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Por: Verónica Mastretta

Este jueves 25 de julio La Comisión de Procuración y Administración de Justicia del Congreso del Estado de Puebla aprobó reformas al Código Penal del estado para castigar con seis meses y hasta cuatro años de cárcel a quienes cometan el delito de maltrato animal; sin embargo, las corridas de toros, la charrería y las peleas de gallos son actividades que no serán sancionadas. Esta decisión se ha tomado por la presión ciudadana, y una vez más ha dejado el tema de las corridas de toros, los gallos de pelea y las actividades charras fuera de la acción legal.

El tema no debe quedar ahí. A juzgar por lo que sucede en otros países que han llevado al código penal el maltrato a los animales, su falta de reglamentación vuelve a la ley en materia inoperante, dirían los abogados.

Los dibujos del pintor español Francisco de Goya ilustran sin el menor asomo de duda la universal afición humana por martirizar a los animales. El ejemplo de Texmelucan la semana pasada es el recuerdo brutal de la estupidez extrema que alcanza la condición humana en la sociedad mexicana.

Ahí está Goya para ilustrar de dónde venimos.

Y aquí el texto de Verónica Mastretta para recordarnos que la sociedad poblana no puede dejar pasar lo sucedido para reflejar en la ley lo que la reacción de la sociedad civil demanda.

Por supuesto que hay antecedentes en el mundo entero respecto de la legislación contra el maltrato animal y las acciones penales que de ella se derivan. Un caso viejo, documentado en Wiquipedia, es el de las leyes aplicadas en Inglaterra en la primera mitad del siglo XIX.            

Ley de Crueldad contra los Animales de 1835

La Ley de Crueldad contra los Animales de 1835 fue una ley del Parlamento del Reino Unido que tenía por objeto proteger a los animales ante el maltrato. La acción legal británica para proteger a los animales se inició con la aprobación de la Ley de Tratamiento Cruel del Ganado de 1822 para prevenir el tratamiento cruel e inadecuado del ganado.1 La ley de 1835 modificó la legislación existente para incluir (como «ganado») a los toros, perros, osos y ovejas, para prohibir el hostigamiento de osos y las peleas de gallos, lo que facilitó aún más la legislación para proteger a los animales, crear refugios, hospitales veterinarios y una transportación y matanza más humanas. La protección no se extendía a los animales salvajes. La ley fue aprobada en parte debido a la presión ejercida por la Real Sociedad para la Prevención de la Crueldad contra los Animales (fundada en 1824). La ley fue derogada años después y sustituida por la Ley de Crueldad contra los Animales de 1849.

 

Ley de Crueldad contra los Animales de 1849

La Ley de Crueldad contra los Animales de 1849 fue una ley del Parlamento del Reino Unido con el título de An Act for the more effectual Prevention of Cruelty to Animals (Una Ley para la más Eficaz Prevención de la Crueldad hacia los Animales). Esta ley derogó dos leyes anteriores, la Ley de Tratamiento Cruel del Ganado de 1822 y la Ley de Crueldad contra los Animales de 1835, y reiteró los delitos de golpes, malos tratos, sobrecarga, abuso y tortura a los animales con una pena máxima de 5 libras esterlinas y una compensación de hasta 10 libras. La ley fue modificada y ampliada por la Ley de Crueldad contra los Animales de 1876 y derogada por la Ley de Protección de los Animales de 1911.

Los legisladores poblanos tienen una tarea que empieza por estudiar lo que ha ocurrido en el mundo y en México. Y se debe fundar en el entendimiento profundo de que la compasión humana no es tal si no abarca a la naturaleza. 

“El hombre ha convertido a la Tierra en un infierno para los animales".

Arthur Schopenhauer, filósofo alemán.

Esta semana en las redes sociales y en los medios de comunicación llamó enormemente la atención el maltrato que daba a los gatos un hombre en San Martín Texmelucan, ya que los usaba, vivos, para incitar a  sus perros a pelear entre sí. El señor se dedica a la horrible profesión de organizar peleas de perros, pero ya  traía antecedentes de abuso hacia los animales en el centro antirrábico de San Martín Texmelucan, de donde fue despedido por su crueldad y saña para sacrificar a los perros enfermos o abandonados que caían en ese lugar. 



Uno de los grandes errores del ser humano en los últimos siglos es el de considerarse el centro de la creación y no parte armoniosa de la misma. Nada en la naturaleza es ocioso y está probado que  todos los seres vivos son necesarios para el equilibrio de los ecosistemas. Sin embargo, los seres humanos no solo hemos invadido y maltratado  la naturaleza a la que tienen derecho todos los demás seres vivos, sino que nos damos el lujo, como especie, de maltratar, aprisionar, y martirizar a los animales. Si bien en los Códigos Reglamentarios Municipales hay sanciones administrativas para quienes maltraten o abusen de los animales, casi ninguna autoridad toma en serio estas denuncias y las sanciones son mínimas, una multa moderada y párele de contar. Nuestro Código Penal no contempla sanciones mayores para quienes martiricen a los animales. Si bien muchos de ellos forman parte de la cadena alimenticia, eso no tendría que  significar un sufrimiento innecesario para ningún animal. Las matanzas en rastros y anti rábicos deben de ser  vigiladas y apegadas a un procedimiento que minimice al máximo el sufrimiento. Pero hay que ir más allá: el quemar, disparar, mutilar y hacer sufrir a un animal solo por el placer de hacerlo, es una práctica ,que cuando no es acotada, engendra más violencia en el entorno. La violencia engendra violencia. El ser humano no hallará la paz mientras el círculo de su compasión no abarque a todos los seres vivos, decía Albert Schwaitzer, Premio Nobel de la Paz en 1952. Ghandi decía que una civilización se puede medir por la forma en que trata  a sus animales. Y yo diría que también por la forma en que los defiende se mide la generosidad de una comunidad. 



Fue un gusto y un orgullo asistir el domingo 21 de Julio a la caminata respetuosa, pacífica y llena de energía positiva a la que convocaron más de treinta asociaciones de Puebla y de otros estados de nuestro país dedicadas a la defensa de los animales . Caminaron del Parque del Carmen  hasta el Congreso del Estado, en donde puntualmente fuimos recibidos por una atenta comisión de cinco diputados de casi todas las fracciones representadas en la Cámara , a quienes  dos representantes les entregaron sus propuesta para el debate de este miércoles, ya que  se discutirán en comisiones, y el jueves serán llevadas al Pleno de la Cámara, las medidas para endurecer las sanciones a quienes torturen y maltraten a los animales con la crueldad y alevosía con la que lo hizo el hombre que desencadenó indignación en las redes locales y nacionales hace una semana. Para vergüenza, es solo un caso del que tuvimos conocimiento, pero que sucede todos los días.  Se propone que se castigue de dos a seis años de prisión a quienes incurran en maltrato animal debidamente descrito y tipificado para que a partir del jueves  se apruebe que ciertas conductas no sean solo una falta administrativa sino un delito. Obviamente que la sanción primera no da para que alguien ingrese a la cárcel, pero si para que quede registrado con antecedentes penales y en caso de reincidencia no goce del derecho a fianza. Una persona que rocía a un perro o a un gato con gasolina y le prende fuego es capaz de hacer de todo y merece ser tratado como una persona peligrosa para la sociedad.

A muchos les parecerá que esto es ridículo y exagerado, pero no lo es, pues si bien no sabemos qué piensan los animales, sí sabemos que sufren. Voltaire, el gran pensador francés  del siglo XVIII decía que era increíble que ni predicadores, ni filósofos, ni moralistas elevaran  más su voz en contra  de los abusos infligidos a los animales y que llegaría el día en que los seres humanos veríamos su asesinato y  maltrato como la barbarie que es.

Habrá quienes piensen que  pierdo  el tiempo hablando del respeto que deberíamos de tener hacia los animales si hay tanta crueldad hacia los seres humanos. Creo que la raíz de los dos problemas es la misma. Mientras no tratemos a todos los seres vivos con respeto, entre los seres vivos a los que se hace sufrir siempre habrá seres humanos. Aunque necesitamos  a algunos de los animales para  nuestra alimentación y sobrevivencia, eso no significa que  no les podamos dar un trato digno mientras viven y una muerte piadosa. Por eso hablo del tema y dedico esta columna de hoy a los diputados y asociaciones que el domingo, civilizadamente, se dieron la mano para trabajar a favor de  todas las criaturas tristes que sufren cautiverio y que se golpean contra los barrotes de una jaula.  Por el animal que será cazado o sacrificado sin piedad y con sufrimiento.  Por el que está perdido, con miedo y con hambre. Por aquellos a los que les hemos robado su hábitat a expensas de nuestro estúpido consumismo. Por los que son martirizados con sadismo y sin consecuencias. Intentemos volvernos  verdaderos amigos de los animales y  hagámonos dignos  merecedores de compartir con ellos el planeta. Buda decía  que hasta que los seres humanos  no nos apiademos  de todas las criaturas vivientes, entonces, y solo entonces, seremos nobles, compasivos y generosos.