".$creditoFoto."

Mundo Nuestro: Emma Yanes Rizo, Doctora en Historia del Arte por el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, especialista en la historia de la talavera poblana en los siglos XVI y XVII, es autora del libro Pasión y coleccionismo. El museo de arte José Luis Bello y González (INAH, 2005). Las fotografías que acompañan este texto son parte de la reseña gráfica elaborada en los años treinta por el fotógrafo poblano Juan Crisóstomo Méndez sobre la casa galería de Mariano Bello y Acedo.





Pasión y coleccionismo, el Museo de Arte José Luis Bello y González.





El coleccionista Marino Bello y Acedo, quien donó su colección a la Academia de Bellas Artes para la fundación del Museo a la memoria de su padre. Pintura de Dolores Flores S., estudiante de  la Academia (1963).


Salón Rojo, despacho de Mariano Bello y Acedo.

                    

En días recientes se ha comentado en la prensa el traslado de al menos parte de la colección del Museo de Arte José Luis Bello y González al Museo Internacional Barroco, sin que hasta ahora exista por parte de las autoridades una explicación detallada y pública del cómo y el porqué de esa decisión. Incluso un grupo de ciudadanos vía internet (change.org) ha pedido el respeto a la colección y que se conserve la misma en su lugar, es decir en la que fuera la casa habitación de don Mariano Bello y Acedo, con base en una de las cláusulas testamentarias del mismo.

Se trata en suma de una demanda ciudadana ante la preocupación por la posible alteración del patrimonio poblano.      

Pinacoteca. Al frente el busto de Napoléon Bonaparte.

Sala de talavera

 

Conocedora como soy de ese Museo, la medida de mover parte de la colección  otros museos, a reserva de que las autoridades aclaren a qué se refieren con tan sólo “una exposición temporal”, me parece de todo inadecuada atendiendo a dos criterios: el primero, de índole académico, que atañe a la historia del arte y del coleccionismo en Puebla, siendo el Museo de Arte José Luis Bello y González, junto con el Bello y Zetina, ejemplos casi únicos de esa corriente en México. El Bello y González es el segundo más importante sobre artes aplicadas en nuestro país, luego del Franz Mayer, con la ventaja para el Bello y González de que recupera la casa habitación de su propietario y en ese sentido le da un ambiente único difícil de repetir. Ejemplo de este tipo de museos son el de Joaquín Sorolla en Madrid o el Museo Casa de la Condesa de Lebrija en Sevilla, sin que hasta ahora a nadie se le haya ocurrido la brillante idea de desmantelarlos para una mejor apreciación de sus obras por ejemplo en el Museo del Prado o el Louvre. En ese sentido, el argumento de que sólo se iría una pequeña parte de la colección, es decir, la barroca, es del todo inadecuado, ya que es el conjunto de la colección del Bello lo que lo hace particular y entrañable, independientemente de cada una de sus partes. Y es su contenedor, es decir, la casa en sí misma, la pieza clave de la colección, siendo ese inmueble lo que nos permite trasladarnos en el tiempo y conocer la historia de la vida cotidiana con sólo estar ahí, como consta en las cláusulas que llevaron a que el edificio 302 de la avenida 3 Poniente fuera declarado Monumento Artístico en 1940, mismas que detallaremos más adelante.

Como se sabe, en la historia del arte no es sólo el valor cuantitativo  (cuántas piezas son las que se quedan o las que se van) lo que interesa, sino el cualitativo: la propuesta de la colección en su conjunto y en este caso el respeto a lo que el coleccionista quiso que miráramos como parte de su legado: la casa como resguardo de las artes aplicadas en Puebla y de la galería de pinturas integrada por su padre José Luis Bello y González durante años de esfuerzo.             

Sala de talavera.

Sala de talavera

 

 El segundo argumento atañe estrictamente a la necesidad para Puebla, en todos los ámbitos, del respeto a la Ley y de que la misma beneficie al bien común. Como se sabe el coleccionista Mariano Bello y Acedo dejó claramente estipulado en su testamento en 1917, lo siguiente:

 

…que la galería de pinturas y obras de arte, después de la muerte de mi señora esposa, pase en propiedad a la Academia de Educación y Bellas Artes del Estado; cuidando a la persona a la que incumba ejecutar esta determinación de que se acuerde y ordene todo lo que sea necesario para que no se enajene ni se disponga de ninguna de las pinturas, ni de las obras de arte,  sino que todo se conserve en recuerdo perdurable del señor mi padre don José Luis Bello, que fue el fundador de esa galería. Los cuadros pintados por mí, que hay en la galería, serán distribuidos o regalados a las personas que deje designados mi señora.”

 

A partir de la redacción de su testamento, José Mariano Bello adquiere nueva obra, apoyado por anticuarios poblanos, que conformará parte de su colección hasta su muerte: fue así como conformó entre otras, la sala de Talavera y la de Lacas. A la muerte de Mariano Bello y Acedo, el 4 de septiembre de 1938, con Miguel Grajales como albacea, la colección pasó a ser propiedad de la Academia de Bellas Artes. A su vez en julio de 1940 la casa en sí misma es declarada Monumento Artístico, según decreto del gobernador Maximino Ávila Camacho, con base en los siguientes argumentos hoy del todo pertinentes:

 

Primero: Que el señor Mariano Bello y Acedo legó a la Academia de Bellas Artes de Puebla su Galería de Pinturas y Objetos de Arte que se conocen con el nombre de Museo Bello y que reunió en la casa número trescientos dos de la avenida tres Poniente de esta ciudad.

Segundo: Que la casa que se indica fue acondicionada perfecta y cuidadosamente por el referido José Mariano Bello para constituir un verdadero Museo, ya que la colocación adecuada de los objetos de la misma así lo manifiesta.

Tercero: Que muchos de estos objetos se encuentran empotrados en la pared, formando un conjunto completamente artístico, por lo que si fueran desalojados de su sitio, además de correr el riesgo de ser deteriorados, podrían perder el mérito que tienen tal y como se encuentran en la actualidad.  

Cuarto: Que cualquier cambio que se hiciera de esta Galería de Pintura y Objetos de Arte, traería como consecuencia un demérito de la misma, pues fueron minuciosamente colocados en las distintas salas de la casa número trescientos dos de la avenida tres poniente de esta ciudad, por el señor José Mariano Bello, las que están convenientemente arregladas para ese objeto.

Quinto: Que el Gobierno del Estado debe cuidar celosamente este legado tal y como lo dejó el señor José Mariano Bello, pues viene a aumentar el acervo artístico de Puebla y cualquier cambio que se le hiciera sería en perjuicio del mismo.

Sexto: (…) Que, por lo tanto, por el perfecto acondicionamiento de su interior para servir de Museo, por los objetos que se encuentran empotrados en sus paredes, por la armonía y coordinación de todos sus detalles que indican claramente su disposición para guardar esa galería de pinturas y objetos de arte legados a la Academia de Bellas Artes, constituye un monumento artístico que debe protegerse para que no sufra demérito alguno y que estimándose como Monumento el inmueble que se menciona, es de utilidad pública su conservación por el valor artístico que representa, he tenido a bien resolver:

ARTÍCULO UNICO. Se declara que es monumento artístico la casa número trescientos dos de la avenida tres poniente de la ciudad de Puebla, donde se encuentra el Museo Bello.

 

Posteriormente, ese mismo año, en torno a un posible juicio de herencia, se estipuló claramente:

.…La galería de pinturas y objetos de arte, que corresponden a la Academia de Bellas Artes, de acuerdo con lo establecido con el testamento del autor de la herencia, galería sobre el cual versa el curso de oposición, no podrá de ninguna manera trasladarse a otra casa ni modificarse en modo alguno, ya que de acuerdo con el decreto expedido por el Ciudadano Gobernador del Estado, con fecha dos del mes actual, la casa de que se trata o sea la número dos de la antigua calle de Victoria, hoy número trescientos dos de la avenida 3 poniente de esta ciudad, ha sido declarada Monumento Artístico y ha quedado sujeta a la prevenciones de la Ley sobre protección y conservación de Monumentos y Bellezas Naturales del Estado de Puebla.          



Pinacoteca. Colección de porcelana oriental.

 

Pinacoteca. Vista desde el fondo.

        

  Es decir, que para entonces la colección y la casa-Museo se volvieron una  entidad jurídicamente indisoluble.

Paralelamente, con el ánimo de darle mayor solidez a la propuesta de la Casa-Museo y evitar malos entendidos respecto al uso de las colección y de la asignación de recursos, el 13 de febrero de 1939 la Academia de Bellas Artes del gobierno del Estado, propuso la formación del Primer Patronato para el gobierno Autónomo del Museo, integrado por el director de la Academia de Bellas Artes, Juan R. Fuentes; como Vice-presidente y representante de la familia el señor Miguel Grajales Villar; Como vocales un grupo de profesores y ciudadanos poblanos y como representante del gobierno del estado, el director general de Educación Pública.

         A su vez, la casa fue comprada por el gobierno del Estado el 24 de octubre de 1941, para conservarla como casa-Museo.

         El  16 de marzo de 1944 terminó el periodo del primer patronato. El 21 de junio de 1944, se establece la Ley orgánica del Museo José Luis Bello y González, y se nombra un nuevo patronato integrado con la representación del propio gobernador del estado, dos representantes de la Academia de Bellas Artes, uno de la Dirección de Educación Pública del estado, otro de la Universidad de Puebla, uno de la familia de Mariano Bello y Acedo y dos de las agrupaciones de artistas plásticos. Dicho patronato tomó posesión en la ceremonia solemne de apertura del Museo el 21 de julio de 1944.

        Así surgió la Institución Pública del Museo, es decir con un mecanismo de ayuda mutua y rendición de cuentas. Finalmente el doce de mayo de 1944fue nombrado como su primer director del Museo el señor Salvador Fidel Ibarra, al que se debió la primera propuesta museográfica que permaneció por muchos años prácticamente inalterada, bajo el resguardo de su directora Alicia Torres de Araujo, hasta el sismo en la ciudad de Puebla de 1999.

        En julio del 2004, como Melquiades Morales como gobernador, se estableció un decreto de abrogación del Museo como Institución Pública, argumentando que nunca había operado como tal y en efecto al parecer la colección pasó a manos de la Secretaría de Cultura, pero cabe recordar que en el mismo decreto se especifica que la Secretaría “continuará realizando las actividades encomendadas a la Institución Pública descentralizada y proveerá lo conveniente para que la colección de Mariano Bello sea preservada”.

        Lamentablemente no soy abogada, sino historiadora, pero a mi juicio salta a la vista que la primera función de los patronatos originales del Museo era justamente la de conservar la colección como Casa-Museo, por lo que, a reserva de lo que expliquen las autoridades de la Secretaría, no entiendo por qué lo anterior pueda derivar en el derecho a que se disperse la colección o a que se descarte la propuesta de Casa-Museo, como ejemplo del coleccionismo, sin ningún beneficio por lo menos a la vista, para la ciudad de Puebla. 

        Por lo pronto, los ciudadanos poblanos sentimos a la colección y al Museo a la deriva, es decir, atado a la buena o mala voluntad de los gobernantes, sin mecanismo alguno de control o de rendición de cuentas: la publicación completa del inventario, por ejemplo, sería del todo bienvenida o quizás de nueva cuenta la formación de un patronato.    

      Dos motivos entonces, digo, para evitar el traslado sin explicación pública  alguna a los poblanos de piezas del Museo de Arte José Luis Bello y González al Museo Barroco o cualquier otro, la primera, porque atenta contra uno de los museos más emblemáticos de Puebla y de México, como un ejemplo del coleccionismo del siglo XIX y de las artes aplicadas; el otro porque jurídicamente, al reserva desde luego de que yo este equivocada, al parecer es inviable.            

      Por último, con el ánimo de valorar lo que fue la Casa-Museo original, acompaño este artículo de la serie del fotógrafo poblano Juan Crisóstomo Méndez, que captó en su lente la galería y la colección en los años treinta. Ya podrá comparar a usted si visita hoy el Museo, la transgresión que se está cometiendo a esta galería.