• Sergio Mastretta/ Entrevista, primera parte
  • 23 Diciembre 2014

            Mundo Nuestro: “No es posible que el gobierno destruya a la organización popular”, dijo Simitrio en 1989, una semana antes de que fuera encarcelado por el gobierno de Mariano Piña Olaya.

            Y la frase tal vez sirva para entender lo que ha ocurrido a lo largo de los siguientes 25 años.

            La organización 28 de Octubre representa al movimiento popular independiente más importante y añejo en la historia moderna de Puebla. La suya no es cualquier historia. Sus avatares explican en mucho esta ciudad de clases enfrentadas en la que vivimos. Y más: explica la sobrevivencia de la política más allá de los partidos, la de los grupos que en la movilización de masas han resistido las acciones de los gobiernos que han impulsado sin escrúpulos un modelo de desarrollo urbano capitalista que ha dejado siempre al último las preocupaciones y necesidades de los ciudadanos pobres.

            No es una historia simple la suya: es la de un partido de los ciudadanos pobres que no será nunca partido, con una confusa concepción ideológica de su militancia de izquierda --llegó a emparentar hasta con el alucinado mundo del Sendero Luminoso peruano--, que tiene, sin embargo, en su radical postura apartidista su principal característica; una larga tradición de conflictos internos y rupturas por el poder entre grupos; una ceguera fundada en la capacidad autocrítica para identificar abusos severos cometidos por algunos de sus militantes --como las agrupaciones de taxistas y de colonos afiliadas al 28 en los años ochenta--; errores y contradicciones en la conformación de sus alianzas que en las coyunturas de 1989 y 1995 la dejaron inerme.

            Pero es más que una historia compleja: ha sido su movimiento el único que ha resistido la permanente política de control y cooptación o represión aplicada por el gobierno poblano contra los grupos independientes y abiertamente opuestos a los partidos políticos; y el que desde esa postura ha denunciado casi en solitario --sobre todo a partir de la despolitización de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla en los noventa y ante la inexistencia de cualquier iniciativa obrera organizada--,

            No es una historia tersa. Represión y cárcel para sus dirigentes: en 1989, en 1995. La más extrema: el encarcelamiento en 1989, y por doce años, en un penal de máxima seguridad fuera de Puebla, de Rubén Sarabia Sánchez, conocido por todos nosotros como Simitrio Tzompasquelitl, acusado de delitos contra la salud, acopio de armas, incitación a la rebelión y privación ilegal de la libertad. Y una condena de 25 años, con una libertad condicional en el 2001 que le prohíbe de manera totalmente anticonstitucional poner un pie de regreso en Puebla.

            En algo tuvo razón aquél Simitrio de 1989: la agrupación popular independiente sobrevivió a su descabezamiento.

            Mundo Nuestro presenta en esta coyuntura del nuevo encarcelamiento de Simitrio una entrevista realizada al dirigente de la organización 28 de Octubre en los últimos días de junio de 1989, apenas cuatro o cinco días antes de su detención. La entrevista publicada en tres partes en el periódico Cambio los días 29 y 30 de junio y 3 de julio, fue elaborada por Sergio Mastretta y Fernando Crisanto (este último trabaja hoy como responsable de la oficina de Comunicación Social del gobierno de Rafael Moreno Valle).

            Esta es la primera parte.

 

 

            Primera parte:

            Dispuestos a salir los asesores, dice Simitrio

 

            San Martín Texmelucan, Pue.- “La organización siempre soslayó los actos que militantes suyos, ya sea de manera individual o en grupo realizaban tanto en contra algunos elementos de la sociedad civil como en contra de funcionarios gubernamentales, igual del municipio que del estado”.

Su tono es pausado, reflexivo. Su actitud mesurad, entre tazas de café y bocanadas de humo la autocrítica y seguridad de Rubén Sarabia o Simitrio Tzompasquelitl en sí mismo.

--No soy ni blanca paloma, ni hampón, ni gánster. Soy responsable de mis actos y reconozco que lo realizado por la organización 28 de Octubre, tanto por la vía legal o ilegal, ha sido dirigido y avalado por mí en razón de las circunstancias sociales concretas… cuando se trató de tomar los camiones en 1987, para poder forzar la negociación con el gobierno del estado, yo dirigí personalmente la operación.

Las circunstancias sociales concretas de junio de 1989 ponen al líder de la 28 de Octubre de frente con el diálogo, la negociación y la concertación.

Asume la responsabilidad de impedir el aniquilamiento de la Unión Popular de Vendedores Ambulantes 28 de Octubre y reconoce:

1.- “Si es necesario que los asesores salgamos de la Organización, salimos”.

2.- “Si es pretensión del gobierno que ya no se reciban otras organizaciones, aceptamos.”

3.- “Si se plantea que la organización no asuma una actitud beligerante en el periodo electoral, lo asumimos.”

Más allá de la orden de aprehensión que pesa en su contra, analiza y reconoce los elementos del conflicto: el anquilosamiento de la dirigencia; la pretensión gubernamental de destruir a la Unión Popular de Vendedores Ambulantes, no solo de descabezarla; la falta de sensibilidad para evaluar los avisos de agresión desde 1987: ell sector privado como su enemigo político número uno; los grupos priistas antagónicos; la imposibilidad de que el gobierno reprima en masa a la organización popular; la lucha oficial—como objetivo secundario—por reducir al máximo la organización.

“No es posible que se destruya”, dice, “si sólo quedaran cien militantes sería posible avanzar nuevamente en la recomposición de la fuerza”.

Es día de plaza en esta ciudad. Todo es movimiento, llegar al destino es fácil, tampoco a tiempo. Solo—“sin compas”--, lee un libro y lleva La Jornada, espera a los reporteros. Pronto el desayuno, lleno el restaurante y entre barullos empieza la plática, más tarde la entrevista.

Sus afirmaciones van acompañadas de análisis, de ahí las certezas de Simitrio.

“Consideramos que la intención principal es la destrucción de la organización”, para asegurarlo recurre a un fundamento histórico y dos razonamientos políticos actuales.

De 1976 a la actualidad la UPVA se convirtió en núcleo de distintos sectores de trabajadores, aparte de los vendedores. Para 986 se convierten en militantes  y forman distintas coordinadoras –inquilinos, colonos, autotransporte, etc. —“antes no, sólo dábamos apoyo, si querían quedarse se quedaban, si no, se iban”.

El enfrentamiento con el sector privado no se deja esperar—explica—especialmente con empresarios de la construcción, inmobiliarios, monopolios del transporte y “con la Cámara Nacional de Comercio se refrenda, por decir la contradicción con ellos”.

Rubén Sarabia añade que “el espectro de enemigos de amplía y ellos son los que en primera instancia nos ubican como el primer enemigo político, a quien no sólo hay que contender sino destruir de la manera que sea. Ellos centraron su atención a principios de este año en la posibilidad de eliminarnos por la vía incluso del asesinato”.

Dentro de la consideraciones políticas establece el hecho de que el gobernador “quiere tener la máxima fuerza política posible en la entidad para poder decidir con mayor libertad acerca de quienes deben ser candidatos de las principales cabeceras municipales, para lo que tiene que enfrentar a la iniciativa privada, que está ejerciendo presiones cada vez más enérgicas para colocar a sus cuadros; y por el otro lado, enfrenta diversos grupos políticos que se mueven dentro del gobiernos y dentro del PRI, quienes por diversas razones consideran al 28 de Octubre como el enemigo a vencer”.

Como ejemplo cita a la CNOP, se siente desplazada de la representación de vendedores y de la FROC, especialmente dentro del sector obrero, por la derrota que les infringieron en 1984 al sacarlos del tianguis de la 18 poniente y la 11 norte y el conflicto de La Constancia. Además asegura que el hecho de que la designación del gobernador del estado sea una decisión centralizada “por su falta de ascendencia, lo coloca en una situación de debilidad y la única acción que le podría garantizar esta unidad en torno suyo es la destrucción de nuestra organización”.

Es segundo asunto lo relaciona con la política nacional “que nosotros la calificamos como de espectacularidad de nota roja, que revisten al gobierno con el papel de héroe nacional”. La diferencia con la administración estatal es que en la federación  se combaten blancos que han sido agentes de la corrupción, agentes del poder dentro del aparato estatal y que no se caracterizan por ser gestores o representaciones sociales, “aquí se ataca una organización que ha sido representante social durante mucho tiempo”.

Simitrio está seguro que, en lo que resta de junio y julio próximo aprovechará el estado para lanzar a fondo “su política de agresión”. Como objetivo secundario se busca reducir al máximo la organización al eliminar a grupos que no son comerciantes de la 28 de Octubre, como taxistas, inquilinos, a los de las combis, colonos, vendedores de ladrillos.

Como ejemplos cita a funcionarios del municipio y del gobierno así como de la CNOP. Del Ayuntamiento a Valentín Meneses; del gobierno estatal a elementos de la subsecretaría “A” de Gobernación que ponen como condición para resolver problemas de mercados, la salida de comerciantes de la 28 de Octubre.

Sobre la resistencia de la organización a los que califica de embates gubernamentales, Simitrio Tzompasquelitl asegura que “el gobierno quiere pero no puede porque hay una política completa que también lo impide. En el primer caso no se han reprimido en masa a los movimientos sociales y en el segundo la cercanía de elecciones.

“Por el hecho de que seamos eliminados de la dirección de cualquier forma, sea por la persecución, el encarcelamiento o el asesinato, no va a caerse la organización”. Señala pruebas históricas concretas de ello como el 77-79, años en el que la dirección estuvo en la cárcel.

Reconoce que los asesores han obstruido el desarrollo de las dirigentes naturales y desde 1986 han crecido cuantitativamente y no cualitativamente. Esto último “el nivel de comprensión del papel que se desempeña como sector social, del carácter de la organización y de la disposición y voluntad de lucha en cualquier nivel que sea necesario”.

Agrega “en la memoria histórica de los vendedores existe la conciencia de trabajar contra la corriente, por eso aún si sólo quedan 100 militantes sería posible avanzar nuevamente, en la recomposición de la fuerza”.

Diferencia la conciencia de los vendedores con los de gremios como el de taxistas, a estos les ofrecen su permiso y entonces se salen, los primeros no, “con ellos hay un trabajo de 15 años. Aurita en la calle hay gentes de la CNOP y a los que a pesar de ello la policía llega y los golpea, los inspectores les quitan su mercancía, los líderes charros les imponen su cuota”.

Está seguro que el incumplimiento del gobierno en la reestructuración de los mercados fortaleció el movimiento a pesar de que sean ahora propietarios y “por lo tanto los vendedores se deciden a luchar y se lanzan a la bronca al extremo de que al finalizar el 87 se lanzan a la toma de autobuses y se da un enfrentamiento al que los compañeros no le sacan”.

Explica su campaña de rectificación para evitar la dependencia de los asesores, en lo que consideran como política caudillista y paternalista. En esta que se efectuó en los primeros meses del año se buscan 3 cosas: “primero su ubicación de clase, en donde a pesar de ser propietarios son apenas pequeños propietarios que, no obstante eso, los coloca todavía dentro de la clase de explotados y oprimidos”. En segundo lugar el papel que juega su organización y “también su democracia porque no podemos criticar al gobierno por su antidemocracia si nosotros somos los que la practicamos”.

Un último planteamiento, la conciencia de los militantes de la 28 de Octubre de que deben estar al servicio de los sectores de la clase explotada y oprimida “aportarles nuestras experiencias, darles del apoyo material necesario y nuestra presencia física”:

Insiste: “eso es lo que se propone la campaña de rectificación, que tiene éxito, lo que imposibilita que pueda haber daños serios.

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