• Anamaría Ashwell
  • 12 Octubre 2015
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Cuando nos dejamos engañar por una clase política como la que representan el gobernador Rafael Moreno Valle y los Leoncios Paisanos Arias (alcalde de San Andrés Cholula) dispuestos incluso a violar los derechos humanos de nuestros vecinos para poder gobernar solo en función de sus propios intereses políticos y económicos, se evidencia la miseria de lo que ellos llaman “democracia” y el “estado de derecho” en México.

Paul Xicale festejó sus 25 años encerrado en una cárcel siniestra donde duerme sobre un suelo sucio, protegido solo por su inocencia y por su padre, Adán Xicale, que le acompaña en el encierro. (Ver S. Mastretta, “Celda 119, la vida de 15 reos en un cuarto de tres por tres en san Pedro Cholula”, Mundo Nuestro. E-consulta, 6 de oct, 2015).

Lo que les llevó a éste injusto encarcelamiento fue la defensa pacífica del patrimonio cultural y arqueológico de los suelos sagrados en el entorno de la gran pirámide y el santuario de Nuestra Señora de los Remedios en las Cholulas. Fue el reclamo compartido que exigió se respete la ley de 1993 y el manejo de suelos que arqueólogos impusieron para la zona ceremonial. Fue la resistencia a negocios turísticos para unos cuantos inversores (y suponemos algunos prestanombres) y la defensa de los cholultecas que serían despojados de sus terrenos así como la clausura de los usos y costumbres tradicionales en la zona. Descalificados como “violentos” e “indignos”, porque no creyeron en las promesas de abundancia, flujos de dinero de turistas, dólares en carretillas a cambio de entregar suelos sagrados, aguas y tierras de su pueblo originario- los Xicale fueron llevados a base de golpes y atropellos a un encarcelamiento ya denunciado en todas las instancias de derechos humanos, nacionales internacionales. Pero la represión no se detuvo en ellos sino que inicialmente llevó a la cárcel a los hermanos Albino y Primo Tlachi que fueron obligados a aceptar condiciones indignantes para salir libres después de cuatro meses de injusto encarcelamiento; y pesan aún, vigentes, ordenes de aprehensión sobre otros diez cholultecas-  que fue lo que permitió el secuestro de Teódulo Cuaya este 6 de Octubre mientras se dirigía a su trabajo- y que obligó a muchos a vivir escondidos o expulsados de sus hogares en las Cholulas. Hace un año estamos todos movilizados, denunciando y difundiendo no solo el injusto encarcelamiento de nuestros vecinos los Xicale sino las amenazas a la integridad de jóvenes que apoyan esta defensa colectiva de la zona arqueológica de las Cholulas; así como denunciando intentos de despidos del trabajo de colegas que en el INAH Puebla se solidarizaron con el patrimonio agredido de la ciudad mesoamericana y actual.

Antropólogos y arqueólogos que deberíamos estar difundiendo información sobre la investigación arqueológica, etnohistórica y antropológica de las Cholulas hemos tenido que presentarnos en foros, coloquios y mesas redondas de discusión académica (en México y en el extranjero, como sucedió durante el último Congreso de Americanistas en El Salvador)  insistiendo no sobre el enorme patrimonio arquitectónico y cultural de las Cholulas, las áreas de investigación que están pendientes, los periodos arqueológicos necesitados de reconstruir sino sobre la violación de los derechos humanos de los Xicale  y todos los  acusados y perseguidos cholultecas por defender el patrimonio cultural cholulteca y de México. En junio de este año, en la BUAP y en la ENAH, cuando debimos discutir con el arqueólogo Geoffrey McCafferty su tesis que ubica a Cholula como centro del intercambio entre el altiplano y la zona maya en el Epiclásico (700-900 d.C; ver “Cholula-Centric Perspective on Lowland/Highland Interaction during the Classic/Post Classic Transition”, en Twin Tollans. Eds. J.K Kowalski y C. Kristan-Graham. Dumbarton Oaks.2001) McCafferty y todos los que le invitamos a Cholula y México,  la audiencia de alumnos, maestros e investigadores que participaron, tuvo que concentrarse en la denuncia del encarcelamiento de Adán y Paul  Xicale por defender el sitio arqueológico cholulteca de sus investigaciones. Al presentar el libro Cholula: la Ciudad Sagrada en la modernidad (ICSyH/BUAP. 2015) en varios foros y mesas redondas, en vez de ahondar y discutir con la audiencia sobre el enorme acervo cultural cholulteca hemos tenido que cuestionarnos sobre la intolerable violación a los derechos humanos que implica el encarcelamiento de los Xicale. Cuando presentaron una muestra fotográfica en la Universidad Iberoamericana (recientemente clausurada) sobre la cultura viva y la resistencia de los cholultecas que debió llevarnos a valorar y discutir las propuestas de obras públicas y el efecto en el tejido social; o preguntarnos por el paradero de las piezas arqueológicas salvadas por un arqueólogo solitario en 2014 cuando se construyó ese innecesario puente vial a menos de 500 metros de la gran pirámide Choluteca, tuvimos que abocarnos a denunciar (en la casa de un rector, dicha sea de paso, que honra la memoria de los educadores jesuitas que en 1989 fueron asesinados en El Salvador por defender derechos y cultura de los pueblos) el injusto encarcelamiento de Adán y Paul Xicale así como el retroceso al respeto a los derechos humanos en Cholula, Puebla y México. El 27 de este mes, invitados a presentar ponencias sobre el patrimonio cultural de las Cholulas en el Primer Congreso Internacional de Comunalidad, Juan Manuel Rodríguez (autor del documental “Luz Bajo la Tierra: La destrucción de Cholula”) y yo, nuevamente, nos veremos obligados a poner en segundo plano una discusión sobre el patrimonio cultural de las Cholulas porque tenemos la obligación ética de denunciar el encarcelamiento injusto de  Adán y Paul Xicale y las ordenes  de aprehensión que pesan sobre diez cholultecas más por defender nuestro patrimonio.

Los antropólogos y arqueólogos que acompañamos a los cholultecas en la defensa de la cultura y el patrimonio (desde que logramos informarnos sobre el puente vial y el Parque Intermunicipal en febrero- marzo de 2014) pensamos ingenuamente que el gobernador Rafael Moreno Valle nos podía recibir con oídos sordos pero nunca con la represión policial. Cuando nos manifestamos en las calles y en la zona arqueológica buscábamos dialogar y discutir con los políticos responsables sobre el daño al tejido social y al patrimonio que implicaban estas obras que autorizaban. Teníamos argumentaciones basadas en muchos años de investigación dedicados a aspectos de la etnohistoria y la cultura de los pueblos de la gran Cholula; éramos, además, muchos residentes en las Cholulas que nos sentíamos directamente afectados por las obras. Nunca nos imaginamos, sin embargo, el odio a su pueblo que llevaría a Leoncio Paisano a abusar de su poder político golpeando, persiguiendo y encarcelando a nuestros vecinos. Nunca nos imaginamos la sorda prepotencia que demostraría el gobernador Rafael Moreno Valle al autorizar la represión que llevó a encarcelar a Adán y Paul Xicale para castigarnos a todos los que denunciamos su parque comercial sobre suelos arqueológicos. En Cholula llevan más de un año presos con Adán y Paul Xicale, por órdenes de Rafael Moreno Valle y Leoncio Paisano Arias,  los derechos humanos y las instituciones de justicia de Puebla.

Hago eco a las palabras del periodista Sergio Mastretta: ¡Qué vergüenza me da México!

 (Foto tomada del diario Cambio)

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