Por: Sergio Mastretta

El zócalo en círculos alrededor de la fuente de San Miguel, asiento poblano de todas las ilusiones y sus desvaríos en esta nueva y ajada y asombrosa etapa de la democracia mexicana. Y ahí están, moderados por una mayoría de jóvenes que han tomado la organización del movimiento antifraude como lo que desde mayo pasado ha sido: suya. “Esto es como el agua que se escurre entre las manos --me dice el doctor Dómínguez, de los viejos de mi generación acostumbrados a ir por delante en las asambleas--, aquí no hay mando, aquí no detienes a nadie, porque aquí no hay cabeza. Y ni caso que le hacen a uno”. Y lo veo dar de vueltas en torno a sus recuerdos y sus propios círculos estudiantiles en los setenta, y maravillarse, y decir que no, que no va a ser posible que aquel cuate tome posesión. “Esta masa no lo va a dejar”.

 

1.- Pero la masa llegó tarde. O ya estaba ahí, pero en otros asuntos. La miro a las doce alrededor del payaso y la muchacha al lado de Catedral. El sketch es simple: ella en el centro, él a su lado micrófono en mano, vienes sola, no, pásate de este lado, tienes novio, sí, pásate de este lado, y dónde está, ahí, pásate de este lado… Y la masa que lo ha visto mil veces, a la espera del desatino. Y la masa que no llega, pues me enteraré más tarde, los correos y las redes han retrasado la marcha hasta las tres. Ya llegará, me digo.

2.- El viejo carga una red de pepenador, y la cuelga del hombro apretada de latas mientras con la mano izquierda sostiene el micrófono ante el público reunido en la fuente a la espera de los marchistas. Ha ido de bote en bote por todo el centro, con la precisión y la paciencia del gambusino, y ha detectado el aluminio y ahora ya lo carga con garbo para dar el mejor de los discursos matutinos: “Acabo de escuchar esa canción de salario mínimo (salario mínimo al presidente, para que comprenda lo que es vivir como indigente), y claro que es cierto (al pueblo de este país lo chinga el narco y lo chinga la policía),  los que nos gobiernan son unos hijos de la chingada (salario mínimo a los senadores, que hacen las leyes como sus calzones), por eso yo les digo a los estudiantes, pónganse a estudiar las leyes, porque con ellas podemos meter a la cárcel a los que las han pisoteado, pónganse a estudiar y organicémonos”.

3.- El mundo es de los mirones, escribo en la libreta. Y a la masa se le mira o se camina con ella. Por ahora estoy entre los mirones, desde el balcón de los portales. Más alá de las tres han llegado los marchistas. Y en el zócalo el mundo canta, baila, marcha, payasea, vende globos y chicharrines, danzonea, increpa, pregunta por los chiles en nogada, lanza consignas y vuelve a cantar y a marchar y a explotar mientras mira y come y bebe y canta y desafina en un jolgorio de tacos, pizzas, crepas, espaguetis, helados, churros y cartulinas con mil consignas. Y la masa quiere ir a tono, acostumbrada a los albedríos y los silencios intrusivos a la mitad del grito (fuera peña nieto, fuera peña nieto, pueblo escucha esta es tu lucha, si hay imposición habrá revolución), el himno serio, que empezó quién sabe dónde, más allá, frente al Palacio tal vez, siempre institucional, maternal, con la orden serena de guardar silencio a todo ruido que no sean las voces, de callar a todo lo que no ilumina ese minuto de silencio entrañable en la que el mexicano se ve y se escucha a si mismo.


4.- Tomo una foto de la tarjeta en la mesa del restaurante. Peña Nieto y su retrato junto al slogan “Mi compromiso es contigo y con todo México”. Atrás las instrucciones de la tarjeta telefónica: llama en Puebla al 3754298 o al 018002140078. Marca el código PIN de la tarjeta. Marca al teléfono que quieras. El logo de la empresa Markcom, Tech Solutions. En inglés, faltaba más.

“Los repartió Nueva Alianza en las escuelas federales. Te da derecho a 200 pesos de llamada”. Ella es Helena, maestra de primaria federal, con más de veinte años de experiencia. Su preocupación va más allá de toda política: “El mensaje de Andrés Manuel yo lo entiendo como que o se reparte la cobija o esto va a estallar. Y es que la ambición de los que tienen el poder no tiene fin… El problema de fondo es el de la manera en que se desarrolla el pensamiento formal del mexicano. El maestro federal es de origen humilde, viene de las normales tradicionalistas, vienen alineados para repetir el modelo, no fueron formados para crear el pensamiento complejo, esos maestros fueron adiestrados, no formados. Pero el problema ya no está ni siquiera en las escuelas. Está en las familias: ¿sabes tú cuál es la vida de un niño en vacaciones?, digo, para no ir más lejos. Aislados de sus padres, que se llevan más de doce horas de trabajo al día y que no pueden estar con ellos. Piensa en los empleados del Palacio de Hierro, o de los bancos, salen a las siete de su casa para entrar a las nueve, aunque su horario les marque que su jornada arranca a las once, ¿a sus  hijos quién los cuida? Por allá están ellos, y a lo mejor se comen una garnacha. Analiza su rutina, la gente no tiene un minuto para abrazar a sus hijos…”.

Pero Helena no deja de tener esperanza: “En los excesos de la gente del poder vamos a encontrar las grandes salidas. La gente tiene que perder para reaccionar, vivir la derrota para reflexionar… Esto, el que la gente se mueva, esta marcha, me lleva a pensar en que los nuevos tiempos se van construyendo.”

5.- Gabriel es productor profesional de televisión. Toda su vida lo ha sido. Pero se gana la vida en la academia. Trabajó para Morena todo el proceso electoral en uno de los distritos de la ciudad de Puebla. “Fue aberrante --me dice--, y yo que pensaba que ya no había manera de darle la vuelta a la ley electoral, pero estos cuates sobrepasan los inimaginable. Mira, en las once casillas que me tocaron coordinar hubo un mismo patrón. Teníamos la consigna de asegurar que las boletas se firmaran una por una, haciéndonos cargo con los otros representantes de partido que jalaran. Eso para nosotros era inquebrantable. Bien, cuál fue el patrón: en todas las casillas los representantes de IFE llegaron tarde, así que no se empezó antes de las 8.15, las 8.30, cuando apenas nos quitábamos las lagañas. Qué ocurrió, que en las filas, al frente, los primeros, exigieron de manera muy violenta, muy hostil, hasta pateando las puertas como en el Colegio Americano, para exigir que se abrieran las casillas. Los presidentes de casilla se pusieron nerviosos, que ya hay que abrir, que para qué firmar las boletas. Y en la especial, la fila daba la vuelta a toda la manzana en la que está el Instituto Quevedo, 360 grados, y ahí estuvieron toda la mañana, unos cuates de negro diciéndole a la gente, para que haces fila, ya no hay boletas, yo ya las conté. La gente enfureció, cerraron el Bolulevard Atlixco, llegaron los granaderos al jaleo. Bueno, AMLO sólo perdió en la casilla especial, por lo que te digo, en las demás los resultados fueron más o menos de 350 para él, 215 para el PAN y cien para el PRI.”


5.- Zaira está en uno de los círculos de reflexión. Ya han hablado varios de los asistentes que, como ella, están sentados en montones de diez o doce personas alrededor de la fuente de San Miguel. No sé de dónde salieron las reglas de discusión, pero las siguen como en un circuito religioso o de alcohólicos anónimos. Todos escuchan al que habla, nadie interrumpe hasta que termina el que lleva la voz; si estás de acuerdo el aplauso es con las manos abiertas y temblorosas, sin golpe alguno; si no te pareció, el pulgar abajo como Calígula. Alguien escribe en una cartulina líneas breves que resumen propuestas. Todo muy bien, aunque para escuchar los mirones tenemos que hacer maravillas o cucuruchos al oído con alguno de los periódicos que por ahí han repartido.

Pero la voz de Zaira es firme, la escucho cálida y sobre todo distinta. Habla de su pueblo, su pueblito mixteco, Santa Cruz Tejalpa, con sus ochocientos habitantes, sobre la ribera del río Atoyac en los rumbos de Tehuitzingo, en el que todos los años  organiza un festival de arte, literatura y ciencia. Ella es estudiante de biología en la BUAP, y sabe por tanto de flores e historias antiguas que acompañan la memoria de su pueblo en las fiestas de mayo por la Santa Cruz y de julio por el Cristo del Santuario del Señor de Tejalpa Crucificado, muy venerado en los pueblos de los alrededores como Molcajac y Tepexi, pero también del Distrito Federal y Oaxaca. “Hacíamos la fiesta para el festejo de la Santa Cruz, el 3 de mayo, pero allá los señores esos días sólo quiere ir al toro, al jaripeo, así que ya pasamos nuestro festival para el 15 de mayo. Nos apoyan los del INAOE, con sus telescopios y sus talleres y sus planetarios, les gusta mucho a los niños. Pero la BUAP no nos ha apoyado, eso sí, vamos los estudiantes de Biología, de Física, de Matemáticas, de Historia, pero no hemos logrado que nos apoye la institución. Se pone bonito.”

Antes les ha dicho a sus compañeros de círculo: “Yo los invito a que vayamos a las comunidades, que visitemos a la gente en los pueblos, que escuchemos lo que por allá se piensa, lo que hacen, lo que viven. Allá la gente tiene muchas cosas que decirnos”.

Como ella, experta a sus veintidós años en las flores y las festividades, y por eso va a hacer su servicio social en la recuperación de la flora de esas vegas del Atoyac: como el cacalosúchitl, la flor de mayo, la que llevan las niñas con sus vestidos blancos a la virgen; o la flor de totorito, la que llevan los niños en junio vestidos de blanco al Sagrado Corazón de Jesús; o el lináloe, a la que su abuelito todavía sabía cómo sacarle la esencia.

Ahí se quedan los muchachos en sus asambleas, ajenos al aguacero que se nos viene encima. Como Zaira, en ellos está la flor de mayo.