• Cecilia Zeledón
  • 03 Abril 2013
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Por Cecilia Zeledón

Dale. Te cuento.

Un semestre en Amherst. Un semestre que duró siglos de silencio y asombros.

Llegué el 7 de septiembre de 2010. Vine como maestra invitada a dar un curso sobre Movimientos Sociales en América Latina a Hampshire College. Un lugar de hijos de ricos, muy ricos, liberales, progresistas, que caminan descalzos --eso muy cool-- por los pasillos de la hermosa y arbolada escuela. Según dicen los folletos del college acá sueñan con otras formas de aprendizaje, donde cada estudiante diseña sus semestres según sus intereses personales y, yo le agregaría, de clase. Los chavos compran pantalones de mezclilla que parecen usados por cientos de dólares en las boutiques de moda en North Hampton.


Vivo en una casita -relinda- la faculty house de Ciencias Sociales dentro del campus, en medio de un bosquecito bellísimo con arillas y cuervos. También aquí viven otros/otras profes. Todos "progresistas y abiertos".  El rollo de la definición de identidad de género es muy muy  importante para ellos y ellas. Son gays o lesbianas. PUNTO.

¡Hay una heterofobia tenaz! Hay un individualismo tenaz. Hay una preocupación muy intensa de su sexualidad y de su persona y de su y de su....

Y, bueno, como yo no encajo en sus definiciones de identidades de género "queer" ni me gusta tampoco el asunto aquel de definirme por 'la raza', me excluyen -y me auto excluyo- de sus "festines y reventones de sexo, pastillitas de colores, cigarros de mariguana, gritos, aspavientos y vomitadas".  Aquí soy la "indita", como me dijo sonriendo uno de los profes progresistas, "la indita que no quiere participar". 

But you are too ethnic looking.

Estoy en una ciudad chica en el estado "democrático" de Massachusetts, "muy bonita" donde todo es ordenadito, silencioso y limpio, con bosquecitos"hermosos". Las calles perfectas y el pavimento impecable. No sé porqué cuando camino en la hermosas mañanas al college me dan ganitas de llorar al ver estas calles tan perfectas. Algo se esconde debajo de este pavimiento tan perfecto, algo triste y turbio. Camino y mis pies gritan.

Durante todo octubre este lugar parecía un cuadro impresionista de Monet.  Hay laguitos y rios por todas partes. Una ciudad "semi rural", con carreteras de lujo para transitar entre las granjitas de muchas, muchas hectáreas. 

Hijoles, no hay taxis ni transporte publico. No. Sólo buses para los five colleges: Amherst College, Hampshire College, Mount Holyoke, Simth College, UMass Amherst.

Puros automóviles del año o mis patitas, pero todo queda a millas de distancia. Camino mucho, voy a un río cercano. Todo es silencio. Silencio. Después, leo. Doy mi curso. Leo. Oigo música. Leo. Escribo. Leo. PUNTO. Leo.

Muy cerca de aquí hay dos  bases militares (Westover Air Force Base y MA Air National Gard), de repente, se rompe el silencio impresionista y atraviesa -volando muy bajito- el cielo un avión verde, de esos enormes que llevan en sus panzas tanques de guerra. Frente al college hay una montaña "hueca" que durante los años 70's hicieron para construir adentro un búnker gigante por si había guerra nuclear y vendieron espacios a los millonarios de la zona, como los Kennedy.

Ah, pero, todo es limpito, es una ciudad muy típica de New England, "very tranquila". Junto a la casa donde vivo hay una granja pintadita de rojo con techito de dos aguas. Hay vaquitas y chanchitos, siempre limpitos. Los sucios somos los "latinos", como de hecho nos gritó una colega gringa porque no sabemos separar "correctamente" la basura, somos bárbaros, incivilizados. Llegamos siempre tarde como bárbaros.

Esta tranquila y civilizada ciudad tiene unos 30 mil habitantes. Todos cultos, silenciosos y obedientes -muy cultos y muy ricos pues los colleges privados cuestan más o menos 56 mil dólares al año-. La mayoría de la gente que vive acá son estudiantes de todos los Estados Unidos y pocos habitantes de Amherst (blancos, granjeros, judíos o protestantes). Los latinos-hispanos, hindúes, chinos-coreanos, africanos somos empleados de limpieza en tiendas, maestros de escuelas, recogedores de verduras en granjas clandestinas, recogedores de tabaco (dicen que hay buen tabaco por acá), sirvientas en casas de blancos, recogedores de basura, empleados de librerías (hay muchas), meseros en cafés o restaurantes.

Esta bonita, tranquila  y civilizada ciudad se llama "Amherst", en honor al general inglés Sir Jeffrey Amherst que la fundó en 1763, para lo cual trajo colchas infectadas con viruela para matar a los indios, esa "raza de  execrables".   Estoy entonces en el lugar de origen de las guerras bacteriológicas. En el lugar donde se despreció a los dueños de la tierra.

Este es el lugar donde condenaron a muerte a los obreros anarquistas italianos Zacco y Vanzetti  (aquellos de la canción: Here is to you Nicola and Bart...que cantaba Joan Baez).

EL silencio de las calles y las casas bonitas grita nuestro dolor. El dolor de toda la América Latina invadida desde hace años, despojada, despreciada pero saqueada, acribillada por la ambición de poder y dinero sin límite de los gringos, del capitalismo. 

Imaginarás el dolor de saber encima de qué muertos estoy parada, como dice aquel poema del compañero  Roque Dalton.

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