• Pascal Riché
  • 30 Mayo 2013
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Por: Pascal Riché, para la revista francesa Rue89

 

Pasan los meses y los sucesos en Europa, su quiebra y las devastadoras consecuencias que sufren los ciudadanos de países como Grecia, Portugal, España, Italia, pero también la propia Francia, han puesto en jaque como no se veía desde la el viejo crack de 1929 el llamado Estado de bienestar.  La revista internacional Sin permiso, ha presentado esta semana una entrevista con el economista norteamericano James Galbraith, realizada por la revista francesa Rue89. En ella, con frialdad y sencillez, analiza las erradas políticas europeas lideradas por Alemania para enfrentar la crisis, su comparación con lo ocurrido en Estados Unidos y las alternativas que enfrentan. 

Mundo Nuestro presenta esta entrevista con el ánimo de ayudar a comprender mejor los procesos internacionales frente a los propios. Envueltos como estamos en décadas de un neoliberalismo mexicano depredador, con gobiernos sordos a los reclamos de un cambio de rumbo en la política económica e incapaz de construir alternativas, vale la pena confrontar los cuestionamientos certeros de este economista norteamericano.


James Galbraith

(Ilustración de portada: Presseurp.eu)

James Galbraith es un economista estadounidense, situado a la izquierda del partido demócrata. Además de profesor en la universidad de Austin, en Texas, especialista en cuestiones de ilegalidad es una personalidad muy cercana al Instituto Roosevelt, cofundado por su padre, el célebre economista John Kenneth Galbraith, continuando así la estirpe.

Según cree, la Unión Europea no podrá salir del bache a menos que conciba un nuevo plan social financiado por presupuesto europeo, como ya hizo Roosevelt en 1933. Una entrevista sorprendente.  La entrevista la realizó Pascal Riché.




Rue89. La economía estadounidense se ha reactivado, la de la zona euro continúa estancada. ¿Qué han hecho los Estados Unidos que debiera hacer Europa?

James Gabraith. La respuesta no es difícil: disponemos de un gran gobierno federal a escala continental, algo inexistente en Europa.

Hay algunos problemas sociales en los Estados Unidos en relación a las medidas de austeridad que llamamos "secuestro" y a las muchas personas que han perdido sus empleos en los últimos años. Pero el sistema no está en caída libre:no es un Estado en declive incontrolado.

Nos hemos aprovechado del efecto estabilizador de importantes déficits presupuestarios a nivel federal. No hemos buscado reducirlos de manera abrupta, a diferencia de lo que está pasando en Europa. Esto no es imposible en un período de estancamiento, pues si se cortan los gastos públicos, el crecimiento se ve afectado y los ingresos fiscales bajan… resulta que el déficit sigue siendo el mismo.

Impresiona bastante constatar, cuando uno revisa las cifras del año 2009, cómo el retroceso de la demanda privada se ha visto compensado, automáticamente, por el aumento de desembolsos para financiar las pensiones por jubilación o invalidez, subsidios a los desempleados o para la reducción de impuestos.

Según su opinión, ¿el sistema económico estadounidense sería máskeynesiano que el sistema europeo en el que, sin embargo, existen grandes sistemas sociales?

Respecto al plan institucional, sí, creo que sí. Especialmente si nos fijamos en los países periféricos de Europa, cuyos sistemas son débiles. El problema de Europa es que se dispone de estos mecanismos estabilizadores en Alemania o Francia, pero no en Grecia, España, Portugal o Irlanda. Y son estos países los que han conocido el hundimiento.

¿Qué hubiera hecho falta? ¿Un plan de reactivación a escala europea?

No me gusta el concepto "plan de reactivación", me parece que no se adapta bien a la situación actual. Lo que necesitáis es un plan de estabilización. Un buen plan colectivo para la estabilidad social. Lo primero que yo haría sería proveer de subvenciones a los desempleados, financiadas por presupuesto europeo común. Tras esto, proporcionaría jubilaciones con un plus, financiadas igualmente por presupuesto europeo, y destinadas a aquellos que lo necesiten. Distribuiría bonos alimenticios, por ejemplo, en las escuelas de aquellos países en los que no hay comedores, como es el caso de Grecia. La gente empieza a pasar hambre: hay que ocuparse de estos casos. Esto ayudará a estabilizar la situación y el plan económico  y político.

La idea de un simple "plan de reactivación", según el cual basta con una inyección económica para recuperar, de manera espontánea, la prosperidad del pleno empleo es una engañifa. No es así como deben razonar los economistas keynesianos, como tampoco es este el modo con  el que los economistas modernos podrán afrontar eficazmente este tipo de situaciones.

No obstante, financiar un vasto sistema social es, igualmente, una especie de plan de reactivación.

El problema de la expresión "plan de reactivaciónes que implica una iniciativa de carácter temporal. No se puede crear una nueva realidad mediante un simple estímulo. Lo que hace falta es una organización social permanente. En última instancia, las subvenciones de los desempleados pueden ser temporales, si se consigue reactivar el empleo. Pero no es ése el caso de las jubilaciones: debéis prepararos  para racionar pensiones por un largo período de tiempo… El objetivo del plan de estabilización es el de procurar a la gente sin recursos económicos la capacidad de vivir de un modo digno y durante mucho tiempo. No solamente unos cuantos meses.

¿Cómo se financia un plan de estabilización como ése?

Enviando cheques.

¿Perdón?

Tenéis una moneda única, el euro. Podéis enviar cheques en euros. Es lo que hemos hecho nosotros: enviar cheques en dólares. La administración social ha enviado cheques del Tesoro Público, la gente lo ha canjeado, sin problema.

Está hablando de creación monetaria….

Pues sí. ¿Le sorprende que los gobiernos creen dinero? Es algo que se lleva a cabo desde hace siglos. ¡Lo inventaron en Mesopotamia!  Es buen momento de reaprenderlo.

Usted sabe de buena tinta que los gobiernos, hoy en día, desconfían de la creación monetaria, ya que comporta riesgo de inflación. Al menos, ésa es la convicción de los dirigentes europeos, empezando por los alemanes, quienes detestan la idea.

No puedo hacer nada si les gusta la idea. Es como si desecharan la idea de que el agua está compuesta de hidrógeno y oxígeno. Si no admiten esta verdad, habrá que aceptar la proposición de Hans-Olaf Henkel (economista alemán, antiguo presidente de la Asociación de Industrias Alemanas, N. de la R.), que sugiere una salida del euro.

Si los alemanes no quieren participar en una economía europea que funciona de manera regular, pueden abandonarla. Es muy necesario tomar consciencia  de que no podéis estar dirigidos por gente que tiene una visión completamente irreal a la manera en la que funcionan economistas modernos sin que conduzca a toda una catástrofe. Esto es lo que está pasando ahora en Europa. No digo que en Estados Unidos no razonemos igual que aquí, pero, al menos, no se han destruido nuestras instituciones.

Numerosos economistas, tanto en Estados Unidos como en Europa, consideran que la creación monetaria, si bien es demasiado importante, solo puede conducir a una inflación donde las burbujas especulativas….

Existe, efectivamente, un grupo de personas convencidas de que el principal peligro actual es el de perder el control de la inflación. Pero de aquellos que están en contacto con el mundo real, ninguno que yo conozca les toma en serio. Saben que el problema es el paro, el hundimiento social y político que está ocurriendo… ¡Eso se llama deflación, no inflación! Es un poco como si, en medio de un incendio, alguien llegase diciendo que el principal problema es el riesgo de lluvia. Estas personas tienen derecho a expresarse, evidentemente, pero confiarles la gestión de la política económica no es una buena idea.

En Francia los medios de comunicación comparan la situación actual con la de los años 30. ¿Tiene sentido?

No hay ninguna similitud entre ambos períodos, pero hay que recordar que somos más ricos que en los años 30, que disponemos de instituciones que protegen a los ciudadanos y que el riesgo de una guerra europea no está presente. Lo que sí es comparable es que las situaciones desesperadas que uno observa en ciertos países europeos han acarreado presiones separatistas, violencia, xenofobia, votos protestatarios que aprovecha la extrema derecha, etc. Si buscáis historias paralelas, podéis recordar lo que pasó en Yugoslavia en los años 90. La situación, en ciertas zonas de Europa, puede degenerarse muy rápidamente.

Pero… la guerra en Yugoslavia se inscribía en un contexto muy particular. Era una situación de guerra…

Sí, pero este tipo de guerra comienza una vez que la violencia se ha organizado y es dirigida contra ciertas comunidades en concreto. Esto es lo que pasó en Bosnia y es lo que pasa hoy en algunos barrios de Grecia, donde está emergiendo un partido nazi.

¿Qué lecciones podemos extraer de la forma en que la crisis se superó en los años 30?

La lección de que hay que combatir la crisis por la solidaridad, la democracia, la flexibilidad y el pragmatismo, no por ideologías o dogmas. Y, sobre todo, sin aceptar que los acreedores financieros tengan bajo control los mecanismos económicos. Su único objetivo es tomar posesión de activos públicos para pagar una deuda que no puede ser reembolsada de ninguna de las maneras. Esta política destruye el tejido europeo y desprovee a los ciudadanos de sus bienes más preciados. Esto es lo que ocurre concretamente: varios equipos fueron enviados a Atenas para pedir que se venda como activos valiosos aquello que aún quede en el estado griego. Esto no es lo que reforzará a la Unión Europea…

Escuchándole, Europa debería inspirarse en el New Deal de Roosevelt…

No me gusta demasiado proponer  "modelos", son situaciones diferentes. Pero hay principios en los que inspirarse. La solidaridad social es uno de ellos. Debéis enviar transferencias a lo más vulnerables, eso permitiría estabilizar su situación. Si no, lo pasarán realmente mal y, si son listos, se irán, minando las fundaciones sociales de sus países.

Europa no puede permitirse que ninguno de sus países se hunda. Es algo diferente a lo que pasa aquí, en Estados Unidos: Si Dakota del Norte pierde una gran parte de su población tras una crisis, es grave, pero el gobierno federal no se compromete a garantizar el número de población de cada Estado. Si es esa población que se muda la perteneciente a un país miembro de la Unión Europea como Portugal, Irlanda o Grecia, sería algo mucho más problemático: la Unión no puede permitírselo.

¿Cree que los trabajadores de estos países pueden emigrar a los más prósperos de la Unión Europea, como es Alemania?

La historia de Europa nos dice que estos movimientos son posibles. Había más de un millón de españoles fuera de sus fronteras antes de la muerte de Franco. Y la segunda capital portuguesa es París (tercera, en realidad, después de Lisboa y Oporto, N. de la R.). Pero los profesionales de los países en crisis no  van únicamente a Europa, sino que también salen hacia Australia, Estados Unidos, América Latina,… Y estos países pierden a sus médicos, sus profesores, sus ingenieros. Es esto lo que debilita aún más su situación.

Refiriéndonos a la deuda de estos países, ¿no cree que se debería concebir un plan más audaz de reestructuración, incluso de recortes?

Lo mejor sería reestructurar la deuda del conjunto de los países de la zona euro, permitiendo la no estigmatización de los países más frágiles. Y la mejor manera de conseguirlo sería mutualizar una parte de la deuda de los países, por ejemplo hasta un importe del 60% del PIB, como ya se ha propuesto. Así, cada país disfrutaría de unas tasas de interés moderadas. Si la Unión Europea toma en serio la cuestión de su propia supervivencia, sería ésta una medida con la que comprometerse. Recientemente, le pregunté sobre ello a vuestro ministro de Economía y Finanzas, Pierre Moscovici, y su respuesta fue interesante. No se mostró hostil a la idea, pero cree que llevará su tiempo.

Sin estas medidas radicales que enuncia, ¿el euro podría sobrevivir?

No. A medida que avanzamos, se va condenando, aunque el proceso puede alargarse. Sin un cambio fundamental de aproximación, el euro conocerá el final de su existencia en circunstancias dramáticas. Hace falta sacar de Europa la lógica puramente comercial, con la que llegamos a prestar fondos con intereses superiores al crecimiento de los países vulnerables: esta lógica no hace sino agravar esa deuda. Hace falta introducir otro razonamiento, en la que los cambios comerciales sean moderados por un programa de estabilización social de solidaridad.

¿Quién es el responsable de la situación actual?

Friedrich Von Hayek y la Sociedad Mont Pelerin: ¡los arquitectos de esta visión neoclásica de la economía que rige la zona euro hoy en día! Y todos los economistas o tecnócratas europeos – ya sean alemanes, como Jens Wiedmann o franceses como Jean-Claude Trichet – que han adoptados estas ideas.

James K. Galbraith es profesor de economía en la Lyndon B. Johnson School of Public Affairs, de la University of Texas-Austin. Hijo del llorado economista canadiense John K. Galbraith, ocupó anteriormente varios puestos en el Congreso de los Estados Unidos, incluida la dirección ejecutiva del Joint Economic Committee.

 

 

Traducción para www.sinpermiso.info: Judit de Diego

http://www.rue89.com/rue89-eco/2013/05/16/galbraith-leurope-a-besoin-dun-vaste-plan-stabilisation-sociale-242374

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