Ayer me subí a una balsa y navegué por primera vez como dos kilómetros por el río Atoyac. Habiendo nacido y vivido en Puebla casi toda mi vida no tendría por qué ser algo insólito, pero resulta que estamos en México, y en México no nos llevamos nada bien ni con los ríos y lagos ni con los árboles. En Puebla, por ejemplo, el río que explica la fundación de la ciudad -el San Francisco- y que pasa a tres calles del zócalo lo escondimos dentro de un tubo hace 50 años y le pusimos arriba una avenida llena de coches. Y el Atoyac, que pasa más abajo y por lo tanto es menos visible lo convertimos en el drenaje de la ciudad y como tal no lo vemos ni lo tomamos en cuenta más que como basurero. Fue hasta hace tres años que el gobernador actual -tan loco y chocante como quieran pero que nada más por esto ya se merecería siquiera un poco de crédito- construyó un parque en un tramo de su ribera gracias al cual muchos poblanos ahora saben que el Atoyac existe.
El caso es que ayer vi y olí el Atoyac desde dentro, me salpicaron unas gotas la cara y las manos, conocí el punto donde se junta con el San Francisco, me enteré que su ribera aporta el 35% de áreas verdes de Puebla, supe que la CONAGUA y otras autoridades están ahora sí trabajando en serio para limpiarlo, oí que hay orden de aprehensión contra Alfredo Miguel -paradójicamente apodado "el verde"- por descargar sin tratar las aguas residuales de una de sus fábricas textiles, oí las disculpas que a nombre de los empresarios ofreció Fernando Treviño del CCE por ensuciar el río y, claro, conocí a los de Dale La Cara Al Atoyac que con su entusiasmo y buenos oficios organizadores me pusieron sonriente y de buen humor al devolverme la esperanza de que es posible revivir nuestro río. Es que ahí están las leyes y los dineros y los reglamentos listos para usarse, ahí está la tecnología, ahí están los funcionarios, comprometidos públicamente a hacer lo que les toca hacer y por lo que cobran un sueldo. Solo falta ponernos a trabajar todos para dejar de ensuciarlo, limpiarlo, revivirlo y disfrutarlo.