. A lo largo de estos 17 meses quedaron retratadas las interioridades de un proceso que, si hubiera dependido solo de lo que el gobierno decide informar, sería un fenómeno irreconocible respecto de lo que en realidad es.

 

Las virtudes de la tregua están a la vista. Una sola vida salvada es importante. Y cada una de las casi 3,000 salvadas en un año cobra aún mayor valor en un país con escasas razones para sonreír o para esperar el mañana. Pero la información bruta, los números fríos, los datos sin contexto, tienen un beneficio informativo limitado para la gente. Una de las responsabilidades más nobles pero también más difíciles para los periodistas es llevar conocimiento a la gente. Y de eso se trata el esfuerzo de El Faro que queda retratado en esta recopilación de las publicaciones hechas en torno a la tregua desde hace 17 meses. Aquí irán sumándose las piezas venideras, las que ayuden a nosotros -y ojalá mañana a nuestros descendientes- a entender mejor aquello que el gobierno pretendió pintar como un milagro obrado a dos manos: la mano divina y la mano de la gran capacidad policial.

 

Por eso aquella pregunta incluida en la "Entrevista con (o sin) el presidente Funes" en junio de 2013 era importante: ¿Cómo habría explicado el desplome en los asesinatos en El Salvador si la ciudadanía no se hubiera enterado de que hubo una negociación de por medio con las pandillas?

 

En esta compilación el lector puede encontrar una cronología sobre el origen y la marcha de la tregua, y también la aún inexplicable trama de mentiras oficiales sobre el proceso. Todavía suena fresco lo dicho hace ya casi un año, en septiembre de 2012, por el aún ministro de Seguridad, el general David Munguía Payés: "El presidente Funes estaba al tanto".

 

La gente debería ser la dueña de la información en poder del Estado. Y aunque es comprensible y legítimo y lícito que los gobiernos oculten a sus ciudadanos cierta información sensible, el ámbito del engaño pertenece a otro mundo. Y explorar ese mundo y revelar su descubrimiento es una de las razones de existir de los periodistas.

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