• José María Pérez Gay
  • 30 Mayo 2013
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Por: José María Pérez Gay (1944-2013)


Convertidos en brazos del ejecutivo, los ministros camboyanos tenían como atribuciones cuidar el orden y la administración de las provincias y, de toda preferencia, la custodia de las fronteras; informar al príncipe de toda posible penetración, controlar la inversión de fondos municipales y seguir organizando el triunfo del partido único el Sangkum. Sin embargo, el control de la política interior fue desapareciendo: la corrupción de la esposa del príncipe, Monique, sus negocios con los burdeles y las medicinas se convierten en escándalos diarios, la corte en Phom Penh se desmoronaba. Siha nouk, ignorando la crisis, inaugura un casido de juego, toca la trompeta en una banda de jazz y sueña dirigir grandes films con la ayuda de John Houston y Louis Malle. Después de cerrar el grifo de la ayuda estadunidense, su ejército empieza a desmembrarse: de treinta mil efectivos, sólo once mil están listos para entrar en combate. La represión campesina de los años sesenta demanda un ejército ágil y bien entrenado los informes sobre los avances del khmer rojo preocupan a todo su gabinete. Como si sus giras por la costa azul hubieran traído hasta él la certeza de que efectivamente los Estados Unidos eran la única salvación, Sihanouk inicia un coqueteo que Washington corresponde: Jaqueline Kennedy anuncia que se muere por cumplir el sueño de su infancia, visitar las ruinas de Angkor Vat; Lon Nol permite de cuando en vez a las patrullas estadunidenses perseguir al Vietcong dentro de territorio camboyano, les pone guías para detectar sus refugios en las selvas de Svay Rieng. En diciembre de 1967, el embajador de Australia, Noel St. Clair Deschamps, representante de los intereses de los Estados Unidos en Phom Penh, presenta pruebas de la penetración, vietnamita en el reino de Camboya: sus puntos cruciales eran el Pico del Loro y la provincia de Mondolkiri, por donde atravesaba la ruta Ho Chi Minh. Pocas semanas después, Chester Bowles embajador estadunidense en la India llegaba a Phom Penh en misión oficial. En la entrevista, el príncipe criticó la presencia de los Estados Unidos en Vietnam, alegando que no entendía por qué se ensañaban con Hanoi; el verdadero enemigo era China o Moscú, el apoyo a la dictadura de Thieu le parecía absurdo, arrinconaban al, tío Ho y lo entregaban a China. El futuro del sudeste asiático es -le decía a Bowles- el socialismo y por esa razón debía mantener buenas relaciones con todos. Sin embargo, rogaba que le siguieran, informando sobre la penetración comunista pues esas pruebas no lo convencían. Al final de la entrevista, Bowles aseguró que los Estados Unidos no tenían la intención de expander la guerra hacia Camboya; Sihanouk, casi sin escucharlo, reclamaba a gritos el reconocimiento de sus fronteras, de acuerdo con los tratados de Ginebra (1954). La entrevista suscitó una controversia en el Departamento de Estado: Chester Bowles y Arthur Goldberg, embajador en las Naciones Unidas, insistieron sin éxito en el reconocimiento de las fronteras del reino. 


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