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Hace muchos, pero muchísimos años, que nuestro país no tiene los bancos ni instituciones de crédito que necesita. No cumplen las tres funciones básicas de su obligada misión: administrar bien el ahorro de sus clientes, transformar el ahorro en créditos para apoyar proyectos productivos y administrar  eficientemente el sistema de pagos de operaciones personales, empresariales y comerciales. Hace años que no fomentan el crecimiento mediante créditos razonables ni dan a sus ahorradores tasas de interés ligadas a la inflación. El dinero de un ahorrador pierde poder adquisitivo año tras año. Hoy los bancos, casas de bolsa y hasta las microempresas que prestan pequeñas cantidades hacen y cobran lo que sería catalogado como usura en otros países.

Mayoritariamente le prestan al sector público, cliente seguro, que en lugar de administrar y cobrar bien impuestos, succiona el poder de los ahorradores dejando seco al sistema financiero para los emprendedores que en otros países serían apoyados por la banca local.

También prestan a quien ya de por sí tiene mucho dinero. Nada más.

Las autoridades regulatorias, como la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, la PROFECO y la CONDUSEF, que supuestamente defienden los derechos de los usuarios de los servicios financieros, han abandonado a su suerte a millones de ahorradores  mexicanos y a cientos de miles necesitados de crédito justo. La mayoría de las instituciones financieras son centros  de usura con permiso para aniquilar a sus usuarios. La falta de regulación en banca y casas de bolsa, la discrecionalidad del pago de intereses en las AFORES, el abuso en el cobro de intereses en los créditos y financiamientos y la incapacidad de la banca para cumplir su misión de alentar a los emprendedores y pagar lo mínimamente justo a los ahorradores, es evidente para quienes los necesitan, pero no para quienes deberían regularlos. 



Si usted de casualidad tiene una tarjeta de crédito de, por ejemplo, HSBC, cheque los intereses anuales que le cobran. Tasa anual ¡47.99%!  Pero eso sí, en estos días han emprendido una campaña de pesca de ingenuos. Le llaman por teléfono a la hora que a ellos se les pega la gana y le ofrecen una tasa del 28 % anual si usted se muda de otra tarjeta hacia su banco, pero a sus clientes ya cautivos los apuñalan con su 47.99%. Tengo a la mano estados de cuenta de dicho banco, mi ex-banco, así que lo que hago es una simple descripción de hechos. Ese banco algún día fue de mexicanos y se llamó Bital.  Era desde luego un mejor banco. Cumplían medianamente su función y trataban a sus empleados y a sus clientes con más respeto. Hoy es de chinos ingleses, y en sus países de origen no  les permiten la usura descarada que ejercen en nuestro país.

Los otros bancos transnacionales están igual. Las condiciones de salarios en que tienen a sus empleados son malas, sobrecargados de trabajo, pero con facultades disminuidas. El personal es el mínimo en sucursales pequeñitas en donde se aglomeran las personas haciendo colas infinitas. Parecen tiendas de raya de principios del siglo XX. Para cualquier aclaración uno cae en anónimos "call-centers", centros de llamadas que te pasan de grabación en grabación con una música estridente de fondo hasta que te contestan, quién sabe en donde, una especie de loros amaestrados con respuestas mecanizadas. Las utilidades mundiales de estos grandes bancos  están fuertemente sustentadas en los abusos que se les permite ejercer en México. Si usted tiene un pequeño negocio o fábrica, jamás le prestará ningún banco en México si antes no tiene un historial de dos años de antigüedad como empresa. Si además no les avala con bienes de tres a uno por cada peso que le presten, sus posibilidades de financiamiento son nulas. El berrinche de López Portillo de 1982, en que de un plumazo desbarató a la banca mexicana, hizo que pagaran justos por pecadores. No solo expropió a los grandotes, desapareció a los pequeños bancos locales y regionales, altamente productivos y eficientes, como lo fue el caso del Banco de Oriente en Puebla y otros similares en el país. Al frente de los bancos quedaron políticos y no personal calificado en finanzas. Lo demás es historia.

La reventa de la estatizada banca que se llevó a cabo a partir de 1992,  llevó de nuevo a la banca mexicana a la quiebra en 1995. Al final, la banca acabó entregada en remate a corporaciones extranjeras, dichosas con la poca regulación en nuestro país. Han nacido dos o tres bancos mexicanos.  Por lo menos su trato es más personalizado y mejor, pero en tasas de interés para dar o tomar, todos son inequitativos.  Si usted necesita dinero para su empresa, es probable que si se fondea con un banco será aniquilado por los intereses y  no saldrá adelante, pero es más probable aún que no le presten nada si su empresa es nueva, por bueno que sea su proyecto. Si usted quiere ahorrar y conservar el valor de su dinero, la banca mexicana se encargará de devaluarle su capital gustosamente pagando intereses de burla en proporción al 500%  de más que le cobrarán a usted  si ingenuamente tiene una tarjeta de crédito con ellos o les pide prestado.  Si se arriesga a ir a una casa de bolsa a invertir sus ahorros, el peligro es seguro debido a la falta de supervisión de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores. Es probable que un ejecutivo con iniciativa se lo lleve a usted al baile y le regrese CERO pesos de lo que usted invirtió. Pregunte, le aseguro que entre sus conocidos hay muchos a los que les desaparecieron sus ahorros, ahorros de toda una vida perdidos en las oscuras operaciones de instituciones irresponsables y en las casas de bolsa.

Casos recientes: FICREA, cuyo dueño estafó a  cientos de usuarios, huyendo y llevándose más dos mil quinientos millones de pesos. Se anunciaban en televisión y radio como empresa seria y justa. No eran invisibles ante las autoridades. Cayeron  con ellos los que ven disminuir sus ahorros en los bancos tradicionales y que no leyeron la letra chiquita de que el seguro solo cubría sus inversiones hasta por 25 mil udis. Hace ya unos años que la casa de bolsa de Alfonso Romo evaporó el dinero de muchos ahorradores, a los que sus ejecutivos aconsejaron invertir en empresas "sólidas" que resultaron ser las empresas del propio Romo. ¿YCondusef? ¿Profeco? Sepa Dios.  Ni qué decir de las uniones de crédito. Sé de personas que han pagado en intereses ya más de todo el capital que les prestaron y aún así,  siguen debiendo el total del capital. Por supuesto ya no tienen ni casa, ni empresa, ni  prestigio ni nada que se le parezca. Además, habrán caído en la horrible lista negra del buró de crédito, a pesar de que dichas listas negras están supuestamente prohibidas. Como remate, las empresas de microcréditos que fomentó Fox, y  que prestan entre tres y cinco mil pesos a los más pobres del país, les cobran los intereses más caros del mercado. Lo que empezó queriendo copiar el modelo de India de microcréditos, ha terminado en un abuso aún mayor que el de las instituciones grandotas.

¿Dónde está la regulación bancaria justa que debieran generar los legisladores? La banca " a la mexicana" obliga a regresar a la época del trueque a los que tienen dinero y a quienes lo necesitan. El agio, los usureros y las casas de empeño florecen como en invernadero ante la ausencia de banca leal y competitiva. La intermediación de la banca entre ahorradores y personas que necesitan financiamiento es abusiva y libertina.

Como en el póker y en Las Vegas, la banca siempre gana. Los mexicanos y el país, pierden.

(Ilustración tomada de redpampeana.org)