• Rafael Sevilla/Tiyat Tlali
  • 03 Julio 2014
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El pasado domingo 22 de junio se llevó a cabo en la cabecera municipal de Ixtacamaxtitlán un foro informativo sobre el problema generado por la posible instalación de una explotación minera a cielo abierto para producir oro a cargo de la empresa canadiense Almaden Minerals. El martes 24 los campesinos de la comunidad de Almeya expulsaron de su territorio a los equipos de exploración de la minera. Esta es la crónica de estos eventos realizada por el investigador Rafael Sevilla, de la organización civil Tiyat Tlali. La reseña gráfica también es de su autoría. (Mundo Nuestro)

 En medio de las montañas que guardan a la comunidad de Almeya en el municipio de Ixtacamaxtitlán, en la Sierra Norte de Puebla, a dos mil ochocientos metros sobre el nivel del mar, el paisaje adquiere una intensidad peculiar con los primeros rayos que iluminan las nubes en el amanecer del martes 24 de junio.

Esta fecha la han dado como plazo las autoridades locales a los trabajadores de la empresa minera canadiense Almaden Minerals para que salgan del predio en donde se encuentran haciendo trabajo de exploración. Aunque no están en el territorio ejidal, para atravesarlo han derribado una cerca que los propios ejidatarios instalaron para controlar el acceso y cuidar su bosque de taladores… y ahora de los mineros que perforan sus montañas desde hace varios años, con y sin permisos.

La retahíla se repite: entran sin autorización de nadie, destruyen, contaminan, amedrentan, sobornan autoridades… cuando pueden. Pero en estas montañas no ha sido tan fácil, se han encontrado con una población informada y dispuesta a ejercer sus derechos como pueblos campesinos e indígenas. El fondo de la molestia del pequeño núcleo ejidal de Almeya es que no tuvieron la minima atención para solicitar el permiso a su Comisariado o al Consejo de Vigilancia, procediendo de manera prepotente al derribar la cerca y estropear el camino construido con faenas comunitarias.




El pequeño núcleo agrario de Almeya esta conformado por poco mas de medio centenar de ejidatarios que poseen en promedio tres hectáreas cada uno dedicadas a labores agrícolas, además del polígono de uso común destinado a un bosque de pino encino de dende proviene el agua que abastece a la comunidad. En total suman alrededor de 400 hectáreas. El caserío que se levanta entre las colinas es de apenas unas cincuenta casas.

La decisión la tomaron el domingo 22 de junio.

La opinión de los ejidatarios presentes, informados de las pretensiones de la empresa Gavilan S. A, filial de canadiense Almaden Minerals, de instalarse en el municipio, es contundente: no se les ha dado ningún permiso y ni están dispuestos a concederlo. Por lo que ejercen su derecho soberano sobre su territorio y determinan cerrar el paso del camino con destino a las tierras de uso común.

Ese mismo día y antes de esta decisión comunitaria, autoridades y pobladores de Almeya participan en la cabecera municipal de Ixtacamaxtitlán, en el foro “Proyectos de muerte y su impacto en los derechos humanos”, donde el Consejo Tiyat Tlali y la ONG Proyecto sobre Organización, Desarrollo, Educación e Investigación (PODER), presentaron los resultados de la investigación que realizó en los 66 municipios de la Sierra Norte de Puebla, de la que se desprende que más de 180 mil hectáreas se encuentran concesionadas a proyectos mineros, hidroeléctricos y de hidrocarburos. Tan sólo el territorio destinado a la industria minera representa el 18 % de todo el territorio comprendido en el estudio.

Según esta investigación presentado ante cerca de mil quinientos pobladores provenientes de las ciento treinta y dos comunidades, existen 103 concesiones que tienen empresas de ocho países diferentes, aunque de estos, la empresa canadiense Almaden Minerals representa el 73% de toda la tierra del municipio de Ixtacamaxtitlán. Con tan sólo 13 títulos de concesión en la Sierra, la empresa distribuye sus proyectos en sus tres filiales: Minera Gavilán, Minera Zapata y Minera Gorrión.

 

El reclamo campesino: entran sin permiso y afectan el camino

El lunes 23 un grupo de ejidatarios acompañados por sus autoridades se presentaron con los empleados mineros para pedir cuentas de los destrozos a la cerca y al camino, dejando claro que no contaban con permiso para cruzar por el ejido y que habían causado daños. La respuesta fue que repararían el camino y que les dieran un día más para sacar la maquinaría. Y más, que ya venían en camino con los materiales para componer la brecha.

Las lluvias habían aflojado la tierra por lo que era imposible maniobrar sin quedar atascado en el intento; ya una camioneta de ocho cilindros se hallaba en ese estado. Con toda amabilidad y disposición en entender la adversidad del clima, el comisariado ejidal Juan Rivera Mendoza le solicitó que saliera tan pronto mejorara el tiempo. No obstante, un día después, el martes 24, los empleados de Almaden Minerals, aún permanecían en el lugar. Por lo que los ejidatarios presentes procedieron a levantar un acta de asamblea que dejara constancia de lo actuado, al tiempo que manifestaron su rechazo a toda actividad minera en las tierras del Ejido Almeya.

 

La resistencia contra la minera canadiense en Ixtacamaxtitlán 

Para el Consejo Tiyat Tlali, la movilización del pasado domingo 22 de junio que aglutinó a más de 1,500 personas, dio cuenta del amplio rechazo a esta minera por parte del pueblo de Ixtacamaxtitlán y de los demás municipios que se verán afectados por las ambiciones de Almaden Minerals. Pero sobre todo, fue una muestra contundente de la resistencia que están dando con dignidad los pueblos de la Sierra Norte de Puebla.

Almaden cuenta con cinco empresas filiales en todo el país, además de otra en Estados Unidos y unas cuatro en Canadá, país donde opera su matriz. Esta empresa ha comenzado a realizar trabajos de exploración en la localidad de Santa María Sotoltepec, desde el año 2010.

En el último año la población de ésta y otras comunidades afectadas han participado en un largo proceso de información a través de asambleas comunitarias y foros informativos (el más numeroso sin duda el del pasado 22 de junio), caravanas “por la vida” en más de cien comunidades durante noviembre y diciembre del 2013, ruedas de prensa en Puebla y diálogos con las autoridades municipales.

Durante 2014 la empresa canadiense ha iniciado una nueva ofensiva: instalándose en el imaginario de la comunidad pagando la remodelación de las fachadas de edificaciones de la cabecera municipal y de casi toda la comunidad de Santa María.

El ejemplo de la comunidad de Almeya

Ante el adverso panorama luego de la reforma energética, que brinda en charola de plata los bienes comunes de los pueblos de México a las empresas mineras de cualquier nacionalidad, me quedo con la idea de Pablo González Casanova cuando urge a “abonar en esclarecer la conciencia, y al impulso de las organizaciones que son necesarias para que el máximo de fuerzas logre detener el peligro de ecocidio, desestructurando las causas y factores que realmente lo determinan”.

El pequeño pueblo de Almeya nos brinda un digno ejemplo de cómo la cohesión comunitaria lo puede hacer.

 

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