Textos de Profética: Declaración de enfermedad
Por Judith Castañeda Suarí
Semblanza Judith Castañeda Suarí. Nacida en el Distrito Federal, el 16 de agosto de 1975. Profesional técnico en química industrial, egresada del CONALEP y alumna en diversos talleres de cuento entre el 2002 y el 2006, a cargo del escritor Alejandro Meneses y de la maestra Beatriz Meyer. Ha publicado en diferentes suplementos culturales de circulación local y en las revistas Crítica y Nexos, así como en el suplemento La revista, del periódico El nuevo día, de Puerto Rico. Es autora de los libros de cuentos La distancia hasta el espejo, Dios de arena y Aire negro y participante en las antologías La muerte es un sueño, Puebla directo, 15 relatos de la ciudad, Antología mínima del orgasmo y Volver a los diecisiete, cuentos de lolitos, así como en la exposición y catálogo Volcanes, explosiones de poblanidad. |
Sólo yo conozco el nombre del mal que me aqueja. Lo siento exprimirme las vísceras y meterse en cada articulación para volverla un engrane desaceitado, un lastre al momento de caminar.
Me han dicho acupunturistas y quiroprácticos que no debería preocuparme, pues se trata de un caso de hipocondría. Que no es nada presentir el cáncer en las yemas y la lepra en la mancha que cuelga detrás de mis tobillos. Que el único remedio posible para esto es mirar al sol y sonreír al viento, ir cada tarde a acodarme en una barra y pedir un capuchino, un tinto afrutado, mientras mi vista planea sobre calles carentes de semáforos, ajenas a las avenidas de ocho carriles, mientras oigo la risa de los niños en el parque, la charla de las mujeres, los pregones del vendedor de frituras. Eso devolverá la salud a mis atrofiados miembros, dicen.
Varias ocasiones aquellos hombres han repetido la pregunta que me hago cuando el dolor de cargar ese saco se me clava en mitad de la espalda, donde es imposible alcanzarlo: si dices que se trata de algo real, ¿por qué no buscas una cura?
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