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Vista del Popocatépetl. Germán Gedovius. s.f. Óleo sobre tela. Colección de Roberto Islas. Tomada de Artes de México

Primera parte

El territorio de Tlaxcala

Este estado está ubicado completamente en la zona caliente. Toma una parte del altiplano mexicano y se extiende sobre el brazo occidental de la Sierra Madre hasta la orilla del Océano Pacífico de los 16°47’ hasta los 20°40’ lati­tud Norte. Es decir, desde la desembocadura del Río Tecoyáme (sic) hasta Mextitlán (sic) 126 leguas de largo y de Tehuacán hasta Mecaméca (sic) 53 leguas de ancho. Su forma aproximada de botella, contiene 2,700 leguas cuadradas. Colinda al Norte con el Estado de Querétaro (sic), al Noreste con el Estado de Veracruz (sic), al Este con Oajaca (sic), al Oeste con Méjico (sic) y al Sudoeste con una franja de costa de 28 leguas de largo con el Océano Pacífico.

La parte más grande de este Estado está cortada por la Cordillera de Anahuac (sic). La cadena de volcanes del Popocatépetl e Ixtaccíhuatl (sic) lo separa del Estado de Méjico. A otro lado de los 18° de latitud Norte, se continúa la tierra en una ancha meseta que se extiende hasta la base Este de la montaña eternamente nevada que se encuentra en las proximidades de Peróte (sic). Esta elevación se encuentra entre los 6,000 y los 6,500 pies sobre el nivel del mar. Es muy fecunda y sobre ella se hallan los sitios más impor­tantes del Estado.

Las principales montañas son: el Popocatepétl, el Ixtaccíhuatl y la
montaña Malínche (sic).

El Popocatépetl bajo 18°35’47’’ latitud Norte, 100°53’15’’ latitud Oeste, a partir de París, es la montaña más alta de la Nueva España. Según Humboldt es  600 metros más alta que la mayoría de los picos más altos del viejo continente. Según la medición de los ingleses Glennie, el punto más alto es el cráter con 17,884 pies ingleses sobre el nivel del mar. Desde el Istmo de Panamá hasta el estrecho de Behring sólo existe otra montaña tan alta, el Monte San Elie. El Popocatépetl es un volcán activo, su cima  al igual que el Ixtaccíhuatl, siempre está nevada. Su forma es parecida a la de un cono regular. En abril de 1827 fue ascendido por los hermanos Wilhelm y Friedrich Glennie. El camino que estos viajeros escogieron para su ascenso partió de Méjico y pasó por los lugares Améca, San Nicolás de los Ranchos, Atlixco, Tochimílco (sic) y la Hacienda Santa Catarina (sic). Les tomó cuatro días llegar al cráter del 16 al 20 de abril. Hasta el límite de la vegetación, 12,693 pies sobre el nivel del mar, cabalgaron los viajeros. Aquí continuaron a pie sobre un campo arenoso lleno de piedra pómez. Caminar en esta zona areno­sa los cansaba demasiado, contribuyendo a ello el aire enrarecido de esta al­tura. Necesitaban descansar cada 15 ó 20 pasos. Llegaron después a unas rocas, cerca de las cuales, con cielo claro, el termómetro marcaba 2°. Mientras en el horizonte cubierto con un mar de niebla que no permitía ver, pudo ob­servarse el sol alrededor de las 8 de la mañana. Desde este punto ellos conti­nuaron hacia arriba por el terreno sembrado de grandes rocas. Estos bloques eran redondos en su parte superior  y  tan blandos que a cada paso pedazos de ellos se partían, lo cual hacía difícil y peligroso el ascenso, razón por la cual, los indios que acompañaban a los viajeros quisieron regresar. Sólo el sirviente José Quintana siguió adelante con ellos. Con cansancio y peligro llegaron con equipo e instrumentos  a un escarpado desfiladero, por el cual siguieron. Sus rodillas les dolían tanto que necesitaban descansar cada 10 pa­sos. Después de una hora llegaron a una especie de anfiteatro, muy inclinado y de consistencia basáltica, el cual subieron con gran peligro y solamente ayudados de pies y manos. A la derecha encontraron una pendiente de arena que creyeron era de piedra pómez desmoronada. Llegaron después a unas increíbles formaciones rocosas de basalto negro y forma prismática; sus hen­diduras y huecos estaban llenos de nieve. Aquí de cuando en cuando les llo­vían pequeñas piedras sobre sus cabezas, que eran lanzadas por el volcán. Esto les produjo dolor de cabeza y un pequeño mareo, la altitud a la que se encontraban era 16,895 pies. Descansaron una hora y comieron un poco. De allí continuaba una subida arenosa. Quintana no pudo seguir adelante, quedándose solo en la primera colina. La inclinación de arena suelta, la cual seguían ahora estaba cubierta de hielo, creando formas maravillosas de co­lumnas, picos y ruinas, formados por cuerpos prismáticos y cúbicos. En la lejanía oyeron ruido de truenos, ruido que atribuyeron al desprendimiento de rocas. A causa del aumento del dolor de cabeza y piernas los viajeros se vieron obligados a descansar continuamente. Alrededor de las 5 de la tarde llegaron finalmente al borde del cráter, después de haber iniciado la subida a las 3 de la mañana. El cráter está inclinado hacia el sud-este. Semeja una especie de embudo cuyas paredes laterales tienen muy poca inclinación, y su fondo casi nadie puede ver. La boca tiene aproximadamente una milla ingle­sa de diámetro. Los lados están cortados radialmente por hendiduras. Tres perforaciones circulares, tan amplias que uno no puede ver hacia abajo, se separaban en cuatro zonas de distintos anchos y diámetros. La superior de estas zonas que circundan la boca del cráter, es la mayor; está compuesta de peñas, mientras que las otras brillan de arena. En el interior del cráter se encuentra nieve solamente en la parte Norte. Los viajeros no pudieron en aquella ocasión ver su profundidad. La parte sur del cráter parecía ser de pequeño espesor y era muy irregular. La parte Norte mostraba considerable grosor y tersura. En el cráter oyeron los viajeros un estrépito continuo, pare­cido al de un lejano mar encrespado. Esto se debía, y sucede con frecuencia, a un violento fragor y a cada vez el volcán arroja piedras y cenizas con arena. La mayoría de las piedras arrojadas queda cerca del cráter y caen nuevamen­te dentro de él;  las restantes, caen, por lo general, en la parte sur de la mon­taña. Así también, de dentro hacia afuera, salen columnas de vapor de la boca del cráter. La mayoría eran poco importantes, pero otras salían de ma­yor profundidad y eran muy considerables. La columna plateada del baró­metro en el borde del cráter marcaba 15’’ 3,60’’’. El termómetro señalaba 30° Fahrenheit a la intemperie. Desde ahí los valles de Puebla y Méjico (sic), al igual que la cordillera cercana estaban cubiertos por un mar de niebla, pudiendo los viajeros ver sólo los picos del Citláltepétl (1) e Ixtaccíhuátl (sic) asomando como islas. Cuesta abajo siguieron el camino de los Nevéros (sic). Ellos hicieron las siguientes mediciones de altura:

El pueblo de Améca (sic) (19°7’40’’ Latitud Norte, 0°23’30’’ Long 0. de Méjico) 8,216 pies.

El Pueblo San Nicolás (sic) (19°4’21’’ lat. Norte, 0°32’30’’ long. 0. de  Méjico) 8,087 pies.

El pueblo Tochimilco (sic) 6,930 pies.

Límite de los abetos — 12,544 pies.

Límite de la vegetación — 12,693 pies.

Hacia arriba mencionan rocas basálticas y la llama Punta de San Guillermo (sic) — 16,895 pies.

Elevación de la punta del cráter — 17,884 pies.

Estación La Vaquería (sic) — 10,784 pies.

 

El 10 de noviembre de 1827 Samuel Birckbeck ascendió al Popocatepétl (sic), y determinó su altura como de 10,347 pies sobre el nivel de la ciudad de Méjico (sic).

Humboldt dio la medida absoluta de 2,771 Toisen (sic) o 5,400 metros (2). Hacia el Sur y Sudeste tenía el Popocatepétl muy poca nieve al igual que al Norte, el frío lo recibe al través de la nieve de su vecino Ixtaccíhuátl. Aún cuando el volcán arde constantemente durante cien años sólo ha lanzado ce­nizas y humo. Sólo en las proximidades del volcán puede uno ver  estas últi­mas y por cierto sólo entre las 4 y 6  de la tarde son particularmente claras debido a la puesta del sol. En el mes de mayo estas erupciones son más consi­derables; a veces toda la montaña brilla con una luz amarillenta probable­mente por los vapores azufrosos que despide.

Junto a las grandes erupciones, como la de 1540 puede uno  ver las fla­mas, el humo, etc., desde lejos y también desde la orilla del lago de Tezcúco (sic).  El Popocatepétl (sic) servía a habitantes de los pueblos cercanos como profeta del tiempo. Tendrían lluvia cuando en el ocaso aparecieran  nubes for­madas del humo condensado, cargadas hacia el norte, negras y muy pesadas.

Si el humo se inclinaba al sur, tendrían frío y heladas. Una columna  de humo que salía recta indicaba viento o temblor 2 o 3 horas antes de iniciarse una tormenta, en la llanura de Tetimpa (sic) veía uno intermitente­mente salir del cráter arena y piedras. El temblor y tormenta violenta del 4 de enero de 1804 fue anunciado de esta manera por el volcán.

El nombre azteca de este volcán se compone de Popocáni —humo— y  tepétl —monte— (sic).

El nombre del Ixtaccíhuatl (3),  también azteca, significa «mujer blanca». Esta montaña es menos alta que su vecino del sur (15,703 pies-según Humboldt) y su cima muestra muchos picos singularmente dentados y de distintas alturas. Está bajo los 19° 0’ lat. N y 100° 55’ long. 0.

La Malinche (4), en la parte sudoeste del Estado de Puebla, muestra des­de cualquier lado que uno la vea siempre una forma cónica, con la que de­muestra su origen volcánico. La sombría y escarpada montaña, en cuya cima se encuentra el Bonéte (sic), constituye el eslabón de comunicación entre los volcanes de Puebla y los de Peróte y Orizába (sic). La Sierra Malínche o Doña María es la antigua cordillera Matlacuéye (sic). Numerosos riachuelos salen de las pendientes y fecundan la amplia llanura a sus pies. Antiguamen­te esta cordillera, cuya altura siempre está cubierta de nieve, constituía el lí­mite entre Cholúla y Tlascála (sic).

El único río de cierta importancia en el Estado de Puebla es el Río de Tlascála o Papagállo (sic). Nace en las tierras altas y baja al sur del pueblo Ayútla en el mar del sur. El Pasaguálco, el Tecunápa, el Tecoyáma y el San José (sic) son ríos litorales sin importancia.

La población del Estado de Puébla (sic) era de 584,358 habitantes según el censo de 1825. No obstante, tal recuento, como la experiencia nos enseña, quizás siempre un insignificante 1/6 falla; así que podemos contar al menos con cierta certeza como 682,000 los habitantes de este estado en el año antes citado. El censo oficial del año de 1783 dio a la oficina de intendencia una multitud de 508,028 individuos. Humboldt estima en 1803 alrededor de 813,300. Sin embargo, de ambos recuentos, la población del Estado de Puébla (sic) actual, restando la cantidad del territorio de Tlascála (sic), queda para el primero 59,177 para el segundo 65,000 así que, en total para todo el estado en el año de 1793 tenemos 448,851 personas y 748,300 en el año de 1803. Un nuevo recuento en el año de 1832 dio 954,000 individuos. El au­mento, como demuestra la comparación de esta cuenta y la de 1825 es inima­ginable para un periodo de tan pocos años, y cuando queda establecido el resultado del último censo como verdadero, debemos aceptar que, de los da­tos obtenidos en la cuenta de 1825 después de añadir la corrección de 1/6, obtenemos la cuenta real. La población está repartida muy irregularmente. Podemos encontrar concentraciones en las tierras altas, o en las tierras férti­les cerca de Cholúla y Puébla (sic). Cerca de toda la tierra que se extiende desde la meseta central hacia San Luis e Igualápan (sic), hasta la costa del mar del sur, está deshabitada y desierta, a pesar de que es favorable para el cultivo de la caña de azúcar, el algodón y otros productos tropicales. Los nativos (Indios) de Puébla (sic) hablan tres distintos lenguajes. Los que habitan los municipios de Puébla, Cholúla y Tlascála (sic), hablan azteca; los ha­bitantes de Zacatlán, el Totonáque (sic), y los de Tlalpán, el Tlapanéco (sic). En el límite con el Estado de Oajáca se habla también Mistéco (sic). El Esta­do esta dividido en 25 "Partidos" o distritos. Entre estos los más importan­tes son: Atlixco, Guachinángo, Ométepéc, Puébla, Tepeáca, Tehuacán de las Granádas, Tlápan y Zacatlán (sic). Encierra en suma 5 municipios y vi­llas, 126 parroquias, 590 pueblos, 412 haciendas y 857 grandes y pequeños (Ranchos) (sic).

Debido a la ubicación y condición geológica del Estado de Puebla, compuesta en parte de altas y amplias mesetas, parte de bosques, valles y tierras bajas se pueden encontrar producción de todas las plantas del mundo, tanto en las mesetas como en las tierras frías y calientes. Las mesetas produ­cen maíz, trigo, cebada, chile, maguey, frijol, verduras y toda clase de frutos propios del norte. Atlixco está ubicado en una zona muy rica. En las laderas de la Malinche se da el mejor trigo, y un poco más hacia dentro, donde uno ocasionalmente riega la tierra, el maíz crecía cuatrocientas veces más. El tri­go se lleva en grandes cantidades a Estados de Veracruz y Oajáca. Antigua­mente se importaba libremente bajo un monopolio y a muy alto precio harina de Puebla a Cuba y no hay duda, que esta excelente harina hubiera podido competir en las Indias Occidentales y en Sudamérica con la nortea­mericana y europea, si hubiera sido posible construir canales a través del alti­plano a la costa del Golfo. El transporte existente a lomo de animales de carga costaba de 4 a 5 pesos el flete hasta la costa y no permitía la exportación, e incluso el transporte en vehículos ordinarios era demasiado caro. En la frontera con Oajáca se cultiva algo de cochinilla. Las calientes llanuras cos­teras producen algodón arroz, algo de café y azúcar junto con frutos tropica­les. Toda clase de pinos y árboles dan verdor eterno a los bosques de las montañas. Cerca de 4/5 partes de todas las propiedades, pertenecían a los conventos, cabildo, hospitales y (cofradías) (sic), de donde se desprende que el agricultor tuviese siempre una condición deprimida y en las clases bajas del pueblo reinase la pobreza.  Como una curiosidad entre las plantas mencionaremos el gran Cypresse (Ahahuete  – Cupressus  disticha L.) (sic) de Atlixco. Tiene 73 pies de circunferencia y está considerado como uno de los árboles más grandes conocido del mundo. El tronco está hueco;  la medida interior de la cavidad es de 15 pies.

En el año de 1826 el importe de los ingresos del Estado fue de 633,625 Pesos (sic) y el de los egresos 629,070 Pesos (sic). Según eso en el cuarto año de Independencia el saldo era 4,555 pesos.

Las fábricas y manufacturas de Puebla se encuentran concentradas en la capital. Antes de la Independencia y debido al libre comercio de los manu­factureros europeos y el bajo precio de los artículos manufacturados en México, éstos eran de considerable aceptación. La declaración en  la Inten­dencia de Puebla de ganancias por productos de algodón era de 1 1/2 millo­nes de Pesos (sic) anuales. Pero éstos no eran productos obtenidos de fábri­cas, sino de tejedores e hilanderas particulares de Puébla, Cholúla, Tlascála y Huexotzíngo (sic). Sólo en Puebla, en 1802 se podían contar más de 1200 tejedores de tela. No sólo se fabrican artículos de algodón en Puebla, también un chal de algodón muy colorido, el cual se usa en el campo. A princi­pios del Siglo XVII Puebla exportó a Perú azulejos, sombreros y jabón. La fabricación de sombreros y jabón en Puebla es también de importancia. Am­bos artículos eran aceptados en todo el país, especialmente el jabón, el cual es de excelente resistencia y blancura. En el año de 1793 contaba uno en Puebla 46 fábricas de porcelana. En 1803 sólo había 16. Actualmente existen todavía algunas pero sus productos son feos en comparación a la calidad y forma de los anteriores. Aquí también se fabrica toda clase de vidrio. Por lo general es verde y completamente soplado. De la misma manera, la fabri­cación de objetos de alfarería es de excelente calidad. Sus formas son ligeras, generalmente elegantes y de vidriado firme y bueno. El Intendente D. Ma­nuel de Flon, Conde de la Cadena, en años anteriores trabajó mucho por la industria y bienestar de los habitantes de Puebla. En el año de 1830 fundó, bajo el nombre  Sociedad patriótica para el fomento de las artes industriales (sic), una sociedad para la promoción de la industria de este Estado, después del modelo de la organización o sociedad mexicana creada con el mismo fin bajo los auspicios del ministro Alamán. En el mismo año fueron expuestos diversos modelos de artesanías e industrias (emplomados, tapetes, algodón teñido, oro, cobre plateado, objetos de piedra, grabados en cobre, etc., etc.), los cuales un patriota benefactor de su tierra natal, Don José Manzo, sufragó en gran parte y dirigió estas exposiciones. Es para mí desconocido el camino que han seguido estos comienzos bajo los nuevos movimientos po­líticos.

1            El Citláltepétl o Pico de Orizaba, tiene 5,747 metros sobre el nivel del mar, es la montaña más alta de México.

2            El Popocatepétl tiene 5,452 metros y forma parte del Eje Neovolcánico.

3            El Ixtaccíhuatl tiene 5,286 metros de altura.

4            La Malinche supera los 4,000 metros de altura.

 

Fin primera parte

 

Muhlenpfordt, Eduardo

Versuch einer getreuen Schilderung der Republick Méjico. (Ensayo de una descripción fiel de la República de México) Hanover, 1844, pp. 216-236. Trad.  Estela Archundia de Uriarte.

Eduardo Muhlenpfordt, viajó por México de 1827 a 1835, fue geógrafo y etnólogo alemán, que estuvo como jefe de construcción de caminos en Oaxaca. Su obra aun­que de inspiración humboldtiana, es magnífica, porque hace en algunas ocasiones mejores descripciones que las que hizo Humboldt, es probable que en Puebla estu­viera en varias ocasiones.