• José María Pérez Gay
  • 30 Mayo 2013
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Por: José María Pérez Gay (1944-2013)


En octubre de 1970, Lon Nol abolió la monarquía y proclamó la república. El país ya estaba en guerra.



Los camboyanos en guerra. Tomaban muy pocos prisioneros.

 

Along comes enders

 

Thomas Ostrom Enders, dos metros seis centímetros de estatura, pertenece a una adinerada familia conservadora de Connecticut. Hizo estudios de economía en Yale y Harvard. En la universidad fue miembro de una exclusiva sociedad secreta Scroll and Key. Recibió el premio Henry Snow por haber sido el mejor alumno de su generación. All American Boy, mereció el razonado elogio de sus profesores y, como muy pocos estudiantes, obtuvo el nombramiento de S0cholar of the House. Esa distinción le permitió avocarse a un problema concreto: la Economía de Marruecos en la Edad Media. Más tarde estudió en la Sorbona y abandonó su tesis de doctorado para ingresar al servicio exterior. Antes que nada era hombre de resoluciones un ejecutor y un ejecutivo. Ese rasgo sobresaliente, pues, llegó a impresionar a sus jefes. No todos apreciaban su distante frialdad, pero nadie puso en duda su inteligencia. A más de su talento para las decisiones, no permitía que se difiriera nunca el tiempo de su aplicación. A pesar de su intolerable arrogancia. Enders encabezaba la lista de los diez funcionarios más jóvenes de la administración de Nixon. A los treinta y nueve años de edad, era el segundo diplomático de la embajada de los Estados Unidos en Yugoeslavia. Pero de pronto su estrella se vino abajo. Como sucede casi siempre en la brega diplomática, Enders y su embajador, William Leonhardt, terminaron casi a golpes. El Departamento de Estado requirió entonces su presencia en Washington y lo castigó severamente. Así, el congelamiento de su carrera era un hecho. Emory Swank le dio la oportunidad de romper el cerco y reconstruir su trayectoria profesional. A principios de 1972, Thomas Enders se encontraba otra vez en una embajada, la de Phom Penh. Swank manifestaba una sorda pero firme oposición a la guerra en Camboya, a la que juzgaba como "la más inútil de las guerras en Indochina".

 

Es decir, no ofrecía ninguna seguridad Thomas Enders era el hombre que Kissinger y Haig habían esperado en ese puesto. Pero le costó largos meses de forcejeo apoderarse de la jefatura. Al salir Swank de vacaciones, Enders asumió la dirección de la embajada y la transformó en un reducto de la doctrina Nixon. Su actitud ante sus compañeros resultó ser deplorable por todos conceptos. Sin gran espectacularidad, pero en forma sostenida, recomendaba respaldar a Lon Nol a cualquier precio. Como ahora con las elecciones en el Salvador, Enders saludaba la victoria de Lon Nol en los supuestos comicios como un paso significativo en la consolidación de la democracia camboyana. Acomodaticio y sagaz, Tom Enders se dedicaba, sin la autorización de Swank, a sabotear las investigaciones de los inspectores del Congreso estadunidense en Phom Penh. Sintiendo un profundo desprecio por la prensa, trabajó incansable hasta lograr la expulsión de Silvana Foa, un incómodo corresponsal de la UPI y el Newsweek. Finalmente encontró en el general John Cleland, jefe de las operaciones militares en Camboya, a un aliado eficaz. Cuando, en febrero de 1973, la embajada recibió la orden confidencial de dirigir el bombardeo, nuestro scholar se quitó los guantes blancos y se puso a trabajar. La mancuerna Enders-Cleland se entregó a la tarea de parcelar el mapa de Camboya hasta la última pulgada, seleccionando durante siete meses los objetivos más importantes. Aunque las sugerencias venían del cuartel general de las tropas de Lon Nol, el equipo de la embajada se reservó siempre la última decisión Mark Barent agregado militar de la misión ha dicho que ya en pleno vuelo nadie atendía al mapa "se dejaron ir contra todo". Pero para septiembre, las tropas vietnamitas se habían retirado de Camboya y Phom Penh era una ciudad sitiada. Lon Nol resistió catorce meses más, irritado y enfurecido, aferrándose a la idea de que si Thieu sobrevivía, si Saigón se mantenía, él podía hacerlo también. Mientras tanto China obligaba a Sihanouk al diálogo con los Estados Unidos. La ofensiva del khmer rojo el año de 1974, fue abrumadora y sangrienta. Conquistaron los alrededor de Phom Penh, tomaron las ciudades más importantes y prepararon la ofensiva final. El primero de abril de 1975 Lon Nol salió rumbo a Honolulu y Washington aceptó en un telegrama, ceder el gobierno al príncipe Sihanouk y sus guerrilleros. El general había dejado de ser presidente de la república, lo cual daba un margen de maniobras más amplio y un tanto más flexible para negociar el próximo gobierno. 


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