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La música como esperanza de vida.

En el juego de palabras no se sabe qué corre primero: canto, esperanza, vida. Esta es la enseñanza que deja la lectura del testimonio escrito por la madre de una chica del Coro en la Orquesta Esperanza afectada severamente en su salud desde pequeña. Es el relato de sus padecimientos y el esfuerzo por superarlos en la disciplina de los ensayos y en la recompensa de escuchar su voz en la corriente del canto colectivo.

Contra la percepción de una realidad que nos arrolla en la violencia y el caos, en la historia de A se explica la sobrevivencia de una sociedad a pesar de todos sus demonios.(Mundo Nuestro)

 

A es una niña esperada con mucho amor y nace sana un día de marzo del año 2000.

A comienza a caminar muy rápido y para cuando cumple dos años habla  perfectamente y es  muy sociable. A los 3 años comienza a enfermarse  de infecciones, de gripa, los médicos me preguntan si he fumado,  y yo les digo que no.  Ellos se limitana lo inmediato. A los seis años le comienza una hemorragia vaginal,  algo aterrador, es tan pequeña. Buscamos ayuda, empiezan los estudios y le encuentran que tiene un asma bronquial severa. A los siete años, ya en el Hospital del Niño Poblano,  nos dicen que su pulmón se está colapsando, que ya no hay muchas esperanzas, que ella está muy grave porque es fumadora pasiva. En ese entonces mi marido fumaba mucho. Dicen “ya no hay más que hacer, sólo esperar”, y pues tomamos la decisión de que si va a morir pues que muera en casa,  ya si se la entregamos a dios. Pero como cuento la niña reacciona y pide de comer y pide caldo de pollo,  regresamos al hospital y la niña está fuera de peligro y solo hay que llevar un tratamiento de vacunas cada dos meses. Milagro o casualidad, no lo sé, solo sé que dios nos ama mucho.

Más adelante A va de maravilla, lo único que hace falta es que aprenda a respirar correctamente. Comenzamos a buscar dónde y quién le enseñe, sin aburrirla. Después de tanto buscar llegamos a Esperanza Azteca, dentro del coro, y en menos de cuatro meses nos dice el neumólogo que la niña ya está muy bien y que el asma casi es historia. Pero a punto de cumplir trece comienza con infecciones intestinales,  se le atiende, y en poco tiempo presenta salmonelosis; le dan tratamiento por tres meses con una dieta rigurosa, y cuando creemos que ya está saliendo le descubren una tifoidea muy seria. Se le sigue atendiendo, pero nos damos cuenta que cada día está más mal, se queja de cansancio, dolor, temperaturas altas, no juega, no corre, y cuando no asiste al coro es porque está en cama. Y otra vez a buscar por fuera más ayuda, le hacen estudios para acelerar el tratamiento y para no perder tiempo porque no sabemos que pasa y cada día está peor.

Después de tanto descubren Leucopenia, y en poco tiempo, leucemia. Llegamos al hospital, más estudios, nos envían con el oncólogo, nos dice que es leucemia agresiva, que su organismo está muy agotado  y ya hay pocas esperanzas, y que si hay hemorragias  es un indicador de la gravedad del problema, que corre riesgo de que la perdamos, que recemos y que dios haga el milagro. Le hablamos a los amigos, que oren por la niña. Un familiar nos dice que la llevemos al santuario de Juquila, qué más podemos hacer.  Y nos vamos, y en el camino, una hora más o menos comienza a agonizar y no podemos hacer nada. Como podemos llegamos al santuario, donde la virgen, y se la entregamos y nuevamente nos sorprende, está de pie débil pero de pie pidiendo de comer y quiere ir al mar. Le damos gusto con lo que quiere, y ya de regreso  en el hospital  le hacen nuevos estudios y ya no hay  leucemia sus células están bien. Bueno, nos alegramos pero hay que seguir con la escoliosis y el artritis reumatoide juvenil pues su cuerpo se está auto destruyéndo y no está respondiendo al tratamiento, y aparte ya está cayendo en un cuadro depresivo y de ansiedad,  y nos dicen que si no se hace algo pronto la podemos perder. Es cuando acudimos al profe Uriel, en contra de mi hija, por que a ella no le agradaba que los demás se enteraran, sobre todo en el coro, porque no quería dejar de participar, ni de ir a conciertos, ya que para ella el coro es lo más importante, muchas veces estaba tan mal y decía “tengo que ir”,  si no se van a enterar… Y así, con dolor, va a sus clases.

En casa tratamos siempre de ayudar a A, porque muchas veces no podía ni escribir, y para cumplir con todo en la escuela hubo problemas con la directora, porque para ella la niña no tenía nada, y no le permitía salir. Una vez tenía que iniciar un tratamiento y no le permitían salir dos semanas antes de  terminar el ciclo escolar. Tuvimos que acudir a la Corde, presentamos sus antecedes y fue así como obtuvimos el permiso y el ingreso a este nuevo ciclo escolar.

Yo creo que por la presión en la escuela y los compañeros, tuvo que ser hospitaliza en varias ocasiones, muy grave. Le preocupaba mucho faltar a coro, porque no estaría en su debut.  Hablamos con el profesor para que ella estuviera tranquila, y así, para estar en el debut, salió un día antes del hospital. Al terminar el concierto A dijo “creo que ahora si me puedo ir, ya cumplí mi sueño.”

Nosotros nunca dejamos de buscar ayuda. La Doctora Gallegos nos recomienda con el Doctor Roberto, un quiropráctico, acudimos con él y nos pide placas, pero, que fuesen de Exakta, llamé y pregunté por algún descuento, y si el seguro de la niña ahí tenía valides, y me explicaron que necesitaban un correo  de Esperanza Azteca para aplicarle un descuento. Le hablé al profesor Uriel contándole el caso y es así  como nos recibe la señora Lucero del patronato, le contamos lo anterior y de inmediato nos conecta con los médicos que ya habíamos visto y que son los que apoyan al proyecto.

Ahora mi hija es atendida por el Dr. Carlos Bejarano con terapia de ozono, con el Dr. Roberto Hernández, quiropráctico, y los estudios en laboratorio Exacta, con un gran descuento. Ellos nos han dado una gran Esperanza, cuando económicamente ya habíamos tocado fondo, moralmente ni se diga, nos abren una puerta, y hasta a mi esposo le tocó apoyo con terapia de ozono, él es diabético. Gracias a cada uno de los médicos y personas con tan gran corazón, pues esto que hacen por mi hija no tiene precio, y es algo que nunca podré pagar. Con mucho amor les digo: la Orquesta y Coro Esperanza Azteca es  nuestra esperanza.