• Verónica Mastretta
  • 17 Julio 2014

Se le atribuye a Benito Juárez la frase de "A los amigos justicia y gracias y a los enemigos la ley a secas". Si es cierto que él pensó y dijo eso, me parece que es la piedra fundacional de la barbarie del uso discrecional de la ley para manejar un país. Durante el siglo XX esta aplicación "a modo" de la impartición de justicia y del estado de derecho ha dañado al país hasta la médula. Durante el largo dominio presidencialista ejercido por el PRI, los poderes legislativo y judicial eran satélites a modo del  poder ejecutivo, controlando a ambos, en particular en hechos medulares o espinosos. Pero las fuerzas  sociales y el agua siempre encuentran salidas, así que se fueron creando caminos alternativos para buscar justicia o hacerse de ella por la fuerza.  Poderosas corporaciones sindicales o gremiales emergidas muchas veces del mismo PRI, resolvían sus diferencias bloqueando carreteras y calles, tomando edificios o haciendo marchas y plantones sin importar la afectación a terceros por este tipo de manifestaciones. Del uso de la ley ni se acordaban. En las épocas en que la oposición era combatida sin cuartel muchas de estas manifestaciones y bloqueos fueron el último reducto de defensa para quienes de otra manera jamás recibirían un trato justo ante  la ley.

 El derecho al libre tránsito está en nuestra constitución política además de ser un derecho humano reconocido por la ONU. Ese derecho se ha visto  afectado cientos de veces por grupos que desean ser atendidos o escuchados por la autoridad, sin tomar en cuenta el dudoso y largo camino jurídico para demostrar que la razón los asiste o para obtenerla aunque no la tengan. Todos tenemos derecho a manifestar nuestras opiniones y diferencias, pero ese derecho no debe afectar el derecho de otros, por ejemplo, a transitar. El estado mexicano ha tolerado por muchos años  la costumbre de bloquear calles, avenidas y carreteras sin mover un dedo a favor de los perjudicados. Ejemplos en años recientes: el bloqueo de la Avenida Reforma en la capital del país por más de dos meses en 2006 por las bases de López Obrador después de las elecciones. ¿De qué sirvió? De nada. ¿A quién perjudicaron? a Cientos de miles. Aquí en Puebla, en la administración de Mario Marín, Antorcha Campesina, filial del PRI, tomó la 14 sur frente a Casa Aguayo por más de un año. Todo el transporte público de la zona fue desviado a las calles laterales.  Incluso el gobierno mandó a instalar baños portátiles, aceptando así que el bloqueo contra sí mismo sería muy largo; carpas y grupos de mariachis y marimbas se turnaban para entretener a los manifestantes. Se sirvieron permanentemente desayunos, comidas y cenas a los paristas. El caos vial provocado por dicho plantón no conmovió a ninguno de los involucrados para terminar con ese absurdo diálogo de sordos. ¿Qué querían y qué lograron? Solo ellos lo saben. Ni qué decir de los bloqueos de Atenco o de la autopista del Sol, en que el gobierno actuó hasta que hubo vidas humanas en riesgo o ya perdidas. Ebrard, como Secretario de Seguridad Pública del DF toleró durante dos horas el linchamiento de tres policías anti narcóticos transmitido en vivo por la televisión por una turba en Tláhuac en plena vía pública. La policía solo intervino cuando ya nada más quedaba un policía vivo. ¡El miedo  a ejercer la autoridad en pleno! El caso Tláhuac es uno de los recuerdos más aterradores al respecto porque el linchamiento era transmitido en vivo en cadena nacional; llegaron primero los reporteros, la autoridad muchísimo después y cuando  ya su ausencia era un escándalo nacional. 


Foto e-consulta Agencia Enfoque.


Foto e-consulta Agencia Enfoque

En la carretera federal Puebla- Atlixco me ha tocado vivir por lo menos diez bloqueos. En algunos he tenido que estar dos  o tres horas atrapada, de otros he logrado salir por una brecha antes de que toda ruta de escape sea bloqueada con piedras. Los manifestantes se encargan  de que nadie pueda evadirse. En una ocasión, entre un taxista, un microbusero, dos automovilistas y yo,  ya de noche y en medio de un aguacero, movimos las piedras de una brecha y logramos salir sin ser vistos. En el 90% de los casos la policía federal y la local han observado pasivamente como durante horas, miles de personas se quedan atrapadas. A lo más que llegan es a informar el nombre del grupo que bloquea la carretera y el motivo de su protesta.

El miércoles 9 de julio, cerca de la una de la tarde, circulando por la misma carretera, vi de lejos patrullas y gente. Eran poquitas. Fui de las primeras en llegar al nudo vial. De unas camionetas dirigidas por hombres, estaban bajando mayoritariamente mujeres, niños y ancianos ya muy mayores. Las mujeres llevaban en las manos ramas. En ese momento no entendí para qué. Dos patrullas de caminos y una camioneta con policías  contribuían al bloqueo de manera indirecta al estar interpuesta entre los camiones, coches y manifestantes. Le pregunté a uno de ellos de qué se trataba. "Son de Chalchihuapan. Están protestando porque les quitaron el registro civil a las juntas auxiliares." "¿Cuánto tiempo van a estar aquí?", pregunté. "Hasta las cinco.” "Carajo--pensé--. ¡Cuatro horas!”. Hay que decir que la modificación a la Ley Orgánica Municipal que les quitó el registro civil a las juntas auxiliares de todo el estado se aprobó desde diciembre, y que ésta es una medida indispensable para controlar los registros de nacimientos y defunciones, y sobre todo, la emisión de actas de nacimiento de manera segura e interconectada en línea. Una modernización indispensable. Contra eso protestaban. El registro civil dejaba bastante dinero a los presidentes auxiliares y sus grupos.  Del lado derecho de la carretera ya empezaban a poner piedras para cerrar las brechas y seguían llegando camionetas que transportaban a más personas de apoyo al cierre. Me conmovió en particular una señora que de tan viejita casi no podía caminar. La bajaron de palomita de la camioneta. ¿Por qué ponen a los niños y ancianos como escudos? ¿Qué los obliga a ser puntas de lanza en esto? Le pedí a la patrulla que me dejara maniobrar para regresar, lo permitieron y fue así que pude tomar la brecha  antes de que se endureciera el bloqueo. Logré salir a tiempo. Al llegar a Acatepec empezaron a pasar patrullas y ambulancias. Por la tarde sabría que el bloqueo lo movieron hasta Chipilo para evitar fugas de los viajeros, y que a un transportista de perecederos, que desesperado quiso huir rodando lentamente, lo bajaron de su camioneta y lo tundieron a varazos con las ramas  hortigosas que llevaban las señoras.

 

 

 Ya para ese momento la policía intervino y una parte del contingente bloqueador se fue a reforzar el zafarrancho que se libraba sobre la carretera de cuota a Atlixco, a la altura de Chalchihuapan. Los policías que intentaron desbloquear la Atlixcayotl no  esperaban una resistencia tan férrea ni una superioridad numérica de los manifestantes armados con piedras, bombas molotov y cohetones. Dos policías fueron gravemente heridos y detenidos por los manifestantes, que pidieron, para dejar que se los llevaran las ambulancias,  que se devolvieran a los cuatro detenidos. De parte de los manifestantes hubo varios heridos graves con balas de goma. Ya hay un parte oficial del operativo por parte de las autoridades, algo que debería hacerse con todo rigor, informando de heridos de ambos lados, estado de los mismos y protocolo del operativo para el  necesario desalojo de las carreteras| bloqueadas.

  En la refriega, un menor de doce años fue herido gravemente, primero  informaron que por un cohetón. Un parte médico del 15 de julio dado por el neurólogo infantil Luis Felipe Loria y publicado por  el periódico "Cambio"  apunta  más a la versión de  herida por  bala de goma u objeto contundente. No se sabe si  el niño sobrevivirá ni en qué condiciones quedará. Acompañaba a su mamá a llevar comida a los que trabajaban en el campo cercano y probablemente quedaron  atrapados en el conflicto.

 Finalmente el bloqueo pudo ser dispersado con gases lacrimógenos. Informan los medios que hubo cuatro detenidos. Caro paga el estado mexicano y caro pagamos los ciudadanos el pésimo manejo que la autoridad gestó durante muchísimos años  para manejar estos eventos. El bloqueo de carreteras me parece el colmo de la incivilidad. El pueblo, representado por todos los bandos en conflicto, es el que paga el costo. ¿Qué otra cosa sino el pueblo es el comerciante tundido con ortigas, qué el niño herido y al borde de la muerte, qué el policía que arriesga su vida por un pago modesto, qué los niños y ancianos obligados a ir a las marchas, qué los que salen de su casa y toman un camión para llegar a su trabajo y  quedan en medio del conflicto? El haber consentido los bloqueos carreteros es la  muestra más clara de la ineficiencia del estado mexicano para dirimir diferencias. Y ahora, ¿qué hacemos con esos "usos y costumbres", arraigados hasta la médula de muchos grupos que no saben pedir que se les escuche más que así? Que nos oriente Juárez, que supuestamente puso el mal ejemplo ¿Se aplica justicia y gracia o la ley a secas? ¿Cuándo es represión injustificada y cuándo defensa del estado de derecho? Solo sé que todos perdemos con estas prácticas.

 

 

 

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