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Me he divertido e ilustrado con un libro titulado Antifrágil. Está escrito por el matemático libanés  Nasim Nicholas Taleb, y editado por Paidós en 2013. Taleb es autor de otro libro llamado El Cisne Negro, en el que planteó el problema de las repercusiones que causan las cosas que nadie puede prever y, por lo mismo, pueden volverse altamente destructivas. En Antifrágil, Taleb da un paso más, porque nos explica los beneficios que se pueden obtener del desorden y el caos.

 

Ser frágil significa poca resistencia a golpes y cambios bruscos. Ser frágil es romperse con facilidad.  Hay materiales sumamente frágiles y otros enormemente resistentes, capaces de resistir traumas y golpes y permanecer igual, como los plásticos de los neumáticos rodando sobre carreteras llenas de baches. Pero hay algo mejor llamado  "antifragilidad", que es resistir los golpes del caos y resultar, no solo fortalecidos, sino mejorados. Esta capacidad se aplica a todo: a materiales, organismos vivos,  personas, empresas, sistemas, religiones, filosofías, países y gobiernos.  El mundo es incierto e impredecible, pero la capacidad de desarrollar antifragilidad no lo es. Taleb ve a la incertidumbre como algo deseable, incluso necesario. Leyendo el libro estoy entendiendo eso de que lo que no te mata te fortalece, o lo que mata a otro, puede fortalecer a los demás. También que son necesarios los retos y el estrés  para no anquilosarnos y debilitarnos dentro de un nicho de confort o aburrimiento.

 

 De un terrible suceso traumático se puede resurgir fortalecido. Para mí no hay mejor ejemplo que el sismo  de 7.9 grados Richter y más de dos minutos de duración que azotó la ciudad de México en 1985. Ese evento marcó un antes y un después en las relaciones entre gobierno y ciudadanos en el DF. Ante la desorganización y poca capacidad de respuesta del gobierno de Miguel de la Madrid ante los hechos, los habitantes de la ciudad de México desarrollaron antifragilidad. Ante la brutal destrucción del sismo, se desarrollaron capacidades de organización y solidaridad social inesperadas e irreversibles. Hoy México es un país en el que se entienden los temblores, se lidia con ellos y se sabe actuar ante ellos. "Cargar" el problema del sismo fortaleció a la comunidad. De una adversidad aprendimos a desarrollar fortalezas y una nueva forma de enfrentar los vendavales del caos. Hoy en México se diseñan y construyen edificios más resistentes a los sismos, la gente sabe qué hacer ante un temblor, en las escuelas, empresas y edificios grandes, se ensayan salidas rápidas y ordenadas. En 1985, en una escuela de monjas teresianas murieron todas las jóvenes que estaban en clase de química a las 7.19 de la mañana. Con lo que hoy se sabe, hubieran podido salir a tiempo y sobrevivir. Nada más rezar, te hace frágil, rezar y actuar, antifrágil. "A Dios rogando y con el mazo dando" es una frase antifrágil. De los escombros del Hospital Juárez fueron rescatados seis días después del sismo 17 bebés vivos. La tenacidad y el valor de los "topos" mexicanos y suizos, su antifragilidad ante el caos, hicieron posible lo inesperado. He leído que los bebés nacen con una enorme carga de antifragilidad que los habilita para la sobrevivencia.

 

Taleb explica bien porqué son necesarios la competencia, el caos e incluso la necesidad de la muerte de "organismos" para que el conjunto se beneficie. Pone un ejemplo interesante con los restaurantes: un restaurante nuevo tendrá que sortear la competencia. El surgimiento de nuevos restaurantes hará morir a algunos y fortalecerá a otros, que se esmerarán por ser mejores. Al final se beneficia el cuerpo restaurantero de una ciudad o de un país y con él, sus usuarios.  La no-competencia no existe en la naturaleza. La no competencia, como lo hemos visto en muchas entidades de gobierno, las acaba afectando y matando. La no-competencia que tuvo el PRI durante seis décadas lo acabó anquilosando. La artificial y abusiva no-competencia que se han organizado en México los partidos políticos, está volviendo ineficiente al sistema político mexicano.  La no-competencia  que pretende el grupo de Maduro en Venezuela es altamente amenazadora para el país. La no-competencia partidista en Cuba los congeló en el tiempo. El surgimiento de nuevos partidos en España está arrasando con todos los anteriores.  De los errores  y fragilidades de unos, se desarrolla la antifragilidad de otros.

 

También en lo personal, los nichos de confort nos vuelven incompetentes, fuera de forma y obsoletos. Un grado de estrés mental y físico es deseable.  Las mujeres africanas que cargan objetos pesados en la cabeza, conservan una figura derecha y fuerte casi hasta que mueren. Los panaderos mexicanos que cargan sus canastas en la cabeza mientras andan en bicicleta son el mejor ejemplo de antifragilidad física que se me ocurre.  El caminar sobre caminos disparejos nos mantiene hábiles y ágiles mucho más que el hacerlo en una caminadora. En nuestro país la mayoría de las abuelas no se retiran. Las abuelas que cuidan a sus nietos y lidian con ellos y su novedoso caos, conservarán los lazos con las siguientes generaciones y  mentes, brazos y  piernas  fuertes por más tiempo. Los adultos que actualizan sus conocimientos, que no se retiran a temprana edad, que no se depositan en sus hijos, tendrán vidas más plenas, saludables e interesantes que los miedosos o dejados. La sobreprotección a cualquiera es mucho más dañina que benéfica. El ocultar la verdad a las personas con la justificación de no dañarlas, es peor que la verdad que obliga a crecer.

 

 Este libro nos explica muy bien que el caos y lo impredecible no son controlables. No hay nada que hubieran podido hacer los habitantes del DF para evitar el temblor del 85, pero hoy todos sabemos que sí hay mucho que hacer ante un temblor. Del fracaso ante la adversidad también pueden aprender otros. Lo que nos destruye a nosotros puede ser una lección de vida que evitará la destrucción ajena. Quizás de una quiebra económica del vecino, podemos aprender a evitar la nuestra. Del fracaso de hoy, desarrollaremos una fortaleza para mañana. Quizás de una derrota emocional, mañana recibiremos una nota de agradecimiento de alguien que aprendió a nuestras costillas la forma de salir del atolladero. Desarrollar antifragilidad es la base de los alcohólicos anónimos. El caos nos trae el regalo de probar lo desconocido aunque no queramos. El caos y el desorden nos obligan a experimentar y nos comprometen con la audacia y voluntad que de otro modo jamás practicaríamos. Del caos han surgido inventos, adaptaciones y lecciones inesperadas. Es cierto que el caos y el estrés sostenido pueden matarnos, como lo hace la tortura china de la gota de agua que mata cayendo día y noche  sobre el mismo lugar de la cabeza. Tan cierto como que en medio del caos  y el desorden de un naufragio, podemos encontrar una oportunidad de emerger más sabios, más fuertes, antifrágiles.