• Mina Lorena Navarro
  • 29 Octubre 2015
".$creditoFoto."

Mina Lorena Navarro es Doctora en Sociología y académica en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, y participa en el Laboratorio Multimedia para la Investigación Social de la UNAM. Ha acompañado procesos organizativos orientados a la defensa del territorio en México. Especialista en el estudio de los procesos sociales en torno a la implantación de proyectos industriales en territorios indígenas en América Latina, ha publicado recientemente el libro Luchas por lo común. Antagonismo social contra el despojo capitalista de los bienes naturales de México (ICSyH-BUAP, 2015), que ha sido presentado en el Primer Congreso Internacional de Comunalidad. Luchas y estrategias comunitarias: horizontes más allá del capital.





En los últimos 10 años ha sido notable el crecimiento exponencial de conflictos socioambientales en el territorio mexicano por la disputa en torno al acceso, control y gestión de los bienes comunes naturales, pero también por las “externalidades”[1] de la extracción, producción, circulación, consumo y desecho de la riqueza social convertida en mercancía, en el marco de la acumulación del capital.

Se trata de un nuevo giro en la extracción de bienes naturales renovables y no renovables, que va de la mano del desarrollo de numerosos proyectos de infraestructura carretera, portuaria y enclaves turísticos. A lo que debemos sumar el impulso de un nuevo sistema agroalimentario, en manos de grandes transnacionales, a costa de la exclusión masiva de los pequeños productores rurales. En suma, se trata de actualizadas y renovadas estrategias de despojo de los bienes comunes naturales.

El carácter de las políticas extractivistas de nuevo cuño está anclado al proyecto histórico colonial que ha marcado a América Latina desde hace más de 500 años. No obstante, ahora hablamos de ciertas novedades en las formas de acumulación del capital y de la explotación y apropiación de la naturaleza, que podemos resumir en los siguientes aspectos[2]: 1) la vertiginosa aproximación hacia el umbral de agotamiento de bienes naturales no renovables, tales como el petróleo, el gas, y los minerales tradicionales; 2) el salto cualitativo en el desarrollo de las técnicas de exploración y explotación cada vez más agresivas –como es la técnica de fractura hidráulica–, que está permitiendo el descubrimiento y extracción de hidrocarburos no convencionales y minerales raros, disputados mundialmente por su formidable valor estratégico en los planos económico y geopolítico; 3) la progresiva transformación de los bienes naturales renovables básicos –tales como el agua dulce, la fertilidad del suelo, los bosques y selvas–, en bienes naturales potencialmente no renovables y cada vez más escasos[3]; y, por último 4) la conversión de los bienes naturales –tanto renovables como no renovables– en commodities, esto es, un tipo de activos financieros que conforman una esfera de inversión y especulación extraordinaria por el elevado y rápido nivel de lucro que movilizan “mercados futuros”, en tanto responsables directos del aumento ficticio de los precios de los alimentos y de las materias primas registrado en el mercado internacional[4].

Esta reconfiguración ha sido impulsada por las políticas del capital privado y la participación de los gobiernos en sus diferentes ámbitos y niveles, a través de un amplio abanico de estrategias: jurídicas, de cooptación, disciplinarias y de división de las comunidades, represión, criminalización, militarización y hasta contrainsurgencia, para garantizar a cualquier costo la apertura de nuevos espacios de explotación y mercantilización.



 

               

Mural que expone la resistencia campesina a la construcción de la presa La Parota. (actvista..mx)

Es de resaltar en los últimos meses el aumento de aprehensiones de activistas ligados a la defensa de la tierra y el territorio, tal es el caso de Juan Carlos Flores y Enedina Rosas, miembros del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua Puebla-Morelos-Tlaxcala, quienes se oponen al Proyecto Integral Morelos que incluye el despojo de tierras para la construcción de dos centrales termoeléctricas, un gasoducto, una línea eléctrica y un acueducto. O el caso del comunero Marco Antonio Suástegui, del emblemático Consejo de Ejidos y Comunidades Opositores a la Presa La Parota (CECOP), reconocido por la férrea resistencia que logró durante 11 años bloquear dicho proyecto hidroeléctrico. Un común denominador de todas estas detenciones son las irregularidades en el debido proceso legal.

A partir de la revisión de múltiples casos de conflictos socioambientales en México, vemos que las estrategias de dominación del Estado y del capital operan sobre la base de cuatro aspectos que buscan ocultar y disfrazar el verdadero carácter del despojo[1]:

1. Los proyectos de despojo se presentan como medios para el desarrollo, progreso y bien común. Sin embargo, este desarrollo no es igual para todos; al contrario, hay poblaciones y territorios que son sacrificados y desechados, y donde su vida es transformada radicalmente. Aquí, el Estado aparece como un árbitro neutral y autónomo de la lógica económica. En su aparente búsqueda por garantizar la igualdad de derechos de todos los ciudadanos, despliega una legalidad que en nombre de la igualdad jurídica favorece a los poderosos, consagrando el despojo y manteniendo la desigualdad de propiedad.

2. Si bien sabemos que las ganancias del desarrollo de unos cuantos son a costa del sacrificio de otros, para evitar la oposición de las comunidades “afectadas” se les promete  desarrollo local, crecimiento económico y prosperidad social. Sin embargo, esta narrativa desarrollista es la mayoría de las veces una apariencia, debido a que estos proyectos no promueven los mercados internos, ni generan los empleos prometidos, al funcionar con una lógica de enclave –es decir, sin una propuesta integradora de las actividades primario-exportadoras al resto de la economía y la sociedad–. Lo cierto es que profundizan las condiciones de desigualdad y miseria, debilitan o desmantelan la cohesión, el arraigo y apego comunitario, y generan un proceso de desposesión y expulsión que orilla a la migración  y búsqueda de oportunidades, principalmente en las ciudades.

3. Todos aquellos que se oponen al interés general de las mayorías se presentan como intransigentes, instigadores del orden y opositores del progreso, con lo que se busca justificar el uso de la violencia para mantener el control social y no poner en riesgo las jugosas inversiones del capital.

4. Existe una guerra contra las formas comunitarias –que en la mayoría de los casos son indígenas y campesinas– consideradas como prescindibles, intrascendentes y en algunos casos inexistentes. La narrativa desarrollista se impone sobre un único modo de pensamiento y de vida, el resto de formas son premodernas o primitivas.

No obstante, pese a las condiciones tan asimétricas a las que se enfrentan las comunidades, se han logrado acuerpar decenas de resistencias en todo el territorio mexicano. Según la investigación de María Fernanda Paz, hasta 2011 se registraron 95 conflictos relacionados al despojo de bienes comunes naturales, distribuidos en 21 estados del país[2]. Si bien, no todos los procesos de resistencia registrados han logrado la plena defensa de sus territorios, lo cierto es que muchos de ellos han sido capaces de obstaculizar momentáneamente el despojo, mediante el retraso o directa paralización de la implementación de los megaproyectos.

Sin lugar a dudas, lo más importante de estas experiencias es que han logrado alumbrar aspectos cruciales de la crítica al desarrollo capitalista y de las alternativas para enfrentar la crisis ambiental. A este respecto, hay una multiplicidad de voces y experiencias que desde diversas latitudes apuntan a fortalecer los entramados colectivos en espacialidades urbanas y rurales para la producción, gestión y recreación de lo común. Y es que, en definitiva, la supervivencia y protección de los bienes comunes constituye una condición fundamental para la continuidad de la vida, que puede seguir y potencialmente estar en manos de sujetos comunitarios a partir de formas de autorregulación social que incorporen entre sus principios frenos y controles que eviten la sobrexplotación, degradación o agotamiento de los recursos. Se trata de la experimentación de modalidades comunitarias que, mediante la confianza, la reciprocidad, la cooperación, hagan posible la gestión de lo común. Una cuestión central para la sobrevivencia humana frente a la crisis civilizatoria que el mundo vivo enfrenta.

 

1                      Doctora en Sociología y  Profesora de asignatura de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Participa en el Laboratorio Multimedia para la Investigación Social de la UNAM. Ha acompañado procesos organizativos orientados a la defensa del territorio en México. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

2                      La economía ambiental de origen neoclásico explica las externalidades como los efectos negativos o a veces positivos no recogidos en los precios del mercado, justamente como “fallos del mercado” (MARTÍNEZ ALIER, Joan, “Conflictos ecológicos y justicia ambiental”, Papeles de relaciones ecosociales y cambio global, No. 103, 2008.  http://www.fuhem.es/media/ecosocial/file/Analisis/enero%202009/Conflictos%20ecologicos_J.%20MARTINEZ%20ALIER.pdf :11).

3                      COMPOSTO, Claudia/ NAVARRO, Mina Lorena, “Estados, transnacionales extractivas y comunidades movilizadas: dominación y resistencias en torno de la minería a gran escala en América Latina” en Revista Theomai, Buenos Aires: No. especial 25-26, agosto 2012. Disponible en: <http://revista-theomai.unq.edu.ar/NUMERO%2025/7Composto.pdf>

4                      ACOSTA, Alberto: “Extractivismo y neoextractivimo: dos caras de la misma maldición”, en La línea de Fuego, 23/12/2011. Disponible en: http://lalineadefuego.info/2011/12/23/extractivismo-y-neoextractivismo-dos-caras-de-la-misma-maldicion-por-alberto-acosta/

5                      BRUCKMANN, Mónica “Recursos naturales y la geopolítica de la integración Sudamericana”, América Latina en Movimiento/ Agencia Latinoamericana de Información, 4 de Diciembre de 2011. Disponible en: http://alainet.org/active/45772%E2%8C%A9=es

6                      NAVARRO, MIna Lorena, Luchas por lo común: antagonismo social contra el despojo capitalista de los bienes naturales en México, BUAP- Bajo tierra ediciones, 2014 (proceso de impresión)

7                       PAZ, María Fernanda, “Deterioro y resistencias. Conflictos socioambientales en México”, en: Conflictos socioambientales y alternativas de la sociedad civil, ITESO, Guadalajara, 2012: http://www.publicaciones.iteso.mx/libro.php?id=221. Cifra que hasta la fecha evidentemente ha ido en aumento.



 

 

               

                



Click HERE is best bookmaker in the world.
Offers Bet365 best odds.
All CMS Templates