• Sergio Mastretta
  • 27 Agosto 2015

La Barranca del Águila cruza con sus aguas podridas el pueblo de San Hipólito Xochiltenango. Puedo empezar desde ella este reportaje sobre uno de los más graves problemas que enfrenta la sociedad poblana y que pone en jaque su viabilidad en un plazo que ya no es tan largo: la contaminación de la cuenca alta del río Atoyac.


Las aguas negras de 17 municipios corren por la Barranca del Águila, desde las faldas de la Malinche y por Acajete, Amozoc, Tepeaca, Acatzingo, Cuapiaxtla, Hiuxcolotla, Tlanepantla, Toxtepec, Atoyatempan y Santa Clara Huitziltepec, hasta entroncar con el río Atoyac ya en plena Mixteca. 


La sub cuenca de la Barranca del Aguila y algunas cifras de la producción de hortalizas en el valle de Puebla y la dimensión de la economía campesina: tan sólo en San Pablo Actipan, al sur de Oaxaca, hay más de 400 hectáreas de riego de pozo cuya producción rebasa las 70 toneladas diarias con una generación de más de mil empleos en el año. Y si de cilantro se trata, Puebla dedica cerca de 3,500 hectáreas a su cultivo en 48 municipios, con una producción anual de 90 mil toneladas --de las cuales exporta 45 mil-- que genera alrededor de 800 mil hornales al año.

 

Puedo ofrecerles esta reflexión que he hecho en video desde esa desgraciada barranca contaminada:

 

 

 

 

O ver simplemente este espacio sin mis palabras:

 

 

 

 

 

 

Puedo iniciar este reportaje desde el detalle que ofrece una fotografía del canal de aguas residuales que corre hacia los campos de cultivo de San Pablo Actipan, al sur de la ciudad de Tepeaca, y recordar que los campesinos productores de hortalizas en esa comunidad reclaman por lo menos desde 1993 la afectación que les provoca esa cabecera municipal. Y que les enoja que en los medios se haya manejado que sus cultivos están contaminados, cuando me comprueban que todos sus riegos provienen de pozos.

 

O puedo ver un campo de coliflores en el día de cosecha, luego de que por tres meses ha sido cultivado y regado con aguas de pozos en sistemas de riego construidos y operados por familias campesinas que abrieron a pico y pala estas tierras hace cincuenta años.

 

Campo de coliflores en San Pablo Actipan.

 

 

 

O mirar el amor por su tierra y sus lechugas que refleja esta foto del agricultor Concepción Colotla, reconocido líder campesino en la región de Tepeaca. Cada día, según cálculo de los productores de San Pablo, salen de esos campos alrededor de 70 toneladas al día de hortalizas con rumbo a las centrales de abasto de Puebla y el Distrito Federal, y para las bodegas de las más de treinta empresas exportadoras reconocidas por la SAGARPA.

 

Concepción Colotla y su huerta de lechugas en San Pablo Actipan, regadas, como todas en esa población, con agua de pozo.

 

 

 

Y escuchar su reflexión sobre la realidad de las aguas residuales de la Tepeaca que van a dar  a los arroyos y barrancas de la región por el paro en el que el Ayuntamiento de Tepeaca mantiene a la planta de tratamiento:

 

 

 

 

 

 

Y así mirar con pena que la planta de tratamiento de Tepeaca, la única que tal nombre merece –las otras, llamadas lagunas de oxidación, no pasan de ser “meros jagüeyes”, como los campesinos dicen--, tiene años sin operar por el hecho simple de que el Ayuntamiento no está dispuesto a cubrir los 200 mil pesos mensuales que se lleva el consumo de la energía eléctrica.

 

Planta de tratamiento de Tepeaca, en Santa María Oxtotipan, fuera de operación desde hace una década.



Acceso de agua residual a la planta de Tepeaca cerrado.


 

Canal de aguas negras al salir de la boca de entrada de la planta de tratamiento en Santa María Oxtotipan.


 

Canal de aguas negras que corre desde la planta de tratamiento hacia los campos de cultivo del pueblo de La Purificación Candelaria.



Canal de aguas negras de Tepeaca utilizadas para riego en Purificación Candelaria. Lo que he visto esta mañana del miércoles 26 de agosto son cultivos de flores (nube y cempaxúchitl), maíz y guausontles.

 

 

 

O pensar en la reunión en la que participo como testigo el pasado 13 de agosto en la oficina del presidente municipal de Tepeaca David Huerta Ruiz, en la que los campesinos le aseguran que cerrarán el canal de aguas negras que sale desde la Central de Abastos y que recoge más de 140 tomas y la descarga de la propia central en su tianguis de los viernes (por lo menos 10 litros por segundo ese día). “¿Cómo quieres que te recuerde la gente?”, le cuestionan. “El problema de la contaminación de las aguas en Tepeaca rebasa las capacidades del ayuntamiento –les dice--, una planta como la que se necesita cuesta más de 260 millones de pesos…” M digo que al menos las partes se han sentado nuevamente a buscar una alternativa.



Concepción Colotla y los campesinos de San Pablo en reunión con el presidente municipal David Huerta.

 

Empezar a contar una historia compleja que merece una respuesta colectiva inteligente. Una historia que nos somete a todos en el momento en el que comemos un taco aderezado con cilantro. En el momento en el que jalamos la cadena en el baño de casa. En el momento en el que nos tomamos un vaso de agua.

 

(PRÓXIMA SEMANA,  Cilantros y coliflores: para entender la catástrofe del río Atoyac. SEGUNDA PARTE: Caminar con Concho Colotla los campos de Tepeaca)

 

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