• Gabriel Hinojosa
  • 29 Noviembre 2012
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Por: Gabriel Hinojosa

Estadio de Wembley. domingo 19 de abril de 1970, Londres, Inglaterra. Son las 10:00 a.m. y parado en el césped subo la mirada para ver a un estadio a medio llenar, tengo 20 años y me golpea la realidad ¿Como llegué acá? Un toque en el hombro de mi nervioso coequipero de 17 años Toño Bárcena (+) interrumpe mi reflexión; Gabriel, es hora de prepararnos, no podemos distraernos. No se escuchan las porras del futbol pero si el peculiar rugir de los motores y en el aire el aroma de gasolina de alto octanaje con aceite Castrol. Estamos en la rampa de salida del Rally de la Copa del Mundo Londres-México 1970 a bordo de nuestro Vocho color naranja, casi rojo, marcado con el número 19 y rodeados de otros 92 competidores entre los que se encuentran muchos de los mejores pilotos del mundo de la especialidad que cuentan con el apoyo millonario de grandes fabricantes automotrices. En el momento de tomar la rampa de partida se encuentra al volante  José Manuel Pérez, de mi misma edad y hoy mejor conocido como Pepe Momoxpan. Ocupo el asiento del navegante y Toño en el asiento trasero se inclina entre nosotros para no perder detalle, cae la bandera a cuadros para marcarnos el arranque y los flashes iluminan la leyenda en el cofre: “MÉXICO” en letras negras y grandes en diagonal y un poco abajo, con letras menores y a manera de subtítulo “EL ABANDONADO”. Esta es una breve historia de cómo llegamos a ese momento que hoy regresó a mi memoria al ver el partido olímpico de Senegal contra México en ese mismo estadio de Wembley.


Tenía escasos 8 años cuando mi familia se mudó a la casa en calzada de los fuertes, la que lleva a los fuertes de Loreto y Guadalupe. Mi padre nos llevaba sin falta a las carreras de autos en el aeródromo “Pablo L. Sidar”, sentados en el pasto y cercanos a la curva en “U” que les daba a los autos acceso a la larga recta que era en realidad la pista de aterrizaje, observábamos atentos mientras botaneábamos chicharrones y los grandes uno que otro tequila. Mi padre era ingeniero mecánico de las primeras generaciones egresadas del Politécnico Nacional, por lo que resulta natural su gusto por los motores y el automovilismo. Posteriormente el Club Deportivo Automovilístico de Puebla, CDAP, inició la organización anual de una carrera nocturna usando un circuito callejero que rodeaba a los dos fuertes, con Pepe y otros amigos en la adolescencia,  no nos perdíamos un entrenamiento formal o informal y salíamos disparados en nuestras bicicletas a cualquier hora de la noche al escuchar el rugir de algún potente motor, señal inequívoca de que alguien estaba entrenando para la carrera. También hacíamos méritos ante los adultos socios del CDAP para que nos capacitaran y permitieran ser bandereros oficiales en la carrera, eso nos dio acceso a las reuniones semanales del CDAP en la que los grandes bebían, hablaban de automovilismo y organizaran sus eventos. En Reforma #125 segundo piso el club ocupaba unas oficinas por las que no cobraba renta el socio y también dueño de la radiodifusora XEHR que ahí operaba, Roberto Cañedo Martínez. Las paredes tapizadas de fotografías blanco y negro de los héroes mundiales panamericanos y de los locales como poblano Douglas Ehlinger que con su Packard llegó a ocupar el lugar 14 general y mejor mexicano de esa carrera legendaria “La Panamericana”. Los que habían competido narraban sus hazañas cada semana ante su mejor auditorio, nosotros, los jóvenes aprendices y aspirantes a emularlos, a veces con auténtico interés y a veces con el afán de que nos invitaran una cuba que no podíamos pagar con nuestro escaso “domingo”


  A los 17 años fui invitado a ser copiloto y navegante en uno de los rallies de regularidad por carreteras que organizaba el CDAP, los grandes tenían auto y podían pagar, por lo que nos invitaban. Pronto tenía yo cierto prestigio como buen navegante que sin marearme podía llevarles la ruta y con tablas y cronómetros mecánicos los guiaba a mantener las velocidades exactas requeridas. Un buen día a finales de 1969 en reunión del CDAP alguien sacó un folleto de un gran rally que organizado en Inglaterra para celebrar el campeonato mundial de futbol, el primero sería de Londres a México en 1970 pero cada 4 años se pretendía hacerlo de Londres a la sede del mundial de futbol, por eso lo llamaron “Word Cup Rally” . Iniciaría en el estadio de Wembley y terminaría en el estadio Azteca de México. La emoción subía conforme la noche avanzaba al imaginar la posibilidad de ser participantes y héroes locales, además la ruta pasaba por Puebla. Repentinamente se alzó la voz de Mario González Cobián, uno de los socios “grandes” quien dirigiéndose a Pepe, Marco Arroyo y a mi declaró “Soy amigo de Hans Barkins(¿?) alto ejecutivo de la planta VW en Puebla; me comprometo a que ponga el coche para que vayan al rally” la sorpresa nos dejó mudos por instantes, pero pasamos a expresar duda sobre que la marca fuera a aportar el auto pero Mario cortó de tajo las dudas sobre lo serio de su oferta agregando “ …y si no lo consigo, me comprometo a pagar el coche yo mismo”


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