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Cuando se emprende un proyecto colectivo tan ambicioso y complicado como lo es participar en el rescate del tercer río más contaminado del país, el Atoyac, lo primero que hay que saber es que probablemente no nos alcanzará la vida para ver cumplido el objetivo. No importa. Quienes iniciaron la construcción de una catedral, siempre supieron que ponían las primeras piedras, pero que pasarían varias generaciones antes de que otros colocaran las últimas. No por eso abandonaron  una tarea que privilegiaba el futuro.

 

 En la cuenca alta del Balsas, en las cumbres y bosques del Ixta-Popo y la Malinche, nacen los manantiales y caen las lluvias que alimentan el río Atoyac, que  cruza 22 municipios del Estado de Puebla .A su paso, las aguas limpias van recibiendo, de manera impune e irresponsable, las descargas sin saneamiento de aguas negras e industriales. El último municipio que cruza el río antes de desembocar en la presa de Valsequillo es el de Puebla, que genera el 50 por ciento de las descargas que hacen que las aguas del Atoyac estén contaminadas ocho veces más de lo que marcan las normas oficiales mexicanas en materia de descargas en cuerpos de agua.

 

 Los ríos del mundo ya no se entuban, se sanean. Cuando existió la moda de entubar los ríos, afortunadamente en Puebla nunca encontraron dinero para esconder sus 17 kilómetros de mugre y  toxicidad. Y así, aunque asqueroso, el Atoyac aun corre a cielo abierto rodeado de árboles enormes y hermosos que forman un bosque lineal visible desde el aire.

 

A quienes nos interesa sanear el río hemos ido entendiendo que nuestro objetivo central es que por medio de acciones civiles y trabajo de investigación interinstitucional  y siempre en coordinación con las autoridades,  podamos construir un modelo de gestión de rescate no solo para el Atoyac, sino útil para otros ríos y cuencas del país. Eso es lo que nosotros queremos impulsar y lograr; las acciones de prevención y remediación dependerán de las autoridades, quienes deben meter al orden a todos los responsables públicos y privados que hoy contaminan la cuenca.

 

Sin embargo, aunque nuestro papel no sea ejecutar acciones ni inversiones de manera directa,  nos hemos dado cuenta de que es necesario crear comunicación y transversalidad entre todos los actores que pueden hacer posible lo que queremos. Fue  pensando en esa necesidad de articular y dar seguimiento a lo que sucede alrededor del río que decidimos fundar un grupo de trabajo formal al que hemos llamado  "Dale la Cara al Atoyac,  A.C". Lo hemos llamado así porque hasta hoy, casi todos los habitantes de Puebla le hemos dado la espalda. 

 

A lo largo de muchos meses nos hemos reunido  con todas las autoridades competentes para este asunto. De entre todo lo aprendido e investigado este año, una cosa me ha quedado clara: el costo de que el río siga contaminado es muchísimo más alto que su rescate. Solo en materia de salud, la contaminación de la cuenca le cuesta al estado mexicano más de 50 mil millones de pesos anuales. Lo que se deja de ganar en la agricultura de hortalizas debido a la toxicidad del agua para riego de la presa de Valsequillo,  12 mil millones de pesos; la pérdida en turismo por no tener saneado un lago que podría ser maravilloso, anda alrededor de los 10 mil millones de pesos.

 

Un grupo de investigadores de la UNAM calcula que el estado mexicano tendría que invertir aproximadamente  300 millones de dólares para empezar a sanear la cuenca. Con toda la certeza que me dan los datos duros que he visto, afirmo que es mucho más caro no sanear la cuenca, que todo el costo que se requiere para su rescate integral y total.

 

 Cosas como estas hemos encontrado y aprendido en este año. Ordenar, priorizar y utilizar estos datos para argumentar ante quien sea que actuar es imperioso, es parte de la razón de ser de nuestro grupo. Nuestra misión es ser los monitores, seguidores e impulsores de toda acción e información que pueda revivir a nuestro río, así como  conservar y dar seguimiento a todo  lo valioso que hacen muchísimos buenos funcionarios públicos, que muchas veces se pierde con los cambios y vaivenes de la administración pública. Por eso estamos creando una herramienta que acopie y guarde información por medio de un Observatorio en nuestra página de internet http://www.dalelacara.org/Con esa herramienta queremos dar seguimiento y permanencia a las acciones a favor del río a lo largo de los años, ser su memoria de lo que fue y lo que debe volver a ser ante toda autoridad que llegue, buena o mala, inteligente y comprometidas o ineptas y arrogantes,  o peor aun, insensibles e indiferentes hacia la naturaleza.

 

Dale la Cara al Atoyac quiere, con sus acciones y trabajo, ser lo estable ante lo irremediablemente transitorio, sin importar los cambios de gobierno, ni los colores, ni los partidos. Nuestra misión es permanecer constantes a la orilla del río, como una roca, hasta resucitarlo.